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El ecosistema de los actores españoles está en constante mutación. El que ayer estaba de moda, hoy no se sabe si es cantante o influencer. El que parecía que iba a dar el salto a Hollywood ficha por una serie diaria. Y su compañero desconocido en la serie diaria, mañana aspira al Goya. En ese maremagnum de talento, suerte, egos e intereses varios, hay unos pocos, muy pocos, que flotan durante años y años y cada vez recalan en puertos más interesantes. Es el caso de Tamar Novas (Santiago de Compostela, 1986), un actor con más de 20 años de trayectoria y una versatilidad disparada en los últimos tiempos. Lo mismo está en la película más vista de Netflix –es el caso de Nowhere– que una cinta de autor de una directora novel. Hablamos con él de las raíces de este momento tan sólido y tan dulce.

Muchísimos espectadores que se han quedado impactados con Nowhere. Con ese trabajo tan sobrecogedor de Anna Castillo, ¿cómo planteaste tu personaje para que tuviera fuerza?
Estoy muy orgulloso de la película en general y de mi trabajo en particular, aunque suene raro decirlo. Desde que hice la primera prueba tenía la intuición de que era un pepinazo de película y de que mi personaje, aun siendo pequeñito, suponía un reto. Albert Pintó, el director, que me parece un virtuoso, le dio mucha importancia a esas primeras escenas porque era vital que después se le echara de menos, que el espectador lo recordara. Fíjate que creo que es la película para la que más pruebas he hecho, fue un proceso muy largo. Recuerdo que le dije a Albert de broma: "Tío, he trabajado más en el casting que en la película" [risas]. En rodaje lo disfruté mucho porque no hay tantas oportunidades de trabajar en producciones con esta cosa tan grande, tan operística, donde a la vez que se cuida tanto lo íntimo. Al principio pensaba que buscarían un actor más conocido, porque también tiene un punto muy comercial, pero a la vez es un personaje que no es el típico 'héroe masculino' y eso lo hace más interesante todavía.

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Es curioso eso que dices de "un actor más conocido". Tú en realidad eres lo suficientemente conocido para optar a muchos papeles pero con una popularidad de las que no te hacen la vida imposible. ¿El equilibrio perfecto?
Sí. Salvo al principio de mi carrera que sí que me resultaba muy chocante, porque soy tímido, nunca he tenido ningún problema grande. A veces sí piensas en cuál es la fórmula para llegar a trabajar con quien quieres... Pero en los últimos años me ha ido bien el ir haciendo cosas y descubrir poco a poco quién soy.

¿Existe la tentación de incrementar tu exposición mediática para que te tengan más en cuenta en ciertos proyectos? ¿Es un arma de doble filo?
Hay mil formas de moverse y lo respeto. Lo primero que en esta profesión hay una parte de azar, de suerte, no solo depende de ser bueno o malo. Pero hay cosas que sí se pueden elegir. Igual que hay quien quiere compartir su vida y quien no. Uno elige hasta dónde quiere hacerlo y eso tiene sus pros y sus contras. Yo me he centrado mucho en los personajes, los equipos, las historias… Y en lo personal, es que mi vida es muy tranquila. Igual si fuera muy increíble querría compartirla, pero mi rutina de día a día es muy tranquila.

tamar novas en nowhere
EMILIO PEREDA/NETFLIX
Tamar Novas en Nowhere.

También tienes en cartel la película ¡Salta! Es curioso cómo el cine familiar se ha convertido en uno de los salvadores de la industria española, siempre con mención especial a Santiago Segura. ¿Cómo te has visto en este género?
La verdad es que me sentí muy conectado desde que leí el guion. El cine familiar tiene mucho que ver con el ritual de ir a las salas, algo que cada vez es más difícil. Sin menospreciar ningún género, creo que ¡Salta! tiene más que ver con otro tipo de cine familiar. Me refiero, salvando las distancias, al de Steven Spielberg. Por eso quería estar en esta peli, porque es un eco de lo que a mí me gustó cuando empezaba a ver cine.

Obviamente estás pensando en…
En E.T., sí. Recuerdo que la alquilé en el videoclub y la vi 800.000 veces. Y la sigo viendo todas las Navidades, o el 31 de diciembre o el 1 de enero. Es ese tipo de películas que se resignifican con el tiempo, que te hacen volver a ser el niño que fuiste. Y ¡Salta! tiene eso, que fue lo que me conectó con la directora, Olga Osorio. En la historia no hay un extraterrestre pero sí alguien que viene de otra época, de otro mundo. Y habla de unos vínculos que me conmueven. No solo divierte a los niños, sino que puede sorprender a los padres porque conecta con su amor al cine, con esa materia vaporosa, esa magia del cine de la que siempre se habla y que muchas veces se busca pero solo a veces se consigue. Y se nota enseguida. Ojalá tenga más oportunidades de hacer pelis así.

tamar novas en salta
Distribuidora

¿Qué crees que ha pasado en tu carrera para que te vean últimamente en géneros y formatos totalmente dispares?
Yo me considero ambicioso en su justa medida, pero es verdad que en los últimos años no me puedo quejar. He hecho una peli navideña en Netflix, una de cine independiente, más de autor, como O corpo abierto… Me gusta mucho dar esos saltos de la complejidad a la ligereza. Y en esa última etapa noto una especie de armonía. Ahora por ejemplo llevo unos tres años sin hacer teatro y tengo muchas ganas. Estos regalos me han servido también para quitarme un mal sabor de boca que venía de justo antes de la pandemia: cuando terminé de rodar El desorden que dejas me fui a México para hacer una serie sobre Hernán Cortés que iba a estar protagonizada por Javier Bardem y producida por Spielberg… Estaba ya allí con Luis Tosar, con Willy Toledo, con Carlos Bardem, preparados para pasar cuatro meses muy intensos con un personaje precioso, para conocer a Spielberg que ya has visto que era un sueño de infancia… Y a las dos semanas se desató la locura de la pandemia, volvimos a España y nunca se retomó.

¿Te queda la esperanza de que se retome en algún momento?
Alguna vez cruzamos mensajes, un "¿qué tal va?" con Javier… Pero es que es muy difícil volver a levantar un proyecto así porque es muy grande, tenía una pinta espectacular. La historia original era de Dalton Trumbo [Vacaciones en Roma], los guiones de Steven Zaillian [La lista de Schindler], recuerdo ver el decorado con unas pirámides impresionantes… Muy heavy. Ojalá se recupere, pero lo veo difícil.

En cualquier caso, que la industria te vea potencialmente en sitios tan diferentes siempre es una gran señal para un actor. ¿Analizas qué ha pasado para llegar a ese punto?
A veces caigo en la tentación de pensar en por qué ocurren las cosas, pero es que es tan misterioso… Yo empecé de forma tan azarosa que lo que me afianza y me da tranquilidad es pensar que cada vez domino más el oficio. Sigo entrenando mucho, llevo años dándole prioridad a la formación y a elegir los proyectos cuidadosamente. Que luego puedes acertar o no, pero sí he notado que las cosas fluyen. Por ejemplo ahora he tenido la oportunidad de trabajar con Isabel Coixet, de repente me salen un par de pelis con mujeres directoras… También noto que me dan espacio para proponer ideas sobre el guion o la producción, que se me escucha. Quiero pensar que es porque hay algo que avanza. También tiene que ver mucho con las oportunidades y con exprimirlas al máximo, porque soy muy consciente de que hay actores muy virtuosos que no tienen tantas posibilidades de trabajar.

Tiene pinta, y esto entiéndelo como un piropo, de que en el futuro serás un actor viejo de los buenos.
Hombre, gracias. Tengo grabada una imagen fundacional de lo que es la profesión: Fernando Fernán Gómez. Mi primera peli fue con él [La lengua de las mariposas]. Tenía 11 años, yo no sabía ni lo que era un actor. Pienso mucho en él, te diría que cada vez más. Lo que yo veía era un tipo sabio. Después, cuando hice Mar adentro, de repente estaba sentado en una mesa con Javier Bardem, con Lola Dueñas, con Celso Bugallo, con Mabel Rivera. Me gusta visualizarme en el futuro como alguien del mundo del cine y del teatro, porque me gusta esa vida, que cuenten conmigo porque merezca la pena lo que pueda contar. No a la altura de Fernán Gómez, claro… Creo que era José Sacristán quien decía que estaba "en primero de Fernando Fernán Gómez". Yo no estoy ni en preescolar. Pero admiro a alguien así, una persona que no solo tiene la capacidad de actuar, sino que quien se sienta a hablar con él desea pasar horas y horas escuchando.

la lengua de las mariposas
Distribuidora

Te lo habrán preguntado mil veces… ¿Cuál es el mejor recuerdo que guardas con él?
Del día que le pedí un autógrafo. Creo que es el único que tengo guardado junto a uno de Al Pacino. Fui con mis 11 años y recuerdo que pegó un grito, con su socarronería: "¡Por favor, que somos compañeros! No lo tienes ni que pedir, claro que te lo firmo". Y me escribió una dedicatoria muy bonita. Era un tipo muy magnético con los chavales, y eso que hacía muchas bromas sobre que los niños éramos como bestias, "¡esto es la selva!". Era de una calidad humana, de una calidez y candidez inagotables.

Últimamente has trabajado con varias mujeres directoras. ¿Notas que hay una evolución en la industria en ese sentido?
Sí, me ha pasado al trabajar con la Coixet, con Claudia Costafreda, con Ángeles Huerta, con Olga Osorio... Si pienso en con quién me gustaría trabajar, me viene a la cabeza Carla Simón, Elena Martín Gimeno, Clara Roquet... Hay algo muy atractivo en cómo lo hacen. Por supuesto que también hay directores hombres con los que deseo trabajar, pero sí creo que el tema de las cuotas que ha funcionado, que es bueno para la cultura. Muy bueno para nuestro cine. Algo está cambiando en nuestra sociedad gracias a este movimiento tan maravilloso que es el feminismo.

Tu próximo proyecto es Clanes, una serie de Netflix sobre narcos con pinta muy potente. ¿Qué nos puedes contar de ella?
Lo primero es que el guionista es Jorge Guerricaechevarría (Celda 211, Las leyes de la frontera), me apetecía mucho trabajar en una historia suya; dirige Roger Gual, con quien ya coincidí en El desorden que dejas y de quien soy muy fan desde Smoking Room; se rueda en parte en mi tierra, también en Madrid, Algeciras, Senegal... Además en Fariña me lo pasé muy bien, aunque Clanes no tiene nada que ver en el tono. Pero sí me gusta volver a ese ecosistema que va más allá del narcotráfico. Tiene escenas muy potentes a nivel emocional pero es que también hay una parte de acción que me ha permitido pilotar lanchas, aviones, cochazos... Además está esa cosa de individuos que se mueven en estructuras muy cerradas, en familias que son estirpes, y me conecta con Los Soprano, con El padrino. A veces se dice que en Galicia se hacen demasiadas historias sobre el narcotráfico, pero es que es algo muy interesante, muy jugoso de explorar.

tamar novas en clanes
JAIME OLMEDO
Tamar en la primera imagen promocional de Clanes.

¿Percibes que hay cierto hartazgo en Galicia del tema del narco?
Yo particularmente no. Es verdad que últimamente hago un proyecto al año en Galicia y cada vez ha sido de un tema diferente. Me pasa un poco como cuando se decía que se hacían demasiadas películas sobre la Guerra Civil. Yo creo que la realidad pide sus historias. Si se hace una peli y sigue siendo interesante, es porque el tema pide que se le siga mirando. Con otros enfoques. Clanes por ejemplo no habla del narcotráfico en sí, sino que adopta ese ecosistema para hablar de otras historias humanas.

¿Qué es para ti Galicia, o quién eres tú cuando estás en Galicia?
Yo soy muy feliz en Madrid, es mi ciudad, pero hay algo que tiene que ver con la identidad, con la tierra. Tiene que ver con la familia, con ir a ver a mis abuelos que están ya mayores y son muy importantes en mi vida, a mis padres, a mi hermano, mi sobrino... Y luego, me sabe mal decirlo porque va a venir más gente, pero es que Galicia es un lugar maravilloso para vivir. También hay un cliché gallego que es real y que tiene que ver con mirar el mundo con curiosidad y con misterio. Me identifico más con las meigas que con el narcotráfico, con la parte telúrica, mística, que tiene que ver con los ancestros y con mirar el mundo con la posibilidad de que no todo esté explicado. Conecto mucho con esa parte espiritual que me lleva a Galicia. Además hay una simbología de la muerte que es muy identificativo para mí, cómo nos conectamos con ese mundo desconocido. También hay una cosa de contar historias que quizá se une a que en Galicia hay muy buenos actores, y no hablo por mí. Me pasa igual con los irlandeses. Esa tradición de contar historias de forma oral, pienso sobre todo en mis abuelos, lo favorece.