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Ya están al caer las primeras vacaciones importantes de 2024 y seguimos buscando un destino original para Semana Santa. Ya os hemos hecho propuestas como la región italiana tan bonita como la Toscana pero menos masificada, la ciudad de Portugal que es una gran alternativa a Lisboa y Oporto, una península con grandes playas y más burros que personas, una isla francesa que casi nadie conoce, a la ciudad austriaca de cuento de hadas tirolés… Como a muchos de nosotros no nos gustan las aglomeraciones de turistas que se suelen vivir durante estas fechas, hoy os queremos hablar de Delft, una joya escondida de los Países Bajos que ofrece una experiencia más íntima que su vecina Ámsterdam.
Esta preciosa ciudad cuenta también una red de canales que serpentean entre la arquitectura histórica, e invita a los visitantes a sumergirse en un ambiente de tranquilidad y belleza sin el bullicio de las multitudes turísticas.
Conocida por su cerámica azul y blanca, destaca también porque en ella vivió y trabajó Johannes Vermeer, el maestro del barroco holandés, cuyas obras capturan la luz y la vida de Delft en el siglo XVII. De hecho, es bastante probable que cuando pasees por sus calles te sientas como si formaras parte de algunas de sus pinturas.
Los canales de Delft no solo son un espectáculo para la vista, sino también arterias de la historia. Originalmente construidos como parte del sistema de defensa de la ciudad, ahora son vías de recreación y transporte. Un paseo en barco por estos canales es una manera perfecta de apreciar la arquitectura y la historia de la ciudad desde una perspectiva diferente que no te puedes perder.
La Grote Markt es el corazón palpitante de esta ciudad holandesa, el punto de partida esencial para cualquier visitante. En su centro, la estatua de Hugo Grotius, un ilustre intelectual del siglo XVII y orgullo de Delft, se erige como un recordatorio constante del rico legado cultural de este lugar. El Ayuntamiento, con su fachada que captura la esencia de la arquitectura renacentista neerlandesa, se alza majestuoso con su diseño simétrico y sus equilibradas proporciones.
La Nieuwe Kerk, otro emblema de la plaza, alberga un mausoleo real, perpetuando la memoria de los monarcas holandeses en una tradición que se remonta a Guillermo de Orange. Este sitio no solo es un lugar de descanso para la realeza sino también un símbolo de la historia nacional. Siguiendo la historia de Guillermo de Orange, el Prinsenhof se presenta como un capítulo crucial en la narrativa de Delft. Este antiguo palacio real, escenario del asesinato del monarca, aún conserva las marcas de aquel fatídico evento, permitiendo a los visitantes un encuentro cercano con la historia.
La Oude Kerk, apodada "Viejo John" por los locales, es la iglesia más antigua de la ciudad que se distingue por su torre inclinada y en cuyo interior está enterrado Johannes Vermeer. Finalmente, no te puedes perder un paseo por Oude Delft, el canal más antiguo de la ciudad, un lugar repleto de serenidad y belleza cuyo entorno refleja la esencia del urbanismo neerlandés.
La cercanía de Delft a otras ciudades importantes como La Haya y Rotterdam la convierte en un punto de partida ideal para explorar más de los Países Bajos. Además, cuenta con buenas conexiones de tren y carretera, por lo que es fácil partir y llegar a ella como base para tu viaje por esta zona de Europa.