"En el cine nunca falla: antes de que llegue el final feliz, el guion siempre incluye un momento muy complicado", explica Álex González cuando le pedimos que haga una valoración, en modo brindis, del año al que estamos a punto de darle la patada. Nos encontramos en una suite del hotel Mandarin Oriental Ritz de Madrid, con vistas al icónico y recién inaugurado Jardín de Invierno que Moët & Chandon llena cada de año experiencias personalizadas y savoir-faire, así que es lógico que burbujeen reflexiones y deseos brillantes. Aunque lo cierto es que Álex no necesita entornos cálidos o glamourosos para regalarnos un pase privado por su estado vital y profesional, por esos jardines en los que se ha metido en invierno, en primavera, en verano y en otoño. De hecho, la última vez que charlamos con él fue una chatarrería en Cobo Calleja, y el resultado fue similar: una mezcla de sinceridad y de simpatía, en el sentido más hondo de la palabra, que lo convierte en una de esas personas con las que te apetece hablar siempre. Especialmente cuando atraviesa momentos de cambios que siempre arrancan en situaciones peculiares y que derivan en futuros tan inesperados como estimulantes.

Este es uno de esos trances, que además cuadra con la percepción exterior de que este año se ha dejado ver mucho menos que los anteriores en películas y series. ¿Qué ha hecho estos meses? O más bien, ¿qué le ha pasado estos meses? Incluso mejor, ¿qué ha aprendido en este tiempo? Todas las respuestas, con espuma de risas terapéuticas, llegan tras el brindis.

"Brindo por la valentía ante el cambio"
alex gonzalez en esquire
RUBEN VELA

Ahora sí, alcemos las copas: ¿por qué vivencia de 2023 brindas con más felicidad?
2023 ha sido un año interesante (risas). Sobre todo de cambios. Así que brindaría por la valentía que experimentamos todos ante un cambio, que siempre suele ser para algo mejor. Pero es verdad que en el momento en que estás viviendo esa tormenta, parece que nunca va a cesar. Así que brindaría por el aprendizaje.

Me gusta que siempre tienes muy procesados estos puntos de inflexión vitales. ¿Los cambios que has afrontado te han retado especialmente?
A nivel personal sí, sobre todo porque con mi padre hemos estado viviendo una enfermedad complicada. También por más cosas personales y otras profesionales, porque he asumido retos en otras industrias que no son la mía. En unos días inauguramos un proyecto de hostelería, Rudho. Yo no sabía mucho de este mundo e inevitablemente tienes que aprender hasta de finanzas, que es algo que nunca me había interesado mucho. Y eso forma parte de ese aprendizaje que trae el cambio.

En la anterior entrevista nos contaste que te dio fuerte con las criptomonedas. ¿Has invertido en este proyecto lo que ganaste ahí?
¡Cómo te acuerdas! Exacto, sí. Para que se vea que una inquietud acaba retroalimentando otra inquietud nueva. A mí todo esto me viene porque en 2017 me metí en un proyecto en el que, cuando llevaba un año inmerso, me di cuenta de que estaba haciendo toda la labor de producción: llevaba tres versiones de guion, cientos de horas de trabajo…

Te refieres al proyecto de un biopic de Cassandro que finalmente llevó a cabo otro equipo.
Sí, la película que se ha estrenado de Gael García Bernal.

¿La viste? ¿O te pudo la rabia porque te ‘levantaran’ la idea?
Sí la vi. Yo para eso tengo mucha cintura, la verdad. Por suerte tengo una visión global, como esto que dicen de “que los árboles no te impidan ver el bosque”. Y me quedo con lo bueno, con las herramientas que puedo utilizar ahora que han pasado unos años. Al final, de una necesidad surge una acción. Mi necesidad era contar esa historia, y hasta que llegas a la acción te das cuenta de que te tienes que rodear de un buen equipo. Que lo que yo veía como algo puramente creativo necesitaba también otra estructura, financiera en este caso, y no tienes más remedio que aprender si quieres llevar tu proyecto a cabo.

¿Todo ese aprendizaje lo estás aplicando ahora a un nuevo proyecto?
Sí, tanto en el proyecto de hostelería como en una pequeña participación en la producción ejecutiva de una serie de Disney que empezamos a finales de marzo, de la que todavía no puedo contar mucho.

"Cuando la actriz que interpreta a mi hija me dijo 'papá, quédate', no sé qué me pasó. Me rompió el corazón"
Álex gonzález en esquire
RUBEN VELA

Con Disney tienes otro proyecto como actor, la serie The Other Side, en la que interpretas a un policía viudo y con una hija. Esto es fuerte.
Cuando llegó la actriz que hace de mi hija, que es maravillosa, pensé: “Es un poco mayor la niña, es poco creíble”. Pero luego me puse a contar casi con los dedos y claro, la niña tiene 13 y yo tengo 43 (risas). Vamos, que podría tener una niña de 20 años perfectamente.

A los actores esas situaciones os colocan en un espejo curioso. En este caso, el espejo puede decirte “Álex, que tienes edad de ser padre, qué estás haciendo con tu vida”.
Eso no tanto, pero sí me pasó una cosa curiosa. Mi hija en la ficción, al ser una niña, no venía a tantos ensayos, solo a los imprescindibles. Así que al principio ensayaba sin ella. Y el primer día que vino, era en una escena en la que yo me tenía que ir como muy rápido y ella me dice: “Papá, quédate”. No sé qué me pasó. Me rompió un poco el corazón.

Es que esa es una frase que no habías escuchado nunca.
Claro. Ahí empecé a pensar en la paternidad de verdad (risas). Sea cual sea tu método como actor, al final te tienes que asomar a esa realidad. ¿Qué conozco yo de esto? ¿Qué sabía yo de la paternidad? Pues no mucho. Al ponerme a trabajar en ello, fue la primera vez que me lo pregunté de verdad.

No sé si esa pregunta de alguna manera conectaba con el momento delicado que me decías que ha atravesado tu padre, porque las relaciones paterno-filiales siempre van en dos direcciones.
No había hecho esa conexión tan kafkiana por decirlo de alguna forma… Gracias, porque me acabas de ahorrar una sesión de terapia, o ya tengo tema para la de la semana que viene (risas). Supongo que inconscientemente sí tiene que ver. Es inevitable que cuando por primera vez te asomas a la posibilidad de que las dos personas que están por encima de ti, tus padres, no estén, de alguna manera te quedas en primera línea. Y eso te hace pensar en lo siguiente, en lo que dejas tú. Sí, tiene que ver con eso.

Tengo entendido que el segundo proyecto con Disney, en el que ejerces de productor, es una comedia romántica, que es el género navideño por excelencia. ¿Qué te provoca a ti este género?
Las comedias románticas
me fascinan. Love Actually es de mis favoritas, para mí es obligatorio verla cada año. A mí me gusta la sensación de entrar en una sala de cine y conectar con otro mundo, tanto como espectador como en el lado del actor, o de miembro de la industria. Este género invita a soñar. Todos tenemos un lado romántico en mayor o medida que tiene que ver con unos ideales. En este proyecto además decidimos incluir el ingrediente de la aventura, que a mí me interesaba mucho. Haciendo un pequeño estudio de mercado ves que es algo que se ha perdido. Es verdad que Indiana Jones volvió hace poco, pero en televisión no se ve mucho ese espíritu de En busca del corazón verde que sería el referente. También va por etapas. Ahora me apetece más conectar con el lado lúdico, cero sufrimiento. Probablemente, si sigo por la terapia a la que me has invitado antes (risas), tiene que ver con mi momento vital. Porque, sea cual sea tu método, al final conectas con la historia que estés contando. Me ha pasado de trabajar con compañeros que son lo opuesto al método Stanislavski, que evitan poner en juego sus propias emociones, y sin ellos darse cuenta terminan pasándoles cosas parecidas. Metiéndome ya en otro terreno, es que creo que es neurociencia: tu cerebro no sabe distinguir lo que piensas de lo que haces. Si estás doce horas al día haciendo unas afirmaciones a través de un texto, al final te atraviesan. Así que, sabiendo eso, he tirado por comedia romántica, aventuras, acción… Porque no quiero drama.

"Mi deseo para 2024 es paz, y empezaría por lo más cercano, por España, porque siento que cada día es más difícil entenderse"
Álex gonzález en esquire
RUBEN VELA

Viendo todo lo que has hecho, parece que este ha sido un año en el que el espectador te ha visto menos pero en la trastienda se han movido mil historias.
De hecho estoy deseando estrenar el proyecto como actor porque siento que descansaré, que al final es lo que sé hacer. Trabajar a veces estresa, claro, pero lo que me provoca estrés de verdad es cuando piso un terreno que desconozco y todo el rato siento que estoy como en la noche antes del examen: ante cada reunión y ante cada paso, soy consciente de que no sé mucho y que tengo que seguir formándome a cada momento.

Vamos a volver a la Navidad y el cambio de año. Muchas veces sirve para soltar lastre y para visualizar el futuro inmediato, y cada uno tiene sus rituales para planteárselo ante sí mismo. ¿Cuáles son los tuyos?
No es un ritual, pero sí soy muy de escribir. Desde mediados de noviembre ya empiezo a pensar en ello, aunque al final siempre lo dejo para el último momento. Pero no entro al 1 de enero sin haber escrito al menos una lista de agradecimientos. Por un lado envío los típicos mensajes a la gente querida pero me lo curro, que a mí eso de “feliz año” y ya no me vale. Que en el fondo podríamos hacerlo cualquier día, pero el 31 de diciembre al final nos invita a hacer balance. Por otro, lo que escribo más allá de esos mensajes suele estar en clave de agradecimiento. Y me gusta hacerlo como por apartados. Robin Sharma habla del soulset, el mindset, el heartset… Es decir, la parte espiritual, tus planes de vida en lo emocional, en lo familiar, en lo económico… Hago un chequeo de cómo voy en cada apartado y valoro si me gustaría cambiarlo, y, en ese caso, qué tengo que hacer para cambiarlo. Me marco esas metas para el siguiente año, para los cinco siguientes…

¿Has empezado ya a escribir todo eso?
No, todavía no (risas). Se me está echando el tiempo encima como siempre.

¿Y cuál es tu refugio para esos momentos de introspección y planes mentales?
Todos los años digo que en diciembre me voy a escapar dos semanas a la playa y nunca lo hago. Porque me gusta la Navidad pero siempre viene acompañada de cierta melancolía, al menos yo lo vivo así. Como que potencia esos pensamientos sobre las personas que están y las que no están. Lo que sí hago es irme a la sierra de Madrid, por la Pedriza: dejo el teléfono el coche y camino durante horas cerca del río. Me ayuda bastante a tranquilizarme.

¿Cuál es el deseo que de verdad querrías que se cumpliera en 2024?
Hasta ahora te hablaba de cosas personales, pero ahora te vas a reír por mi respuesta…

Me vas a hablar de la paz en el mundo.
Justo. La paz, y empezaría por lo más cercano, por España, porque siento que cada día es más difícil entenderse. Es un tema muy delicado y prefiero no hablar de nada concreto, pero ojalá llegue el día en que el resultado sea la paz. El proceso supongo que sería un diálogo y una forma de entendernos por todas las partes. Es un solo deseo pero que supondría acabar con muchas complicaciones.

Nunca una respuesta de miss tuvo tanto sentido como en este el momento… Te pregunto ahora por un deseo no tanto de brindis como de borrachera de champán, más canalla.
Yo busco cualquier excusa para brindar. Eso sí, para mí, que no bebo alcohol, el champán es la única bebida que disfruto, concretamente Moët. La burbuja me conecta con celebración, con compartir… Y cualquier excusa es buena. Cuando voy a casa de amigos casi siempre llevo una botella de Moët.

Álex gonzález en esquire
RUBEN VELA

Termino con la vista en 2024. En nuestra anterior conversación, hablamos mucho de lo difícil que es digerir que la realidad sea diferente a la expectativa, aunque la alternativa casi siempre suele resultar más interesante. ¿Crees que el Álex González de 2024, con su faceta de empresario, de productor, se parecerá al previsto hace tiempo? ¿O será muy distinto?
Cien por cien distinto. Otra sesión con el terapeuta… (risas). Para el Álex de hace 20 años, solamente pensar en que iba a tener un hueco en la interpretación, que iba a hacer películas, era un sueño cumplido. Para él, eso era más que suficiente. Luego, cuando llegas a un sitio, quieres alcanzar el siguiente. Y el siguiente. El tema de las expectativas enfrentadas a la realidad se ve muy claro cuando te llega un guion: al leerlo, la imaginación siempre es mucho más poderosa de lo que puedes hacer con los recursos físicos, nunca queda mejor de lo que te has imaginado.

El equilibrio entre imaginación y frustración es un temazo…
Eso de "piensa en grande y serás grande" también me parece una pequeña trampa. Porque creo que primero hay que aprender a pensar en grande. Por ejemplo, me llegó un guion de una película americana de 160 millones de dólares de presupuesto, imagínate comparado con los presupuestos de 3 millones de euros que hay en España. Y me di cuenta de que no era capaz de imaginármelo. Es como si te doy dos colores, verde y amarillo, y te digo "dibuja lo que quieras, no hay límites", pero tú eres ajeno a que existen miles de colores más. Por eso digo que hay que aprender a pensar en grande. Y me pasa con los guiones, tanto como actor como en el rol de productor –aún no me atrevo a decirlo–, que todavía estoy trabajando para poder imaginármelos a lo grande, con todas las opciones.

¿Te preocupa que esta madurez evidente a la hora de entender esta industria, y también otras, te desconecte de ese Álex que solo soñaba con ser actor?
Hace poco, alguien me preguntó: “¿Qué queda del Álex niño?”. Pues todo, el niño está intacto, solo que vas añadiendo cosas. Con esto que has dicho, gracias, porque hago las paces conmigo mismo, porque a veces me juzgo, “¿seré menos artista por saber más de números?”. Y mi reflexión es que no, porque el actor está intacto. Lo que estoy haciendo es una estructura para que el actor pueda seguir intacto y asegurándome de que puedo seguir trabajando y accediendo proyectos que me gustan mientras puedo hacer otras cosas. Pero en el fondo, como te decía al principio, la acción surge de una necesidad. Y en mi caso, sea cual sea la acción, la necesidad que las provoca, y lo tengo clarísimo, siempre es el querer actuar.