"No recuerdo cuándo ni cómo nací. Me lo contaron, pero no me lo creo", relata él mismo. Literalmente, en el boxeo, fue campeón de España de los pesos pesados, pero dijo adiós un buen día. Prácticamente así, sin más, dejando para el recuerdo quince victorias por KO y una derrota que le enseñó más que cualquier escuela. Vino el teatro después –aunque la poesía ya latía fuerte desde mucho antes-, por la vía del monólogo, un arte que controló de manera visceral cuando los aplausos duraron más que cualquier otra ensoñación. El show llamado Croquetas fue la antesala de Un mendigo con zapatos de algodón, su propio espectáculo y la puerta a una nueva reencarnación que ofrecía un paisaje cinematográfico culminado por la serie Hispania, la leyenda y por los largometrajes Alacrán enamorado, Just&Cía o Assassin’s Creed, entre otros muchos. Pero Hovik es, verdaderamente, un escritor crudo, de los que duelen. Cartas desde el Palmar (Sin mar, 2005), Lokura (Adeire, 2008) y Diarios y desvaríos (Léeme, 2012) son auténticos recetarios de infiernos vividos en prosa y en verso que alimentaron Resiliente, su disco de recitados que vio la luz hace ya dos años y que nos muestra la faceta más oculta de este artista.

Hay mucho más en Hovik, pero para eso hay que conocerlo, acercarse a Hortaleza, a su barrio, donde además tiene su gimnasio. Bajarse en el metro de Mar de Cristal y caminar un ratito hasta la cafetería del hostal El Descanso, donde uno puede esperar, caña de cerveza en mano, a que arrecie la lluvia o bien a que aumente la tormenta. "No deberías beber solo", dice el corpulento entrevistado al saludar. Ahora lleva el pelo corto, pero la sempiterna barba continúa remarcando su rostro. Un rostro que, por lo que se puede observar, ha visto pasar mucho y demasiado, pero a tenor de eso, marca siempre una risa de despreocupación. Avisa al regente de la barra e invita a entrar al salón, donde las gotas de lluvia resuenan sobre un techado que ahora protege a dos bebedores de ginebra y una única conversación.

Te han preguntado por el boxeo y por los monólogos, pero nunca por la lluvia, pues te encuentras mejor cuando está nublado y cae agua que cuando hace sol, cosa que es una putada para ti.

Fíjate que de niño me movía mucho, siempre estaba muy activo. Era salir a la calle y esperar el sol, pero debe ser que después te pasan determinadas cosas en la vida que te llevan a apreciar lo gris. El chirimiri, la nube, el abrir la ventana por la mañana y ver que está oscuro el día, con las nubes bajas, abrigarse y echarse un piti… Es como muy cinematográfico, ¿no? Pero no es impostado. En mi caso no es así. El otro día lo decía en una entrevista, y es que no he escrito nada que mereciera la pena con el sol. Nada.

¿Es posible que el cielo encapotado figure ser una protección?

Tengo un verso en un poema de mi disco que dice: "Sigo cazando gotas lloradas por el cielo. Si algo tan grande como el cielo llora, es que su dolor tiene dueño". Es parte, también, de un poema que está en Lokura. Creo que llora alguien muy especial ahí arriba. Es algo inspirador.

Un día soleado invita a llenar la calle. ¿Cómo te llevas tú con la gente?

No me gustan las aglomeraciones y no me gustan los sitios en los que hay mucha gente, pero si no queda más remedio, voy. Mira, ¿ves dónde estamos haciendo la entrevista? Vivo a veinte metros y trabajo aquí. Salgo, entro, estudio y trabajo en esa mesa. Y si me tengo que mover por algo, porque tengo que ir a trabajar o porque tengo algo que hacer, lo hago, pero no me gusta. Como cuando tengo que ir a un concierto o a cualquier acto que haya, me busco mi rinconcito. No tengo problema con la gente, ninguno, pero me gusta tener mi sitio y mi distancia.

¿Llena que te den las gracias por algo?

Bueno, yo no sé el motivo por el que cada uno me da las gracias. Sí que hay un denominador común, en lo que a recitar se refiere o en hacer reír, pero sobre todo en la poesía, y es que recitas cosas, por lo visto, que se saltan la capacidad de razonar. Se saltan el raciocinio y te revientan por dentro. Te hacen sentir. Y como eso no se controla, porque estamos todos educados con el autocontrol y en lo que se va a decir, cosa que me la suda, el gracias parte de ahí. "Gracias por hacerme sentir, durante una hora y media, porque no me lo esperaba y me has dado un valor que me ha revuelto". Yo creo que viene de ahí, porque se le ha dado a alguien algo que no esperaba.

Una sorpresa.

Una sorpresa, sí. Una sorpresa que le ha llevado, a lo mejor, a cuando tenía cinco años. A una movida de la que no se acordaba y que gracias a eso le ha llevado hasta ahí.

"Pensamos demasiado, sentimos muy poco", dijo Chaplin en El gran dictador.

No sabía que Chaplin dijera eso, pero es verdad que nos educan así. Yo no entiendo porqué no hay una asignatura en primero de primaria o de E.G.B. que se llame Aprende a reírte de ti mismo. La asignatura número uno, con el primer punto. El punto número dos sería: Aprende a reírte, de uno o de la peña, pero aprender a hacer humor con las cosas de la vida. Y luego, la número tres: Aprende a sentarte delante de alguien y a mirarle a los ojos cuando habla. También habría que aprender a dar la mano como hay que darla, a relacionarse… Pero no, llegas al colegio, siendo un niño, y te ponen delante las matemáticas. Oye, no, habrá que enseñar, ¿no? Cosas que le sirvan a uno en la vida a medida que vaya creciendo. Cosas importantes desde el principio. ¿Y qué son esas cosas importantes? Pues desarrollar las capacidades sensitivas. No bloquearse. No empezar a generar, desde bien pequeños, niños con tabúes en la cabeza. Eso es lo importante. Si yo tuviera un colegio, enseñaría cosas así. ¿Matemáticas? También, claro que sí, pero también música y desde el principio. Y meterles en la cabeza a los chavales y a las chavalas que tienen que hablar, que tienen que decir lo que sienten y decir lo que piensan. ¿Qué meten el cuezo? Bueno, pero es que si no, no aprenden a meter el cuezo. Y si lo meten, no pasa nada. La movida está en que desde niño te educan a que si la cagas te viene un bofetón, y eso no está bien. Luego, extrapolado al siguiente grado de estudio, y ya, en la Universidad, te das cuentas de las cosas. Hacía mucho que no hablaba de esto.

Gracias. Bueno, en la Universidad enseñan estructuras de pensamiento, pero se supone que la gente ya tiene una capacidad de criterio y razonamiento para saber cuál es el camino a seguir.

Cuando sales de la Universidad… sí te han enseñado a pensar, pero no a pensar como se tiene que pensar. Y mi pregunta es: ¿Y cómo se tiene que pensar? Pues como piensa la mayoría, porque si no piensas, actúas o vives como lo hace la mayoría, lo que haces es tener un sentimiento desgarrador de soledad. De estar desubicado, fuera de sitio y fuera de lugar en cada momento. "Estoy incómodamente cómodo en cualquier lugar. En cualquier lugar estoy cómodamente fuera de sitio. Mi sitio es la nada, mi sitio lo es todo. No me fío de mí. No confío en mí. Mi conciencia es mi lastre. Mi lastre mi duda". Y no es para vender algo cool, sino porque me siento así. Me he sentido así desde niño, lo que pasa es que a esa edad no era muy consciente. La vida es lo más sabio, y si no es a la primera, será a la segunda. Si no es a la cincuenta, será a la cien. Y a lo mejor no es nunca, pero llega un momento, cuando empiezas a hacerte mayor, tronco, en el que la vida te va a poner en una encrucijada. Sí o sí. Repetidas veces. La primera vez que te viene puedes preguntarte qué vas a hacer y si es lo que quieres hacer, si es lo que te está pidiendo el alma o si vas a hacer lo que la gente espera que hagas o para lo que te han preparado. Al final te decides a hacerlo; y lo haces una vez, y viene una segunda, y lo haces una segunda. A la que lo has hecho diez veces, ese camino para ti ya se ha acabado. Ya no lo vas a hacer. Se puede aprender a muchas edades, porque no es lapidario, pero te acabas acostumbrando a esa comodidad, a ser aceptado.

¿Cuándo te vino a ti por primera vez?

La primera vez que me vino fue con diecinueve años y pensé en que me tenía que ir de mi casa, y a mi padre no se lo podía decir porque me iba a convencer de que no. Era un crack y me convencía. Si le digo: "Papá, quiero ser torero", él respondería: "Te voy a comprar un violín, que violinista es algo mucho mejor". A mi madre sí se lo dije. Desde entonces, me fui de casa.

¿Hemos medido nuestro éxito por nuestro dinero y no por los méritos propios?

Por lo que ganamos a final de mes, sí. Yo es que no he caído en el concepto de la felicidad con el dinero, porque conozco cuál es la felicidad, o al menos para mí. Cuidado, que no se trata del estado de felicidad, sino qué es lo que se tiene que dar para que seas feliz. En mi caso es muy fácil: se tiene que dar el hecho de tener una cama con un edredón en la que pueda dormir caliente, un techo, un baño en el que me pueda duchar cada mañana y lavar los piños, gente a mi lado a la que pueda mirar a los ojos y con la que pueda hablar de todo con libertad y a la que pueda decirle "te quiero" en un momento dado y que ellos me lo digan a mí para sentirme arropado y arroparles yo a ellos, poder ayudar a la gente que necesite ayuda, y que yo, en mi justa medida, se la pueda dar, un lápiz y un papel… y punto. ¡Ah! Y un plato de comida caliente. Eso es lo que yo necesito para ser feliz. Todo lo que venga después es cojonudo, pero teniendo eso, no hay más. Lo que pasa es que nos han vendido una burra que te cagas, pero es otra cosa más que me la pela. Yo no quiero convertirme en esclavo de mis sueños. No quiero que alguien me diga lo bien que huele ese rincón de ahí [señala con el dedo una esquina del restaurante]. Me da igual cómo huela allí. ¡Yo quiero que huela aquí, que es donde estoy ahora! Y cuando dé otro paso, en ese transcurso, quiero que siga oliendo bien, y si huele mal ya cambiaré yo, pero quiero disfrutar de aquí a allí, porque a lo mejor llego y no me gusta como huele y veo que al final no era para tanto. Esto es teorizar, pero es que es como yo he vivido. A nivel profesional he pasado por muchas cosas, sigo pasando por ellas y seguiré pasando por ellas.

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Estreno Alacrán enamorado

¡Mendigan la fama los sintecho de la dignidad! Es una frase que me inventé para decir que hay gente que vende su dignidad por el dinero.

Mendigan la fama los sintecho de la dignidad. Es un verso. Y sí, hay gente que hace eso porque ese es el objetivo que tienen. Y me parece bien por ellos, porque tienen claro el objetivo. ¿Cuál es el objetivo? ¿Ganar mucha pasta? Pues si es ganar mucha pasta, van a hacer lo que sea para ganar mucha pasta. A mí me parece muy buen. ¿Cuál es el mío? ¿Subirme al escenario y que la peña vibre y flipe para volverme loco, por ejemplo? Desde luego. Y sudar y vaciarme en el escenario para que la gente, cuando se vaya, acabe preguntándose: "¿¿Qué cojones ha pasado??". Ese es mi objetivo. ¿Qué ocurre? Pues que si lo haces que te cagas, evidentemente, después del bolo te caerán algunos pavos. ¡De puta madre! Pero es que si no te lo hago gratis, porque quiero, aunque me pague una gira. Lo quiero hacer, porque mi objetivo no es ganar pasta. No estoy pensando en un escenario o en las películas, es que si hago una y hago la otra, a lo mejor me llaman de aquella película y me pagan una pasta. Desde luego, la manera en que no me lo darán, sería si no clavo la siguiente. Por eso tengo que clavar una película. Y tengo que clavar mi disco, y lo voy a clavar. Como también tengo que clavar el monólogo –de una obra dramática titulada Un obús en el corazón, del autor libanés Wadji Mouawad- que estoy preparando. Lo voy a clavar. Será una obra que estrenaré en teatros. Estoy empalmado con eso. Y cuando lo haga, lo voy a reventar. No sé qué pasará después. No lo sé. Como tampoco sabía lo que iba a pasar después de Croquetas. Como tampoco sabía que iba a ser campeón de España de boxeo dos veces. Como tampoco sabía que iba a publicar tres libros. Como tampoco sabía que te iba a conocer hoy y que iba a estar de puta madre. ¿Para qué voy a hacer planes? Siempre que he hecho planes me han salido mal.

"La fama no hace gilipollas, sino que los descubre"

Con la fama no ven a la persona, ¿verdad?

Volvemos a un concepto clave, que es el miedo. Volvemos al principio, volvemos al miedo. Lo intenté una vez en mi vida y no duró ni un mes. La cosa consistía en medir cada paso, tío. Pensar en hacer una cosa y estar pendiente de ése o el otro. Si vuelvo a hacerlo, me suicido. Me tiro por la ventana. Es como que la vida se convertía en una estrategia, ¿sabes? Pero lo siento, no quiero. Me podrían dar cera, pero vivo y he vivido como me ha salido de la polla. Y voy a seguir, ¿eh? Me da igual lo que diga un país entero o lo diga el mundo, yo voy a seguir viviendo igual. Haré lo que quiera, por muy famoso que sea. Santi Rodríguez tiene una frase en su monólogo que dice que "la fama no hace gilipollas, sino que los descubre".

Dirán que has perdido un trabajo por ser fiel a tus principios.

Yo no sé si son mis principios, no lo sé, pero tampoco he desaprovechado nada, sino que he dejado pasar esas oportunidades que iban a ser, supuestamente, las que me iban a colocar. Pero es que no me interesa lo que me ofrecen. Y llámame loco, pero no me va mal, ¿eh? Voy saltando de lado a lado, voy sumando experiencias, me voy construyendo más como persona, cada día estoy más completo… ¿Para qué entrar a discutir en si he hecho bien o mal, por ahora, dejando pasar determinado tipo de oportunidades? A lo mejor no llego a tener mucha pasta en el banco y después pago las consecuencias de otra forma, pero lo que tengo ahora no es un perfil determinado de famoso, sino el perfil de un tío que se llama Hovik y que es como es. No estoy dispuesto a hacer un papel en la vida, y si lo hago es porque me pagan.

Suelen generar rechazo las personas que son libres, que ejercen su libertad y que además lo dicen.

Sí, generan sarpullido en otra mucha gente. Eso es lo que pasa. Justamente lo digo también en mi tercer libro [Diarios y desvaríos], y es que ya no vale con ser bueno. Mira, yo soy bueno en mi trabajo, pero porque me lo curro. Tendré el talento, la voz y el físico que tú quieras, pero me lo curro como un hijo de puta. Pero ya no vale con eso, con ser bueno en lo que hagas, sino que el que tiene que decir que eres bueno no lo dice, ¡aunque piense como tú! Así que si no estás convencido de lo que tú eres como ser humano te pueden hacer mucho daño, porque empiezas a creer que tú no eres bueno y el otro sí. Y cuidado, porque la otra persona puede ser igual de buena, aunque también peor, pero es que el que tenía que decir lo bueno que era la otra persona sí lo ha dicho, por el motivo que sea. En cambio, tú te quedas fuera y empiezas a pensar que no eres bueno.

Hablemos de cuando Thierry Guezouli te tumbó el 14 de mayo de 1999. ¿Fue ahí cuando te diste cuenta de que no eras tan bueno cono creías?

Thierry Guezouli es, probablemente, uno de los tres hombres que más me ha enseñado en mi vida. Por no decirte que es el que más me ha enseñado, junto con mi padre. Ese día que dices fue cuando me hice boxeador, porque –volvemos a lo mismo- algo te sorprende cuando no te esperas que ocurra. En ningún momento pensé en que iba a perder.

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Nunca perdiste hasta entonces, de hecho.

Nunca había perdido, es verdad, pero en un ring. No me lo esperaba. Ese día, de diez combates, Guezouli me gana nueve. Sin ninguna duda. Era más boxeador que yo, con mucho más bagaje que yo, con muchas guerras ahí arriba… Me enseñó muchísimo. Rompí a llorar en público, delante de unas doce mil personas. Y no me importó llorar delante de tanta gente, porque me derrumbé.

"Saborearás el sabor de la vida cuando entiendas que en fallar está crecer y que triunfar es un accidente"

Evidentemente, el golpe no te dolió tanto como lo que sentiste.

El golpe fue un fogonazo. Después el suelo, volver a levantarse, otro fogonazo, al suelo, levantarse… y así hasta que el árbitro paró la pelea. Y ya está. Fue uno de los grandes aprendizajes. Y, por supuesto, también estaba el miedo, el miedo a la derrota, porque la derrota existe y punto. En otro verso del disco digo: "Saborearás el sabor de la vida cuando entiendas que en fallar está crecer y que triunfar es un accidente". Viene a decir que en fallar está el aprender y que triunfar es solo un accidente. Y es eso, tío.

¿Eres, entonces, un pesimista convencido de que puede equivocarse? En general.

Hombre, claro que me he equivocado. ¡Y las que me quedan! Claro. Pero si no lo hubiera hecho… Como cuando me dijeron que escribiera un monólogo. Lo hice porque escribo poesía, así que es como cambiar el tiro. "A escribir gilipolleces", pensé. Pero mira, la gente se partía. Si hubiera dicho que no, a saber.

Hay que hacerlo, aunque la cagues.

Pero y si la cagas, ¿qué? Tampoco pasa nada. Dani Rovira me dijo una vez que cogiera el día que más haya petado y el día que peor haya ido para hacer una media, y el resultado es lo que eres. Las hostias te las vas a dar con todo, como todo el mundo. Un día vas a estar mejor y otro peor. Los días que más he reventado ha sido cuando más hundido he llegado al teatro. Pero hundido de que me quería volver a mi casa. Al final me tomaba un vino y subía a un escenario. Aun así, esos días, tío, son los que he reventado. La peña huele el sufrimiento, la sangre. Eso lo huelen. No es lo mismo salir y decir "buenas noches" de una manera que salir y decirlo de otra, mostrando que no quieres estar ahí. No sé qué hay ni de dónde sale, pero llega un momento en el que la gente se te viene arriba. Es espectacular.

Veo que tu disco, Resiliente, se ha trabajado con Yuri Méndez Jr. [Pájaro Sunrise]. Una vez, en una entrevista, me dijo la siguiente frase: "No se trata tanto de dónde estás como de adónde irás una vez que hayas alcanzado el lado bueno".

[Silencio] Es que Yuri… Cuidado, ¿eh? Amo a Yuri, aunque lo conozco desde hace poco, cuando empezamos con el disco, pero me parece un puto genio. Es un chaval con una sensibilidad y con una cabeza… También tiene el hombre su tormenta importante en la cabeza. Léeme la frase otra vez, por favor.

Sí. "No se trata tanto de dónde estás como de adónde irás una vez que hayas alcanzado el lado bueno".

Es que es una frase muy de Yuri. Y si no alcanzas el lado bueno nunca, ¿qué haces? ¿Cuál es el lado bueno? Con Yuri hablo mucho, sobre todo en los ensayos. ¿Cuál es el concepto de lo bueno y de lo malo? Yo te aseguro que mis últimos once años, a nivel de salud, de físico, de cuidarme y a nivel de sufrimiento interior, han sido muy malos. Desde los treinta y cuatro o así hasta los cuarenta y cuatro que tengo ahora. Lo curioso es que han sido los mejores años a nivel profesional. Lo que he tocado ha salido para arriba. He estado jodido. ¿Y eso es bueno o malo?

Estarás de acuerdo conmigo en que en la vida hay que tener metas volantes que hay que pasar.

¡Exacto! Las pasas y podrás comparar, porque has estado bien. Sin embargo, cuando estás mal, debes tener la capacidad –que de vez en cuando tengo y que de vez en cuando no- de decir "se acabó". Otra cosa que no nos enseñan en el colegio desde el primer día es que el ser humano es emoción, es físico, es pensamiento y es espiritualidad. Y no son cuatro comportamientos estancos, te guste o no te guste, porque es así. Si tú físicamente estás bien y estás en comunión con la Madre Tierra; te alimentas bien, no tomas todo tipo de mierdas y estás en armonía con el mundo, espiritualmente lo normal es que estés bien. Y como consecuencia de esto lo normal es que, emocionalmente, también estarás muy bien, teniendo una lucidez mental muy por encima de la media.

¡Un efecto dominó!

Efectivamente. Estas cosas son las que tendrían que enseñar en los colegios desde el primer día. Somos estas cuatro cositas. Intentemos generar un equilibrio. Y cuando usted esté equilibrado, estaremos equilibrados todos, por lo que podremos ocuparnos de las cosas importantes y no de saber si en Marte hay vida, cosa que me la suda, personalmente hablando. Si en Marte hay vida, llegaremos allí nosotros y pondremos un Hipercor y un McDonald’s. ¿Para qué, entonces, queremos saber si hay vida en Marte? No me importa. Lo que me importa es que pueda coger un avión para plantarme en tres horas en un país en el que la gente no tenga ni un lápiz ni un papel para escribir ni agua en casa. Por eso me paso la carrera espacial por la punta de la polla. Llámame ignorante, pero esa es la movida. ¿Qué es lo bueno y lo malo? ¿Qué quieres que te diga?, si realmente no tengo ni puta idea de nada.