A Ángel Martín (Barcelona, 1977) estamos acostumbrados a verlo de risas, ya sea presentando un programa de televisión o en sus monólogos. Sin embargo en las distancias cortas es de esos tímidos con alardes de extroversión, que se van animando según pasa el tiempo. De hecho, lo primero que le dice a nuestra fotógrafa es que él no es de poner caras, aunque lo parezca. Y sin embargo, acaba poniéndolas todas para nuestro vídeo (ahí arriba lo tienes). Y eso que esta vez nuestra entrevista tiene como objeto un tema serio. “Eres la primera persona, que no es mi agente literario o mi familia, con la que hablo y que ha leído el libro", me dice con cierto nerviosismo.

Y es que Por si las voces vuelven (Ed. Planeta), que ya está a la venta, es en realidad el relato de su propia experiencia como enfermo mental, sobre cómo vivió un brote piscótico y cómo después ha tenido que reconstruirse.

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Nani Gutiérrez
Ángel Martín mira desafiante a sus haters

Ha tenido que ser muy difícil escribir sobre algo así, tan personal…
Sí, pero me ha servido de mucho. Yo le recomendaría a cualquiera que haya pasado por una experiencia similar o que esté en un momento así, que ponga por escrito todo lo que se le pase por la cabeza. Porque creo que escribir te permite poner en orden muchas cosas, que cuando están en la cabeza, ahí dentro y en medio de un tornado, no entiendes. Escribir es bastante terapéutico porque te obliga a ordenarlo, yo lo recomiendo. Y no solo en casos como el mío. Desde que salí del hospital he escrito mucho, muchísimo, porque era mi única vía para mantenerme más o menos vivo. Pero de repente eres consciente no solo de tus cosas, sino de las cosas del otro, de lo que tienes más cerca. Y cuando explicas una discusión y la relees te das cuenta de que la movida no es que no hayas fregado los platos, sino que no nos llevamos bien porque tú esperas de mí algo que no puedo darte. Es muy revelador para todo el mundo y en todos los casos.

Este libro sale en un momento en el que la salud mental está de moda ¿es casualidad?
Totalmente. A nosotros nos ha pillado por sorpresa porque el libro ya estaba planificado y ha sido una carambola extraña que ahora la salud mental esté más de actualidad. Pero es normal, porque después de estar un año y medio encerrados en casa, lo lógico es que afloren estas cosas de una forma muy salvaje y yo creo que va a pegar un petardazo increíble el año que viene, ya veremos.

Por si las voces vuelven (No Ficción)

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¿Cuál ha sido tu experiencia con el sistema de salud mental? ¿es tan malo como lo pintan?
Mi experiencia ha sido diferente a la de la mayoría de la gente con la que hablo, porque yo ingreso sin saber que estoy siendo ingresado. Casi todo el mundo toma la decisión de irse a un psiquiatra o a un hospital o de pedir ayuda. Se da cuenta de que le está pasando algo y pide ayuda. No fue mi caso. En mi caso alguien vino y me dijo: ¿Me acompañas al hospital? [en el libro cuenta que su pareja de entonces le pidió a un amigo que común que le dijera que lo hiciera] Dije que sí y allí me quedé. Así que durante mi ingreso no sabía muy bien qué estaba pasando y cuando salí, no sabía muy bien qué había pasado. Es como si te hubieran montado en una tabla de surf y salieras lleno de arena y con la cabeza rota, pero sin idea de qué ha pasado entre medias. Yo ahora acabo de empezar el viaje de tratar de entender qué es lo que ha pasado. He tenido la suerte de poder ordenar todo lo que he aprendido y todas las herramientas que yo he usado para tratar de volver a ordenar mi cabeza, pero mi experiencia con psiquiatras, hospitales, etc es prácticamente nula. Tengo muchas ganas de que salga el libro para que la gente me cuente sus historias.

"No vuelves a ser el mismo: te toca hacer un trabajo de reconstrucción muy salvaje y muy bestia"

¿Entonces lo difícil viene cuando sales fuera?
Sí, yo salí del hospital esperando reencontrarme con las voces. Crees que se han escondido para que puedas salir, pero que cuando salgas todo será exactamente igual a como lo dejaste, porque era un mundo muy guay, o al menos uno que entendías. Además, sales con el cerebro sin funcionar, porque la forma de actuar con alguien que ha sufrido brotes psicóticos es mantenerte en perfil bajo y no tienes la capacidad para entender qué ha pasado. Así que sufres un proceso de desesperación, de intentar encajar piezas para incorporarte al mundo, que sigue en marcha. Es muy descorazonador.

¿Y no vuelves a ser el mismo?
No, ni de broma. Y sobre todo es que no sabes lo que ha pasado. Como en mi caso me ingresaron y luego salí y de repente el mundo es distinto. Tratas de averiguar qué carajo ha pasado en ese rato que tú has estado en el hospital. Porque de repente tú entras en un sitio con unas voces en tú cabeza, has encajado una especie de universo, el mundo es una cosa totalmente distinta a lo que es para la mayoría… No vuelves a ser el mismo, claro que no: te toca hacer un trabajo de reconstrucción muy salvaje y muy bestia.

Imagino que nadie de tu entorno entiende lo que ha pasado tampoco…
La incomprensión del mundo que te rodea es brutal. Cuando tú te rompes el brazo, el otro lo puede ver, sabe cómo te sientes y cómo tiene que tratarte. Cuando es de coco, para la otra persona, si sales del hospital, es que ya estás bien, pero no es para nada así. Ahí es cuando empieza el trabajo de reconstrucción. Así que para la persona que te acompaña es casi tan salvaje como para quien lo está viviendo, porque necesita respuestas lo más rápido posible y no entiende lo que está pasando. Sin embargo, cuando sales del hospital no eres consciente de esas incomprensiones, no entiendes nada. Cuando sales del hospital lo único que tienes a tu alrededor es gente que no sabes muy bien quién es. Sabes los vínculos de sangre que tienes con ellos, más o menos, por cómo se están comportando, pero están muy alterados. De manera que todo ese trabajo de entenderlo que podía estar pasando al otro lado, lo puedes empezar a hacer cuando tú te has construido.

¿En algún momento has pensado si lo podías haber evitado?
No, pero sí cómo no me di cuenta. ¿Cómo fui capaz de guardar ese secreto que el universo me pidió que guardara? Eso es lo que me parece más loco, que de repente el universo me dijera que guardara el secreto de todo lo que acabábamos de descubrir juntos y que fuera capaz de guardarlo sin decírselo a nadie.

¿Y temes que pueda volver a ocurrir?
No soy un tío que viva con miedo a que vuelva a pasar. En mi caso, en su momento, creo que las drogas contribuyeron bastante a que pasara, pero nadie puede descartar que sin ellas hubiera podido pasar igualmente. De hecho, te explican que no saben si es un hecho aislado o si puedes tener tendencia a que pase. Así que voy un poco con pies de plomo, pero no tengo miedo. Si tiene que venir el rock, pues vendrá el rock.

¿Has aprendido algo de esta experiencia?
De todas las cosas que me han ocurrido en la vida es la que más agradezco con diferencia. Asumo todos los precios que he tenido que pagar para pasar por esto, pero agradezco que me haya obligado a ponerme delante de un espejo de una forma tan salvaje. De repente es como si vaciaras un cajón encima de la mesa, vieras todo lo que había y te dieras cuenta de que tenías mucha mierda ahí.

Además, leer tu libro pone al lector en el lugar de quien pasa por una situación así, le vas a hacer un favor a mucha gente.
En esta sociedad no nos han enseñado a escuchar al otro. El “¿cómo estás?” se ha convertido en una pregunta tan rutinaria que la respuesta la hemos llevado a algo rutinario también. ¿Realmente quieres saber cómo estoy? Te lo puedo contar, ¿eh? Pero en realidad no queremos oírlo. Hemos desvirtuado tanto el valor de hablar de lo que sentimos o de cómo estamos, que la mayoría contestamos y, lo que es peor, nos analizamos, al mismo nivel de superficialidad. Porque da igual: nadie quiere saber cómo estás.

"Mi plan nunca ha sido hacer reír a los demás, sino a mí mismo"

Y tu sentido del humor ¿te ha ayudado a llevarlo de otra forma?
Sí claro, imagino que mi forma de ver la vida me ha ayudado en algunos momentos, aunque cuando estás en el pozo no hay chiste que te salve. Además, yo no soy ese tipo de cómico que está siempre haciendo chistes. Mi plan nunca ha sido hacer reír a los demás, sino a mí mismo. Desde niño, siempre he tratado de buscar algo, en todas las situaciones, que me hiciera gracia a mí. Que luego de rebote les haya hecho gracia a los demás y además haya podido vivir de esto, pues estupendo.

Tu último gran éxito es tu informativo ultra rápido ¿cómo se te ocurrió?
Pues en realidad fue una broma que salió bien. Yo suelo madrugar mucho y un día en que llevaba dos horas leyendo medios digitales me di cuenta de que todos tenían las mismas noticias y que era algo habitual. Así que pensé en hacer un vídeo para decirle a la gente que, si no quería perder el tiempo, esas eran las tres cosas que debían saber para estar al día. Ese vídeo funcionó mejor que muchas de las cosas que subía a redes normalmente, así que pensé que ahí podía haber una oportunidad. Y como no tenía nada que hacer y madrugaba, pues empecé a hacerlo a diario y a tener mucho feedback de la gente. De repente alguien me dijo: “Pues si a esto le metes deportes, a mí ya me haces un favor”. Así que metí algo de deportes, aquello empezó a crecer y hasta hoy.

Sí, es que por lo que he visto, tienes hasta corresponsales.
De repente, cada informativo diario de dos minutos se convierte en uno gigante. Es muy interesante, porque en Twitter, por su estructura, se genera algo que en otras redes no sucede: en los hilos que se derivan de mi informativo puedes encontrar muchas más noticias. Hay algunas concretas, de un lector que de repente cuenta algo, y otras ya organizadas que se llaman a sí mismos “corresponsales”, en las que han surgido cosas muy interesantes. Como las noticias de cultura que hace Silvia Marsó o el BOE resumido en un minuto. También hay quien amplía mis noticias, se abren debates sobre algunas cosas… Es increíble.

Ángel martín en esquire
Nani Gutiérrez
Nani Gutiérrez