Estamos en 8-M, un día que se ha convertido en símbolo y espacio para la reivindicación de la lucha feminista. El problema es que marcar algo en el calendario hace que todo, incluido el mercado, gire en torno a una fecha concreta que muchos quieren aprovechar. Y no, el 8-M no debería ser tratado como la Navidad, el Black Friday o San Valentín, poniendo películas y series de "temática feminista" por venderlas mejor. Nuestro mundo de nuevo ha sido bien retratado por la sátira de El Mundo Today que publicaba un artículo ficticio (como siempre) en el que mostraba a un directivo de marketing de una empresa de mantequilla exigiendo ideas sobre el feminismo y su producto para el 8-M. Pues bien, la mantequilla ideada por Netflix para hacer honor a este día se llama Damsel.

millie bobby brown damsel netflix
Netflix

La película, que finalmente ha decidido estrenarse sin traducir su título al castellano (se llamaría Damisela) nos lleva a un mundo medieval fantástico en la que una familia noble de una región muy pobre del Norte no se lo piensa dos veces en entregar a su hija en matrimonio al príncipe de un reino de cuento de hadas. Por supuesto, la cosa no tarda en torcerse y la luna de miel en realidad resulta ser la ofrenda de la chica a un dragón. Dirigida por el español Juan Carlos Fresnadillo y protagonizada por la siempre carismática Millie Bobby Brown, Damsel tarda lo menos posible en mostrar sus intenciones. De hecho, antes de que aparezca la primera imagen, un texto nos avisa: "Abundan las historias de caballería en las que el heroico caballero salva a la damisela en apuros. Esta historia no es una de esas". Cuando no confías en que el espectador saque esa conclusión por sí mismo...

Y aquí es donde encontramos el gran problema de Damsel: convertir sus buenas intenciones en un mensaje tan directo que acaba sonando a publicidad, a eslogan, más que a contenido. El espectador tendrá entonces que enfrentarse a un relato medianamente bien rodado, con unos efectos especiales decentes para una película estrenada en televisión y a un ritmo de acción y terror sobrados para no dormirse. Puede que esto sea suficiente. El problema es que sabemos ya desde el principio que la chica va a vencer, que los hombres no van a servir para nada y, bueno, incluso el principal giro de la película se convierte en obvio al descubrir el sexo de cierto personaje.

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Por supuesto, la mayoría de cuentos clásicos patriarcales tienen un final tradicionalmente igual de obvio: bodas, príncipe, perdices, etc. El problema de Damsel es que si de verdad quiere revolucionar este tipo de historias –algo que ya hizo Shrek hace más de 20 años– no se puede todavía más obvio que estas. Y menos todavía anunciarlo antes de la primera escena. Damsel es una película muy adecuada para celebrar el 8-M en una plataforma de streaming, el problema es que anunciarla como tal le quita al espectador la gracia de descubrir el por qué. Volviendo a heroínas de cuentos medievales, en Frozen la traición del príncipe era una sorpresa, y los personajes masculinos ayudaban aunque desde un papel secundario. Sin embargo, descubríamos con sorpresa que ese beso final entre el chico y la chica en realidad se convertía en una muestra de amor de hermanas. Repetimos, lo descubríamos, no nos lo decían. En Brave, de Pixar, ni siquiera hacían falta lecturas tan obvias. Volviendo a la propia Millie Bobby Brown en Netflix, en Enola Holmes también crece su personaje gracias al de Henry Cavill e incluso a su leve historia de amor con el de Louis Partridge.

Y no, por favor, no seremos nosotros los que nos quejemos de una película en la que los hombres son unos inútiles malvados. Nos quejamos de una película cuya única intención parece ser anunciar que es una de esas películas en las que los hombres son unos inútiles. Se han hecho, como bien dice Damsel, cientos de cuentos de caballería de hombres heroicos y mujeres en apuros. Damsel podría equilibrar un poco esa balance dándonos la versión contraria en cuento a géneros, el problema es que esa sea su única intención, su anuncio, su fin, y no su camino para llegar a alguna parte.

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Netflix ya tiene su película 8-M, igual que tendrá películas de Navidad o de terror en Halloween. El problema es que parece que surgió con las mismas intenciones que esa empresaria de la mantequilla que necesita vender con una nueva percha de actualidad su producto.