¿Quién dijo que a un poeta no se le daría bien escribir sobre cuidados masculinos? Porque, hasta donde yo sé, nadie en el mundo podría hacerlo mejor. Es verdad que poco se parece un soneto a una crema facial, pero como escribió Roberto Bolaño en Los detectives salvajes, "hay momentos para recitar poesías y hay momentos para boxear". Y, si el cuerpo se constituyó desde el principio como uno de los mejores temas del artista, habrá siempre un buen motivo para depositar en ellos nuestra confianza.

Algo así es lo que debieron pensar en The New York Atlas cuando ficharon a Walt Whitman para que escribiese una serie de artículos sobre salud masculina y entrenamiento personal en 1858. Habían pasado ya dos años desde la publicación de su poemario más conocido, Hojas de Hierba, y el autor norteamericano se sentía preparado para abordar los tópicos más recurrentes del imaginario colectivo. Lo haría bajo el pseudónimo de Mose Velsor, que sonaba más varonil, y en sus columnas trataría temas tan interesantes como el sexo, el deporte o el alcohol.

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Walt Whitman

Su espacio en el periódico, que era en parte el de una firma invitada y en parte el de una columna de autoayuda, servía para que los jóvenes y los hombres de mediana edad se dieran cuenta de cómo ejercitar su cuerpo correctamente. Entre los consejos que dejaba, por ejemplo, se encontraban frases como esta: "Si eres estudiante, sé también un estudiante de tu cuerpo", con la que pretendía poner en valor los beneficios del deporte y de la salud, los cuales constituían, a su juicio, la mejor inversión que uno podía realizar.

Del mismo modo, el poeta norteamericano detestaba los gimnasios. En este sentido se parecía a Joaquín Sabina, a quien una vez le preguntaron si había pisado alguno. "¡Yo soy un caballero! ¿Por quién me tomas?", contestó el cantautor ofendido, fingiendo la misma obstinación que mantuvo Walt Whitman durante toda su vida. En vez de esos espacios, el escritor recomendaba a sus lectores realizar las actividades al aire libre, especialmente el beisbol, al que consideraba "el juego de los hombres" o "el juego americano". También elogiaba los baños con agua fría, que evitaban enfermedades; y las zapatillas personalizadas, las cuales debían estar perfectamente adaptadas a la forma del pie, para evitar así incomodidades.

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Por su parte, Walt Whitman fue además uno de los precursores en recomendar la mezcla de alcohol y ejercicio, aconsejando tomar una copa después de cada entrenamiento. "Poco después de la cena", decía, "un hombre debe tomarse un buen vaso de cerveza o de vino, en lugar de una de esas mezclas llamadas soda". "Tomar algo suave y moderado por las noches está lo suficientemente admitido; y, de hecho, si se acompaña con el placer de la amistad, una canción alegre, la emoción de la compañía y el estímulo sano que engloba cualquier camaradería es, en todos los sentidos, digno de elogio".

Sea como fuere, estos artículos, que permanecieron archivados en la biblioteca de la Universidad de Houston hasta el año 2015, ya se han publicado en numerosas ediciones norteamericanas, siendo la última en hacerlo una que lleva por título Walt Whitman’s guide to manly health & training (La guía de Walt Whitman para la salud masculina y el entrenamiento). En ella podemos encontrar consejos tan valiosos como que "los años de la primera mitad de tu vida no tienen por qué ser solo los de mayor rendimiento, sino también los de mejor apariencia" no se perderán en el olvido; y así, cualquier persona interesada podrá hacer de su cuerpo las delicias de una poesía tan selecta como la de Whitman. La cosa está en trabajar el físico como si estuviésemos trabajando el alma: con pasión, sacrificio y libertad. O, como diría el propio Walt, resistiendo mucho y obedeciendo poco.