Belén Cuesta (Sevilla, 1984) se muestra como una mujer práctica, sensata, de pocas fantasías y mucha realidad. Porque cuando de niña se le despertó la vocación y soñó con ser actriz, nos cuenta que no se le apagó la ilusión porque en la Fuengirola donde creció –revisa aquí nuestro homenaje a Málaga, Capital Esquire 2024– no hubiera teatros ni compañías. Al revés. Siguió su instinto, convirtiéndose en la imprescindible de las funciones del salón de actos del colegio, a la espera de otras oportunidades. Hoy Belén parece que sigue siendo la misma: siempre dispuesta pero sin prisas, aunque ya tenga premios y fama. ¿Tan poco nos cambian los años? Hablamos con ella de este y otros temas que casualmente planean sobre su nuevo trabajo, Las largas sombras (estreno 10 de mayo en Disney+), una miniserie sobre un grupo de amigas que se conocen desde el instituto. La aparición de los restos mortales de una de ellas, desaparecida hace 25 años en el viaje de fin de curso, revienta sus vidas. Elena Anaya, Irene Escolar y Marta Etura la acompañan en este thriller policial –apunta las 47 mejores de intriga y misterio en Netflix– que funciona como la mejor partida de Cluedo.

"Mi personaje en ‘Las largas sombras’ ha cumplido sus sueños, pero no por ello es la más satisfecha"
belén cuesta en esquire
Pablo Zamora

Basada en la novela de Elia Barceló, es una historia de intrigas, mentiras y sorpresas, protagonizada por mujeres, realizada por mujeres y donde nada es lo que parece. ¿Cómo ha sido el rodaje?
Uno de los más placenteros de mi vida, no solo por la magnífica dirección de Clara Roquet y la fotografía de Neus Ollé, que crearon además un ambiente genial, sino también por el detalle y los tiempos que se han invertido. Hemos ensayado muchísimo, cosa que no suele hacerse, y se nota en el resultado. Rodar un thriller es complejo, no se puede ser tramposo.

Interpretas a Teresa, una médico con una vida perfecta. ¿Qué más puedes contar?
Poco, es un thriller [risas]... A ver, ella es una más de esa pandilla de toda la vida y, como todas, tiene una sombra que arrastra del pasado. Representa un rol social. Es, junto con Rita [Elena Anaya, aquí su entrevista más sincera], la que ha cumplido sus sueños, pero no por ello es la más satisfecha. Trabajamos mucho esas sombras que ocultan y muestran para que el espectador vaya resolviendo el enigma.

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La serie es, además, un escaparate que expone muchos temas: bullying, abuso a menores, homosexualidad, duelo, adicciones, amistad, sexo, traición, fidelidad, corrupción… ¿Debatisteis mucho sobre ello?
Sí, hablamos mucho, porque cada una de ellas vive su drama, su dolor, sobre uno de estos temas que mencionas. Ha sido un trabajo de puzle muy fino sobre cómo se asumen, gestionan y se confiesan estos traumas a lo largo del tiempo. Sin revelar demasiado, contaré que somos dos elencos: nosotras y nosotras de jóvenes. Y la directora hizo algo muy inteligente: nos dejó ver las escenas de las actrices adolescentes para que tuviéramos recuerdos reales. A ellas no. No quería condicionarlas.

¿Qué asuntos de los que toca la serie te preocupan más a nivel personal?
Todos, porque todos son duros. La serie me hizo pensar mucho en el bullying y en mi propia adolescencia. Antes las cosas eran más sencillas, o eso creo. Ahora con las redes sociales todo se amplifica. Lo sé porque tengo amigos con hijos adolescentes. Creo que las redes sociales, en lugar de liberarnos, tienen el poder de multiplicar los problemas como el bullying, la anorexia, la bulimia. Eso me da mucho miedo. Acabo de ser madre.

"Tuve una infancia muy feliz, muy cómoda, muy familiar. Crecí en Fuengirola frente al mar"
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Pablo Zamora

¿Qué tipo de infancia y adolescencia tuviste tú? ¿Les pones algún pero?
Ninguno, fui muy feliz porque crecí frente al mar. Tuve una infancia muy cómoda, muy familiar, con mis tías que han sido como madres, mis primos que son hermanos. Bajaba a la calle a jugar, nos bañábamos en la playa. Recuerdo esos años como un verano continuo, aunque no siempre era verano, claro [risas]. Es que Málaga es el mejor lugar del mundo para vivir [apunta los mejores hoteles de Málaga].

Pero naciste en Sevilla, ¿no?
Sí, mi madre quiso dar a luz allí porque estaba mi abuela. Mis padres vivieron años en Sevilla y luego, imagino que porque en Fuengirola se vive mejor y había más familia, se mudaron.

¿Por qué te hiciste actriz? ¿Tienes algún antecedente artístico?
Bueno, mi madre estudió Bellas Artes y mi padre fue fotógrafo un tiempo, y luego se dedicó a la abogacía, pero actores ninguno.

"Dejé la abogacía porque el teatro cada vez me ocupaba más tiempo"
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Pablo Zamora

¿Por eso empezaste Derecho?
Imagino [risas]... Yo tenía claro que quería ser actriz desde niña, no sé por qué. En el instituto ya iba a clases de interpretación y, cuando llegó el día de ir a la universidad, se me pasó el plazo para matricularme en Arte Dramático y empecé Derecho. Luego lo compaginé con la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga y al final dejé la abogacía porque el teatro cada vez me ocupaba más tiempo.

Paquita Salas (2016), Kiki, el amor se hace (2016) –del actor y director Paco León–, La llamada (2017) –de Los Javis–, La casa de papel (2017), Ventajas de viajar en tren (2019), La trinchera infinita (2019) –premio Goya– , Sentimental (2020), Cristo y Rey (2023) –disfruta con la visita guiada de la casa del otro protagonista, Jaime Lorente–, o Cristóbal Balenciaga (2024) –aquí la entrevista de Alberto San Juan, quien le interpreta– demuestran que es una imprescindible de nuestro audiovisual. Ahora está feliz compaginando su reciente maternidad con el rodaje de una serie para Netflix, Legado –“porque puedo conciliar, claro, pues mi prioridad ahora es mi hija”, dice– y planeando la próxima escapada a su tierra que tanta energía le da.

Estilismo: Alicia Padrón. Maquillaje y peluquería: Iván Gómez