La vida en la Tierra sería imposible sin el campo magnético, una región magnética alimentada por el núcleo de hierro del planeta que protege toda vida de los rayos cósmicos arrojados por las eyecciones de masa coronal. Este campo magnético también protege el agua líquida de la superficie de la Tierra, por lo que la existencia de dicho campo es un requisito previo convincente para encontrar vida en exoplanetas lejanos.

Sin embargo, los científicos no saben con exactitud cuándo se formó el campo magnético de la Tierra, pero un nuevo estudio de la Universidad de Oxford y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) detalla las primeras pruebas conocidas de la existencia del campo, incrustadas en rocas de hierro bien conservadas de 3.700 millones de años de antigüedad en Isua, Groenlandia.

La composición de hierro de estas rocas es clave, ya que el elemento puede fijar esencialmente la dirección e intensidad del campo magnético cuando cristaliza. El estudio, publicado esta semana en la revista Journal of Geophysical Research, detalla un campo magnético eoarqueano (hace entre 4.000 y 3.600 millones de años) de 15 microteslas, aproximadamente la mitad que el campo magnético actual.

"El campo magnético es, en teoría, una de las razones por las que pensamos que la Tierra es realmente única como planeta habitable", afirma en un comunicado Claire Nichols, de la Universidad de Oxford y coautora del estudio. "Se cree que nuestro campo magnético nos protege de las radiaciones nocivas del espacio, y también nos ayuda a tener océanos y atmósferas que pueden ser estables durante largos periodos de tiempo".

Para obtener la información magnética de estas rocas, las muestras se desmagnetizaron en un laboratorio y luego se volvieron a magnetizar con una intensidad de campo conocida. Esto permite a los investigadores comparar el "gradiente de desmagnetización con el gradiente de magnetización del laboratorio", lo que tiene el afortunado efecto secundario de revelar la intensidad del campo magnético de la Tierra hace 3.700 millones de años.

Este marco temporal es también unos 200 millones de años anterior a las pruebas anteriores del campo magnético. Se trata de una distinción importante porque los tapetes microbianos, las primeras formas de vida conocidas en la Tierra, probablemente aparecieron en escena hace unos 3.700 millones de años, lo que refuerza la idea de que algún tipo de campo magnético es necesario para que la vida se afiance.

Sin embargo, los vientos solares del Sol eran más fuertes en esos primeros tiempos y el campo magnético del planeta más débil, lo que significa que la vida seguía siendo posible a pesar de que estas condiciones eran más duras. Es probable que un aumento de la fuerza de este escudo magnético permitiera que la vida compleja abandonara los océanos y prosperara en tierra firme.

"Eso es importante porque es el momento en el que creemos que surge la vida", afirma en un comunicado Benjamin Weiss, del MIT y coautor del estudio. "Si el campo magnético de la Tierra existía unos cientos de millones de años antes, podría haber desempeñado un papel fundamental para que el planeta fuera habitable".

Aunque esto ayuda a llenar algunas lagunas científicas en nuestra comprensión de la historia temprana de la Tierra, este nuevo dato es especialmente útil en la búsqueda de vida en otros planetas. Es cierto que un campo magnético fuerte ayuda a que surja vida compleja y, finalmente, vida inteligente. Así que, aunque el débil campo de un futuro exoplaneta esté luchando duramente con su estrella anfitriona, aún es posible que algunas formas de vida se afiancen en la superficie del planeta.

Y todo gracias al campo invisible generado en el corazón de hierro líquido del planeta.

Vía: Popular Mechanics
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Darren Orf

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