El festival de música Burning Man tiene un problema. Un serio problema. Todo esa pátina de sexo, drogas y Rock'n'Roll (es un decir) se ha ido perdiendo a lo largo de 33 años en favor de un festival de música menos independiente y más mainstream y bastante familiar (se estima que este año hay 1.000 niños, que, por cierto, hasta los 12 años no tienen que pagar la entrada de 390 dólares). Vamos que ese evento en el desierto de Black Rock en Nevada que pretendía congregar a personas que querían romper con las convenciones está ahora poblada por el tipo de gente que se sentaba en la bancada de Richard Gere en Novia a la fuga, de pañales con caca y de instagramers. Hasta el punto de que los organizadores han asegurado que el evento no es Instagram-friendly. Y no lo prohíben porque eso iría en contra del espíritu del festival. Y no les disgusta porque muestre lo alternativo que puede llegar a ser el evento, sino porque muestra lo artificial que puede llegar a ser el evento.

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Pero ha sido precisamente un acto espontáneo e irreverente el que verdaderamente les ha puesto en un aprieto. O no.

Y ahí es donde encaja Flame. En medio de su actuación, la novia del disc jockey australiano Harley Streten, más conocido como DJ Flame, ataviada con una peluca morada se plantó delante él, y, bueno, lo que pasó, pasó. Chico conoce a chica. Chico es DJ. Chico está pinchando en un escenario. Chica se pone a bailar. Chico sonríe. Chica se sube a la mesa de mezclas. Chico... bueno, ahora ves el vídeo y juzgas tú misma/o. Todo esto lo sabemos porque Paige Elkington, la novia, subió este behind the scenes a sus stories de Instagram., una cuenta que tiene 90.000 seguidores. Sí, lo subió a su cuenta de Instagram. Tuvo que borrarlo rápidamente, pero más de un espabilado lo capturó y luego lo ha reproducido en sus cuentas en redes sociales. Elkington, que se dedica a vender tatuajes temporales a través de su propia tienda online, lo mismo te suena: precisamente en Instagram se volvió también viral a finales de 2018 una inquietante foto con Jeff Goldbum. El polémico vídeo es éste:

Ahora podíamos debatir sobre si es de buen gusto o no, de hasta qué punto se debe polemizar encima del escenario y sobre el papel de las redes sociales, sobre si incitan o no este tipo de comportamientos, pero el debate debería centrarse en si beneficia a Burning Man, si borra esa imagen de festival acomodado que se ha ido instalando en los últimos años. Y ahí es donde entra en juego Instagram. Burning Man siempre ha estado 'abierto' al sexo, pero una cosa es que se cree el mito de boca a oreja (no, no pienses en nada raro) y otra que quede constancia gráfica.