Puede que el propio Stephen King haya dicho sobre sí mismo que es "la versión literaria de los McDonald's", pero bastan unos cuantos datos para hacernos una idea de lo inmenso de su legado. Desde la publicación de Carrie (1974), el maestro del terror ha escrito unos 65 libros, sin contar los de no ficción y sus (maravillosas, por otra parte) colecciones de relatos cortos. Se calcula que hay más de mil millones de libros suyos en circulación, entre ellos clásicos como It, El resplandor, Apocalipsis y su obra magna, la serie La Torre Oscura. Y nos ha regalado personajes inolvidables como Bill Hodges, Jack Torrance o Andy Dufresne. Por no hablar de que se han adaptado más de 50 películas de sus libros, a los que se atribuye, ni más ni menos, el renacimiento del género de terror de finales del siglo XX. Pero puede que el escritor nunca hubiera llegado a ser un productor en serie de best-sellers de no haber sido por su mujer, Tabby.

Porque, cuando hace poco más de 40 años, Stephen King escribió las tres primeras páginas de Carrie en 1972, las arrugó inmediatamente y las tiró al cubo de la basura. Estaba decepcionado consigo mismo y sentía que "no podía escribir desde la perspectiva de una mujer". Además, toda la historia le repugnaba. Carrie White, la protagonista, era "una víctima irritante y prefabricada", y la trama iba "demasiado lenta". No podía perder dos semanas, tal vez incluso un mes, creando una novela que no me gustaba y que no sería capaz de vender", escribió King en sus memorias, Mientras escribo. "Después de todo, ¿quién querría leer un libro sobre una pobre chica con problemas menstruales?".

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Al día siguiente, su mujer Tabitha, o Tabby como él la llama cariñosamente, encontró las tres bolas de papel arrugadas en la papelera. Cuando King volvió del trabajo, le dijo: "Aquí tienes algo. Creo de verdad que sí". Durante las semanas siguientes, Tabby guio a su marido por el mundo de las mujeres, dándole consejos sobre cómo moldear a los personajes y cómo escribir, por ejemplo, la icónica escena de la ducha.

Porque por aquel entonces, King estaba muy lejos de ser el prestigioso autor que es hoy. A principios de los 70 enviaba sus relatos a revistas masculinas como Playboy o Penthouse y cuando tenía suerte, de vez en cuando aparecía un cheque en el buzón. Era el dinero justo para que la familia no necesitara la ayuda de la beneficencia.

Inspirado por el entusiasmo de su esposa, King siguió escribiendo en la Olivetti de Tabby, usando un escritorio improvisado entre la lavadora y la secadora. Nueve meses después, el borrador final estaba terminado. Para entonces Carrie era una novela corta de 98 páginas que, según su propia confesión, detestaba. Entonces decidió reescribirla y tratar de convertirla en una novela. Se basó en documentos inventados que supuestamente eran de revistas como Esquire o Reader's Digest, imitando su estilo.

cómo la esposa de stephen king salvó a carrie y ayudó a que despegara la carrera del maestro del terror
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La creación de un best-seller

En los años noventa, Stephen King estaba hya recibiendo una media de 15 millones de dólares como adelanto por cada libro que escribía. Y escribía muchos. Un año llegó incluso a publicar cuatro del tirón. Tantos, que sus editores le obligaron a buscarse un alias (Richard Bachman) para no saturar el mercado con sus libros. Pero al inicio de la década de los setenta, él y su familia eran pobres. Él, Tabby y sus dos hijos pequeños vivían en una caravana y conducían un Buick oxidado sujeto con cinta aislante.

Mientras su esposa trabajaba en un Dunkin' Donuts, él enseñaba inglés en Hampden Academy, un instituto privado del este de Maine. Para llevar algo más de dinero a casa, King trabajaba los veranos en una lavandería industrial y se pluriempleaba como conserje y empleado de gasolinera.

De hecho, encontró la inspiración para el personaje de Carrie a partir de dos de las chicas más solitarias que recordaba del instituto donde trabajó. Una era una chica muy tímida que sufría epilepsia. Su madre, muy religiosa, tenía un crucifijo de tamaño natural en el salón. La segunda chica siempre estaba sola y llevaba la misma ropa a clase todos los días, lo que le hacía ser objeto de constantes burlas.

Cuando King escribió Carrie, ambas chicas habían muerto. La primera sufrió un ataque de epilepsia. La segunda sufría depresión posparto y, un día, se apuntó con un rifle al estómago y apretó el gatillo.

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El éxito llama a la puerta

El borrador final fue rechazado por hasta 30 editores, pero finalmente uno, el editor de la editorial Doubleday, Bill Thompson, le ofreció un adelanto de 2.500 dólares para publicar el libro. King utilizó el anticipo para comprar un Ford Pinto reluciente y trasladó a su familia de la caravana a un apartamento de cuatro habitaciones en Bangor, Maine. De repente tenían dinero para comprar comida e incluso podían permitirse un teléfono.

Optimista por una vez, esperaba que los abultados cheques de los derechos de autor siguieran llenando su cuenta bancaria, pero Carrie solo vendió 13.000 ejemplares en la edición de tapa dura, lo que le convenció de firmar a regañadientes un nuevo contrato como profesor para el curso escolar de 1974. Incluso trató de conseguir un trabajo como crítico de cine en un periódico de Colorado, pero le rechazaron.

Pero poco después, una llamada telefónica lo cambiaría todo. Era Bill Thompson otra vez. "¿Estás sentado?", le preguntó. King estaba solo en casa, de pie en la puerta, entre la cocina y el salón. "¿Es necesario?", le respondió. "Puede que sí", dijo Thompson antes de soltarle la gran bomba: "Los derechos de Carrie en rústica los ha comparado Signet Books por 400.000 dólares y 200.000 son tuyos. Enhorabuena, Stephen".

Carrie vendió más de un millón de ejemplares en su primer año como libro de bolsillo, a pesar de que a la crítica no le convenció mucho, un sambenito que acamparía al autor durante gran parte de su carrera. Mientras el New York Times se mostró impresionado, teniendo en cuenta que se trataba de la primera novela de un autor desconocido, publicaciones como el Library Journal la calificaron de "terriblemente exagerada". En un punto intermedio, el crítico de Booklist dijo: "Es pura basura, pero me encantó".

Pero los lectores lo tenían mucho más claro: Carrie fue todo un éxito y no tardó en ser adaptada al cine por Brian de Palma en 1975. Ese impulso sumado a los 200.000 dólares que recibió King le permitieron dejar su trabajo como profesor y dedicarse a la escritura a tiempo completo. De hecho, durante los siguientes seis meses escribió los borradores para Blaze y El misterio de Salem's Lot. Esta última se convirtió en su segunda novela publicada en 1975.

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La dedicatoria más importante

Stephen King, decimonoveno autor más vendido de todos los tiempos (el libro Guinness de los récords sitúa a la también prolífica novelista Agatha Christie como la primera de la lista), ganó la Medalla a la Contribución Distinguida a las Letras Americanas en 2003 y fue invitado ese mismo año a hablar en los National Book Awards, uno de los premios literarios más prestigiosos que se conceden en Estados Unidos.

Durante su intervención, no disertó sobre la escritura, el éxito o el dinero. En su lugar habló de la mujer que rescató a Carrie de la basura e insistió en que siguiera adelante.

"Si mi mujer me hubiera sugerido, aunque fuera con amor, amabilidad y gentileza... que había llegado el momento de aparcar mis sueños y mantener a mi familia, lo habría hecho sin rechistar", dijo King durante la ceremonia de entrega de premios.

"Pero nunca se le pasó por la cabeza. Y si abres cualquier edición de Carrie, leerás la misma dedicatoria: 'Esto es para Tabby, que me metió en esto y luego me ayudó a salir'".