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Los que pertenecemos a la generación X (sí, hubo otras antes de las Alpha y Z) asociamos el Premio Nadal con Nada, de Carmen Laforet (su primera ganadora, en 1944); una de esas lecturas escolares obligatorias que se quedan grabadas en la memoria para siempre. En mi caso, creo que porque fue la primera “novela adulta” que leía en mi vida. Pero al echar un vistazo al histórico de todos sus galardonados desde entonces, sorprende la cantidad de nombres ilustres que hay en su palmarés: Miguel Delibes, Francisco Umbral, Juan José Millás, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute...
Quedamos en nuestro plató con el ganador de este año, César Pérez Gellida, para charlar con él de la responsabilidad que supone rematar esta lista, de la novela que lo ha hecho posible, Bajo tierra seca (que vas a devorar), del éxito de la novela negra en nuestro país y de su primera obra, Memento Mori, que hace bien poco se ha convertido en serie. Preparando esta entrevista, descubro que nuestro protagonista, en realidad, no tenía vocación de escritor, así que empiezo por ahí.
Bajo tierra seca Premio Nadal 2024 (Áncora & Delfín)
He leído que tu vocación, en realidad, era la de ser policía. ¿Te hubiera gustado ser un inspector de homicidios en vez de escribir sobre ellos?
(Risas) Bueno, cuando terminé la licenciatura de Geografía e Historia barajé la posibilidad de presentarme al Grado Superior de la Policía. Pero en las pruebas físicas, aunque en aquel momento yo entonces andaba muy bien físicamente, había un salto vertical que no podía pasar por tener operadas las dos rodillas. Lo descarté, me puse a hacer archivos y bibliotecas y pensé: “Si esto es lo mejor que me puede pasar…”. Así que me dediqué al mundo comercial y de marketing, hasta que me dio por escribir con 37 años. Así que lo mío no es vocacional, nunca antes había pensado en escribir.
¿Y cómo surge entonces ponerte a escribir?
Todo empezó por mis problemas para conciliar el sueño. Entonces, el método que utilizaba era inventarme una historia para quedarme tranquilo en la cama y no estar dando vueltas y molestando a la persona de al lado. Y al día siguiente, retomaba la historia en el punto donde me había quedado el anterior. Una de esas historias fue creciendo y decidí ponerla por escrito, por atraparla en el papel. Entonces yo no tenía ni el más mínimo interés en que aquello fuera publicado. Pero ese primer manuscrito cayó en manos de una persona que estaba muy relacionado con el mundo editorial y me dijo: “Si lo terminas, consigo que te abran las puertas de una buena editorial”. Y así fue… Esa novela era Memento mori, que publiqué en el año 2013, y de la que ahora hemos hecho la adaptación audiovisual.
Fue un éxito editorial desde el primer momento, ¿no?
Sí, ni la editorial ni yo esperábamos que se convirtiera tan rápido en un éxito editorial. Era mi primera novela y a mí no me conocía nadie, pero tenía un sello de identidad propio dentro del género de thriller negro criminal, y funcionó muy bien el boca a boca.
La novela negra es un género que engancha a mucha gente y está muy de moda de unos años a esta parte. ¿Cuál crees que es la razón?
Ahora mismo la novela negra es el género que más se lee en este país. Es posible que sea porque hay una muy buena generación de escritores de este género, que son producto nacional y que llegan a muchos lectores. Antes, las estanterías de novela negra estaban copadas con escritores extranjeros. Y ahora, si te fijas en el top de ventas, la mayoría son escritores nacionales y muchos de género negro: Dolores Redondo, María Oruña, Juan Gómez Jurado, Mikel Santiago… Y todos compartimos lectores. Los lectores de Dolores son lectores míos y viceversa.
Tú, antes de escribir, ¿eras lector de novela negra?
Sí, es el género que más he leído siempre, porque es el que más me atrae, aunque ahora también es el que más me decepciona: me cuesta no anticiparme a los acontecimientos. Mi cabeza siempre está pensando en qué es lo que va a suceder y a veces te adelantas demasiado y no te sorprende. Ahora tengo un nivel de exigencia que no es objetivo. Pero no es lo único que leo, también me gustan la novela histórica, el ensayo …
Todos ellos géneros que necesitan de una fase de documentación exhaustiva… ¿Tu obra conlleva mucho trabajo previo?
Claro, para escribir un thriller negro como el que yo hago, tienes que manejar muy bien los procesos de investigación criminal y policiales. Y todo esto conlleva una fase de documentación que yo realizo antes y, sobre todo, durante el proceso. Porque creo que uno de los mayores pecados que se pueden cometer en este género es caer en la tentación de alardear demasiado de que sabes la hostia. Es importante dosificarlo y para eso suelo documentarse en la medida en la que me voy encontrando las necesidades. Para mí la mejor forma de documentarse es a través de expertos. Porque en internet, solo en verificar la información, tardas más tiempo que en encontrarla. Con expertos te ajustas muchísimo más a las necesidades de cada escena. Desde el principio, en Memento mori, he contado con el asesoramiento de un inspector de homicidios en activo. Esto es importantísimo para ajustarse al realismo de los procesos de investigación criminal
Es un tema peliagudo, porque algunos son temas científicos o de procedimiento y no ser preciso ahí puede restarte credibilidad para siempre. Desde que vomos CSI, todo el mundo sabe de análisis forense…
Es que además el lector de novela negra es muy exigente, sabe sobre procedimientos de investigación, de medicina forense… Así que tienes que ajustarte mucho y saber tratar a tu lector como merece. Pero precisamente en CSI es todo desinformación… Las cosas no suceden como se muestra en esta serie, ni en Estados Unidos. Lo único que hace es crear cierta confusión, con el tema de las huellas y todo eso.
En algún proceso de documentación para alguna de tus novelas, ¿has conocido personalmente algún caso real que te haya servido para crear uno de tus personajes?
No directamente. Lo que pasa es que es que todos estamos rodeados de sociópatas, no es nada especial. Todos conocemos o nos hemos relacionado, en algún momento de nuestra vida con un sociópata. No hay una uniformidad a la hora de distinguir la sociopatía y la psicopatía, pero hay expertos que dicen que el psicópata sí que tiene una desconexión en el córtex prefrontal que le impide empatizar. Sin embargo, el sociópata actúa por decisión propia, porque su histórico vital ha estado muy en contacto con la violencia y ha procesado esa violencia como algo natural. La buena noticia es que la mayoría de ellos no cometen asesinatos. La gente confunde la sociopatía con los asesinos en serie, y viceversa, pero no son lo mismo. Lo que pasa es que los sociópatas siempre están muy relacionados con los grupos de poder, tienen que tener contacto con el poder, así que están en altas esferas directivas, financieras, política, en educación hay muchos sociópatas también. Al final, manejar el futuro de los jóvenes también es poder. En Bajo tierra seca, mi última novela, la protagonista está basada en una asesina real, Belle Gunnes, que fue muy conocida en Estados Unidos. Y para construir el personaje, sí me basé en testimonios de la gente que la conoció.
Pero un sociópata puede dar el paso y asesinar a alguien ¿no? Y una vez cruzado ese puente ya…
Efectivamente, el momento en el que alguien mata y disfruta matando, es un punto de inflexión. El placer de matar existe, pero por suerte es una parte muy pequeña de la población la que no tiene ninguna empatía al hacerlo. No hay conexión entre sus emociones y las tuyas, pero eso no quiere decir que no sepa que lo que está haciendo está mal.
La realidad no para de fabricar nuevos argumentos para la ficción a veces increíbles incluso. Como el caso del asesinato de los hermanos en Morata de Tajuña…
Eso de que la realidad siempre supera a la ficción es un tópico, pero es así. Incluso hay cosas que suceden en la realidad, que si las metes en un argumento de ficción, nadie se las creería. Y no solo porque causarían rechazo, sino porque no les parecerían plausibles. Aunque estés generando ficción, hay que crear una realidad plausible para que el lector en algún momento no sepa si lo que está leyendo en realidad es ficción.
Ed.Destino Bajo tierra seca: Premio Nadal 2024 (Áncora & Delfín)
Ed.Destino Bajo tierra seca: Premio Nadal 2024 (Áncora & Delfín)
Para un escritor que ha empezado a los 37 a escribir novela negra, lo de ganar un premio como el Nadal, ¿no da un poquito de vértigo?
El Premio Nadal tiene mucho prestigio, pero su repercusión real vendrá con el tiempo. En el momento en el que dicen tu nombre la felicidad es mayúscula, pero la repercusión la analizas cuando ha pasado un tiempo y ves qué ha significado ganarlo. Las implicaciones a nivel de repercusión en medios, tu nombre relacionado con tus compañeros en la industria editorial… Pero fíjate, una de las cosas que más orgulloso me hacen sentir de mi oficio, es que he llegado hasta aquí tras un proceso de aprendizaje, a través de las trece novelas que preceden a Bajo tierra seca. Yo no habría ganado el Nadal sin este proceso, que no es otro que aporrear el teclado una y otra vez y dedicarle muchas horas. Escribir se parece mucho al trabajo que hace un actor que interpreta un determinado papel. Porque mientras escribes, estás dentro de la cabeza de un personaje al que tienes que dejarle un espacio en la tuya. Y cuando son muchos personajes con los que convives en el proceso de escritura de una novela es complicado. Cada día tienes que salir de César Pérez Gellida y meterte en Antonia Monterroso, Martín Gallardo…
Usando las últimas herramientas en inteligencia artificial se podría escribir una novela negra “al estilo Pérez Gellida” y, en breve, hasta podría convertirse en un personaje más. ¿Cómo ves este mundo que está surgiendo ahora?
La inteligencia artificial es un animal indomable. Puede ser una herramienta útil, pero también puede imitar la voz de una persona, generar vídeos que son absolutamente falsos con tu cara cometiendo un delito… Vamos a empezar a no discernir entre la realidad y la ficción. Mi hijo, que tiene 17 años, va a convivir con ella en lo personal, en lo profesional…. Este va a ser un cambio mayor que el que supuso internet. Y lo peor es que a la velocidad que se produce no nos va a dar tiempo ni a entenderlo.
