Cuando nos entra el calentón (en un lugar público) solemos buscar una guarida (generalmente cutre) donde practicar sexo con cierta intimidad. Durante el verano, todas las fiestas de pueblos y barrios disponen de baños públicos. Esenciales para la salubridad del espacio y también, para nuestra vejiga.

La teoría está muy bien, pero después cada uno utiliza el baño para lo que quiere. En otras palabras, todos sabemos que en los aseos sucede de todo: vandalismo, sexo y drogas... incluso hay quien hace pis. Hay gente para todo. Y en la ciudad galesa de Porthcawl han decidido terminar con este guirigay. Hombre, que ya está bien.

Según Press Association, el ayuntamiento sustituirá los baños públicos de Griffin Park por nuevos modelos de sanitarios que dificulten (y mucho) la práctica sexual. Invertirán más de 180.000 euros en estos baños antisexo y cuando estén terminados, los usuarios pagarán una tarifa (aún por definir) por usarlos.

Pero a todos nos surge una pregunta: ¿cómo narices conseguirán (los baños) expulsar a una pareja que practica sexo? Es sencillo. Unos sensores de movimientos ubicados en el interior del inodoro se percatarán de la actividad "violenta" (también con ayuda de los sensores de peso), así activarán tres medidas antisexo: alarmas molestas, puertas que se abren de golpe y chorros de agua. A priori, parece más que suficiente.

A parte del sexo, estos baños públicos también impedirán que las personas sin hogar duerman en ellos. De este modo, aquellas personas que se queden demasiado tiempo en el inodoro recibirán un aviso (como los toros, sí) y posteriormente, las luces y la calefacción se apagarán.

Pero nunca llueve a gusto de todos. Muchos galeses aseguran que las autoridades no han pensado en los ancianos, en matrimonios con niños o en personas de diferentes estaturas y pesos. Más de uno se va a dar un remojón sin culpa ninguna...