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La Academia de los Oscar es ese colega cínico y descreído que no cree en demonios, maldiciones, ni muertos vivientes para acabar siendo el primero despedazado por una motosierra o, aterrizando en materia, en ser poseído por el demonio. Es muy raro encontrar entre las mejores películas de terror una sola nominación de peso a los Oscar; no parecen creer en ellas. En casi cien años de historia solo seis de ellas han competido a Mejor película: El exorcista, Tiburón, El silencio de los corderos, El sexto sentido, Cisne negro y Déjame salir, y sólo lo ganó la película de Hannibal Lecter, quizás porque era más thriller que terror. Para ser sinceros, de esta lista la única película que verdaderamente ha atemorizado Hollywood ha sido El exorcista, la película de terror que por primera vez venció los prejuicios de la Academia. Agarra una Biblia, coge el maletín de exorcismos y ponte en modo Oscar porque El exorcista está en Netflix y aún suena el piano de Mike Oldfield en la competición a Mejor película de los Oscar 2024.
Dicen que El exorcista estaba maldita (el rodaje estuvo sacudido por incendios y muertes casuales) pero eso no evitó que la posesión y exorcismo de la pequeña Regan hiciera historia. Dirigida por William Friedkin y con un reparto que incluía a Linda Blair, Max von Sydow y Ellen Burstyn, El exorcista fue un absoluto éxito en taquilla, arrasó en los Globos de Oro (incluyendo premios a Mejor drama, actriz, guion y dirección) y obtuvo 10 nominaciones a los Oscar: película, dirección, actriz, actor, guion… todos los principales. Lamentablemente, ese 1973 fue también el año de El golpe y ni siquiera un antiguo demonio llamado Pazuzu pudo vencer el tándem de Robert Redford y Paul Newman. Tuvo que conformarse con el premio a Mejor guion para William Peter Blatty, que había trabajado adaptando su propia novela, y Mejor sonido.
El exorcista recibió, no obstante, el mayor premio que puede recibir una película: convertirse en un título de culto. El atrevimiento del guion desató la furia de los sectores más conservadores (¡con la Iglesia habían topado!); el boca a boca se pobló de historias de espectadores que habían abandonado la película asustados por las levitaciones, vómitos, cambios en la voz y pinopuentes de la posesa Linda Blair; se abrieron las hemerotecas sobre el exorcismo real de 1949 en que se basaba la película y, por años, la leyenda de la maldición de El exorcista durante el rodaje se iría alimentando con nuevos accidentes y fenómenos paranormales: en 1979 el actor Paul Bateson fue condenado por asesinar a un crítico de cine (Hollywood sí habría premiado esto), en 1987 el hijo de Mercedes McCambridge (la voz de Pazuzu) mató a su esposa e hijos antes de suicidarse y la misma Linda Blair sería arrestada en 1977 por un asunto de drogas que la conduciría a un ingreso forzado en desintoxicación. Cualquier suceso escabroso mínimamente relacionado con El exorcista alimentaba parte de la leyenda. ¿Resultado? El exorcista es hoy una de las sagas de terror más espeluznantes de la historia del cine.
Y volvemos a la próxima cita en el Dolby Theatre. Entre las principales nominadas no hay ninguna abiertamente de terror, por más que La zona de interés (también candidata al Oscar a Mejor película internacional) dé absoluto miedo. Pero sí encontramos Pobres criaturas entre las favoritas al Oscar a Mejor película. Miedo, lo que se dice miedo, no da; se trata más bien de un cuento gótico, adaptación del mito de Frankenstein y probablemente del Oscar a Mejor actriz para Emma Stone... Pero Pobres criaturas es también una película absolutamente física, con la expresión corporal de su actriz en el centro y una reivindicación de los imaginarios del terror que nos conecta directamente con El exorcista.
Porque, aunque incluye algunos de los momentos más sorprendentes del cine, El exorcista sigue siendo escalofriante hoy en día gracias a que supo hacernos sentir parte de ese exorcismo. Y ahora, tras las historias de Regan y de Bella, nadie sabe qué cerebro puede despertarse en nuestro cuerpo ni a dónde va a ir el diablo después de ser liberado.
