Si quisiera disuadirte de que hoy, el día en que se han conocido nuevos casos de personas infectadas por coronavirus en Madrid y Barcelona, vayas corriendo a comprarte una mascarilla quirúrgica en una farmacia o a través de Amazon, la mejor fórmula no pasaría por explicarte que no es necesario que una persona sana se ponga una mascarilla para evitar contagiarse, ni tampoco decirte que las mascarillas quirúrgicas no evitan el contagio salvo que se la ponga un enfermo contagiado por el Covid-19, sino decirte que de los casos que se han detectado en España a dos de ellos ya les han dado el alta (lo que es cierto). Porque solo así voy a tener una oportunidad de convencerte. Porque el fenomenal incremento de la demanda de mascarillas en España en los dos últimos meses y el que nos espera a partir de hoy tiene que ver más con la reacción del ser humano ante un agente desconocido que con la calidad o la cantidad de la información. A esta conclusión no hemos llegado nosotros, sino José Ramón Ubieto, psicólogo experto en comportamiento y profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, a quien le hemos preguntado cómo es posible que después de que la Organización Mundial de la Salud y el Ministerio de Sanidad nos hayan dicho que no es necesario que las personas sanas llevemos mascarillas por la calle y que no está demostrada su eficacia para evitar contagios, se estén agotando, sin embargo, en las farmacias.

La venta de mascarillas quirúrgicas y mascarillas desechables para uso personal con filtros, según la empresa de distribución de productos farmacéuticos Cofares, ha crecido en España un 710% en el mes de enero en comparación con enero del año pasado (básicamente, se han vendido 32.300 unidades más). Pero es que es más: la demanda de mascarillas se ha incrementado en las farmacias españolas en un 10.000%, según la Federación de Distribuidores Farmacéuticos (Fedifar), comparando enero de 2020 y enero de 2019. Y todo esto (todas estas cifras) ha sido antes de que se confirmaran los primeros casos de personas infectadas por el virus en Madrid y Barcelona y antes también del primer caso positivo en La Gomera.

Todavía no hay cifras sobre la demanda real en febrero, pero todo apunta a que será más elevada y que seguirá creciendo, y que muchas farmacias se están quedando sin stock. Lo más relevante es que detrás de esa elevada demanda hay también una elevada desinformación. Porque ni es necesario el uso de mascarillas para prevenir el Coronavirus (Covid-19) en personas sanas (salvo unos modelos muy concretos que evitan la inhalación de patógenos para los familiares que estén en contacto con enfermos del virus en hospitales y para el personal sanitario que les trata), ni todas las mascarillas protegen del contagio (evitan que una persona enferma contagie, pero no que una sana no se contagie), como advierten la OMS y el Ministerio de Sanidad.

Ubieto explica la reacción de forma sencilla. "Si vas al metro y hay cuatro personas con mascarillas, piensas: bueno, vale; si vuelves y hay ocho, tienes dudas, y si a las doce horas ves que está el 90% del vagón, empiezas a preguntarte si eres tú el que está equivocado. Y no importa si tiene una base científica o no, y no importa que las autoridades sanitarias hayan dicho que no es la forma de prevenir el contagio, lo que importa es el contagio del miedo, no el contagio del virus. El contagio del miedo tiene otros canales que no son los canales de contagio del virus".

"Por un lado está la información mínima o la desinformación. Hay un reciente estudio de 2018 [elaborado por la revista Science] que dice que el 40% de las informaciones que circulan por las redes sobre Sanidad son falsas. Un estudio más reciente, a propósito de las informaciones relacionadas con el Coronavirus entre el 26 y el 28 de enero, se encontró con que Facebook, Reddit y Twitter contenían más de 13.000 informaciones falsas. Tienen una potencialidad de credibilidad importante porque se refieren a algo desconocido", explica Ubieta.

"El límite llegará cuando se empiecen a revertir los datos oficiales. Es verdad que ahora son pocos los casos, comparativamente con otras epidemias, pero van a ir en aumento y se están diseminando. Si sabemos que va en aumento, pero solo ocurre en Wuhan no pasaría lo mismo, pero al irse diseminando por países y ciudades, aunque sean pocos casos, la diseminación plantea que nadie está a salvo. Hasta que no empiecen a revertir los datos y sean objetivos, hasta que no haya casos de nuevos contagios, hasta que todos estén curados, hasta que comience a estar controlado, seguirá siendo un agente desconocido", plantea este psicólogo.

Pero la información está ahí, le hagas o no le hagas caso.

Usar una mascarilla de protección puede ayudar a limitar la propagación de ‎algunas enfermedades respiratorias, sí, pero, sin embargo, el uso de una ‎mascarilla no garantiza, por sí solo, que no se contraigan infecciones y ‎debe combinarse con otras medidas de prevención, en particular una buena higiene de manos y evitar el contacto cercano. ‎Lo dice la Organización Mundial de la Salud, no lo decimos nosotros. Porque una mascarilla no cubre los ojos, que es otro de los puntos de contagio, otra de las puertas de entrada del virus. Eso por no hablar de que la infección por el virus tiene que ver más con manos que tocan superficies contaminadas y que luego se llevan a boca, nariz y ojos.

Las mascarillas quirúrgicas, las que no llevan filtros (como la que aparece en la imagen que ilustra este artículo), que son las más populares desde que se confirmó el virus el 7 de enero en Wuhan, están diseñadas de dentro hacia fuera para evitar la diseminación de microorganismos normalmente presentes en la boca, nariz o garganta y evitar así la contaminación del paciente o de la herida. También se pueden utilizar para evitar el contacto con salpicaduras de fluidos potencialmente patógenos (piensa en una hemorragia, en una autopsia, en una intubación) por parte del personal que atiende a personas enfermas. Pero no previenen la inhalación de patógenos. Son efectivas para evitar que un enfermo contagie y la OMS sí recomienda su uso para personas que crean que pueden estar infectadas y se dirijan a un hospital para confirmar la enfermedad. Pero no recomiendan su uso para personas sanas que no están cuidando de personas enfermas.

La OMS ha aconsejado el uso racional de las mascarillas médicas "para evitar el ‎derroche innecesario de recursos valiosos y su posible uso indebido". "Esto significa ‎que solo debe utilizar una mascarilla si se presentan síntomas respiratorios ‎‎(tos o estornudos), si sospecha que se tiene infección por el Covid-19 ‎con síntomas leves o si se está cuidando de alguien de quien se sospeche ‎que está infectado por el Covid-19. Se ha de sospechar de una infección ‎por Covid-19 si la persona en cuestión ha viajado a una zona de China ‎en la que se haya notificado la presencia del Covid-19 o si ha tenido ‎contacto cercano con alguien que haya viajado desde China y tenga ‎síntomas respiratorios", advierte la OMS.‎

Las únicas mascarillas que de verdad ayudan a impedir (fíjate en el matiz: 'ayudan a') que si evitan que se inhale el virus son los modelos de mascarillas con filtro FFP2 y los modelos con filtro FFP3, que son de un único uso (24 horas). Las primeras tienen una eficacia de filtración del 92% y las segundas, del 98%. Tanto la OMS como el Ministerio de Sanidad recomiendan su uso por parte de personas sanas.

Y ahora vamos con la psicosis, que está en la demanda y que ha terminado derivando también la oferta.

¿2.000 euros al mes en mascarillas?

El mejor ejemplo se ve en Internet. Ahora mismo hemos encontrado una mascarilla FFP2 en Amazon, si no se ha agotado para cuando leas estas líneas, costaba, ante la rotura de stock provocada por la elevada demanda, 29,99 euros en algunos de sus vendedores. Si una mascarilla te dura para un día (24 horas), suponiendo que salieras a la calle solo las semana laboral, hablaríamos de veinte mascarillas a la semana por miembro de tu familia al mes. Para una familia de cuatro estamos hablando de 2.064 euros al mes, incluidos gastos de envío, hasta que se controle la expansión del virus. 2.064 euros, además, para algo que no hace falta.

Como las cuentas no salen, los consumidores se quedan con cualquier mascarilla, como las mascarillas quirúrgicas de papel sin filtro cuya vida útil también es de 24 horas, que no previenen de la inhalación del virus. Se estaban vendiendo packs de 3 unidades a 59 euros en Amazon cuando estábamos escribiendo este artículo. Las cuentas tampoco salen, pero es que suponen, simple y llanamente, tirar el dinero. 393 euros al mes por persona, 1.500 euros por familia. Y estamos hablando de un tipo de mascarillas que habitualmente cuestan 8 euros un paquete de 50 máscaras.

Entre las medidas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se encuentra también el frecuente lavado de manos con agua y jabón o con un gel hidroalcohólico. Desde el 1 de enero hasta el 16 de febrero de 2020, las farmacias españolas han visto cómo la venta de productos de la categoría desinfectantes y ayuda en higiene de manos ha aumentado en más de 8.000 unidades, un incremento del 300% con respecto al mismo periodo del año anterior. En muchas farmacias también se han agotado, pero, por lo menos, ayudan a propagar el coronavirus y otros virus, como la gripe corriente.