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Y la noche se puso íntima. Y el Salón Real del Casino de Madrid se convirtió, por un instante, en el ágora bajo la que reverberó la voz del protagonista absoluto de la noche: Antonio Banderas, premio Hombre del Año Esquire 2023. Y el malagueño y su voz –esa inconfundible voz– lo llenaron todo. Convirtiéndose, por un momento, en el dueño del sueño y del tiempo. Un paralelismo tan lorquiano que no se puede aguantar. Pero así fue. Con el singular bamboleo de una dicción perfecta, de esas que arropan, logró que todo el auditorio ovacionara un discurso sencillo, humilde, cargado de esa sabiduría que avala a un hombre vinculado al mundo de las artes desde hace más de 40 años.
Precisamente, el arte y la cultura sustentaron gran parte de su alocución. Antonio Banderas abrazó sobre la misma columna sus sueños y todo el tiempo que pretende emplear en hacer cosas. Muchas cosas. El actor sueña con vivir muchos años –comentaba entre bambalinas– para hacer todo aquello que tiene pendiente: “Ser el mejor y más afamado pianista del mundo, por ejemplo”. El actor es, a su vez, un hombre con una mente inquieta, con una energía y una sensibilidad tan especiales de las que pocos, muy pocos, pueden presumir. Un hombre que ha tenido la suerte de estar donde ha querido estar, que ha redescubierto la vida con los ojos de alguien que casi a punto estuvo de perderla y que sintió renacer con la llamada de su director y amigo Pedro Almodóvar. “Es, a todas luces, uno de los momentos más especiales de mi carrera. El día en que Pedro me llamó y me ofreció leerme el guion de Dolor y gloria. Tengo un recuerdo muy especial de aquello”, comentaba a esta revista.
La vida, con todas sus oportunidades, se ha convertido en la forja de este maestro quien, en un alarde de humildad, recordó a todos los invitados a la fiesta que él se toma las cosas como un juego. Y que, a pesar de los años, sueña con vivir otros tantos porque tiene la sensación de que no todo está conseguido: “En el arte, en la cultura, esa especie de insatisfacción por no haber logrado todos los objetivos, es fundamental”. Antonio Banderas, en un discurso sosegado, íntimo, a media voz, volvió a evidenciar por qué la de la noche del 7 de noviembre fue su noche. Una ceremonia que fue, a su vez, un sentido homenaje a su figura, a todo lo que representa y al poso que dejó tras despegarse del atril y recibir su galardón a manos de su amigo David Bisbal. Pero no sin antes dejar absolutamente perplejos a todos los asistentes con una reflexión final: “Tengo la sensación de que la cosa por la que se me recordará, no la he hecho todavía”. Y ahí reside la grandeza del actor.
La de un hombre –el Hombre del Año Esquire 2023– que apuesta por la cultura para ser más libres: “Tengo también la profunda convicción de que, en el mundo del arte, dejarnos llevar por ello, nos ayuda a educarnos como seres humanos y como sociedad”. Antonio Banderas también habló de la necesidad de ser y hacernos fuertes –dijo– “para no ser ni manipulados ni manipulables en la era de las noticias fake”. Y para concluir, parafraseó al filósofo Fernando Savater. De él dijo que “el hombre que no quiere nada, es invencible”. Y, precisamente, él dijo sentir todo lo contrario: “Me siendo absolutamente vulnerable porque quiero hacer muchas cosas y voy a querer seguir haciéndolas”. Y es ahí donde reside la grandeza de nuestro galardonado. En la de un hombre que tiene la necesidad de seguir creciendo como tal. Antonio Banderas en estado puro.
