Lo reconocemos, en Esquire hemos repartido el carnet de "el actor del momento" con una generosidad muy por encima de nuestras posibilidades. Nos los quitan de las manos, qué le vamos a hacer. Pero cuando tienes delante a alguien con un potencial tan evidente como en el caso de Álvaro Mel (Salamanca, 1996), es que no nos podemos resistir a proclamarlo como tal. No solo por su trayectoria –su papel protagonista en La fortuna, la primera serie de Alejandro Amenábar, demostró su solvencia y carisma– sino porque su mejor interpretación hasta la fecha, la que entrega en la miniserie de Netflix Un cuento perfecto, ha sido vista por millones, y millones, y más millones de personas en todo el mundo. Número uno en la plataforma a nivel global. Por encima de The Witcher o de Heartstopper. Casi nada.

"Estoy muy contento, me esperé que fuese a ir todo tan bien –nos cuenta con genuina alegría–. Sabía que teníamos un buen producto, que estaba bien escrito y bien adaptado. Elísabet [Benavent, la autora de la novela en que se basa la serie] estaba muy presente, sobre todo en la primera parte del rodaje en Grecia, y le gustó mucho la adaptación, decía que nunca se la había adaptado de manera tan real. Pero no imaginé que iba a llegar a tanta gente y que iba a gustar tanto en todo el mundo". Hablamos con Álvaro de ese exitazo brutal en un reportaje conjunto con otros dos espléndidos actores con los que comparte protagonismo El club de los lectores criminales, su segundo hit en Netflix este verano. Aquí puedes leer la entrevista a Carlos Alcaide y la entrevista a Iván Pellicer.

"Estoy orgulloso de mí mismo. No es que ahora sea el mejor actor del mundo, pero he hecho cosas que antes no podía"
Álvaro mel en la revista esquire
Pablo Sarabia / HEARST
Álvaro lleva chaleco de Lacoste y pantalón de Dsquared2.

Vámonos a ese momento en Grecia, a las escenas preciosas entre Anna Castillo y tú. ¿También erais conscientes de que surgía esa química tan especial?
Todo estaba muy trabajado, desde el principio hicimos mucho hincapié en que hubiese mucha química. Cuando haces una comedia romántica, el mayor miedo es que la química sea inverosímil o se sienta forzada. Lo trabajamos muchísimo. Obviamente Anna es una actriz como la copa de un pino y en cualquier papel que la pongas va a estar bien, pero sí es verdad que había ese sentimiento de esforzarse al máximo para que saliera bien y creo que lo hemos conseguido. Esa atmósfera que creamos está muy bien.

¿Qué descubriste sobre ti como actor en esas escenas?
Sí que es verdad que en esta serie, y no es algo que me pase habitualmente, acababa algunas escenas y decía “joder, estoy muy satisfecho”. Y si no era así, tenía la confianza total con Chloé [Wallace, la directora de la serie] para decirle “oye creo que esta escena no está bien, me gustaría repetirla”. Suelo ser muy crítico pero esta vez he acabado muy contento conmigo mismo. Que sigo siendo crítico, veo la serie y hay cosas que creo que podría haber hecho mejor, pero en conjunto estoy orgulloso de mí mismo. Eso no quiere decir que ahora sea el mejor actor del mundo ni mucho menos, pero en un balance he salido contento al 90 por ciento y veo cosas que he podido hacer como actor que antes no podía.

"Anna y yo sabemos muy bien cómo cuidar el uno del otro"
anna castillo y álvaro mel en un cuento perfecto
FELIPE HERNÁNDEZ/NETFLIX

Los capítulos de Grecia transmiten un halo de intimidad que parece como ajeno a la grandilocuencia o el marketing de ‘la película de Netflix’. ¿Lo viviste así?
Sobre todo en el capítulo cuatro, que transcurre entero en Grecia y es diferente, un capítulo burbuja. Esa sensación de intimidad creo que está muy conseguida por la visión de la directora, por sus decisiones en los planos, por cómo ha querido contar la historia, por la fotografía, las localizaciones… Pero sobre todo por Chloé y por lo que hemos construido Ana y yo. Me gusta mucho que se haya apostado por ese ritmo más pausado, que no sea tan picado o comercial, que haya habido ese hueco para la libertad creativa de la directora. Con Chloé me he sentido muy cómodo en todas las escenas íntimas y de sexo.

A lo mejor no haría ni falta el famoso coordinador de intimidad.
Siempre hay porque tiene que haber, pero todo estaba muy cuidado. Anna y yo nos respetábamos muchísimo y sabíamos muy bien cómo cuidar el uno del otro. También es muy importante la visión que aporta Chloé a las escenas de sexo, porque es algo mucho más sutil, con encuadres más cerrados, con un chequeo de planos constante con nosotros… Toda esa atmósfera que te hace sentir cómodo favorece que crees esa intimidad que lo convierte la escena en algo especial. Si fuese algo más obsceno, más abierto, en lo que tú no estás cómodo, sería otro producto.

"He trabajado, sigo trabajando y me queda mucho por trabajar en cuanto a deconstruirme, a romper construcciones sociales del machismo"
álvaro mel en la revista esquire
Pablo Sarabia / HEARST

¿Esa visión de la directora es la que provoca que Un cuento perfecto refresque algunos arquetipos de las comedias románticas, sobre todo los que tienen que ver con la masculinidad?
Sí, y creo que ese refresco está multiplicado por tres: por la escritora de la novela, por la guionista que adaptó el guion y por la directora. Hay una triple visión femenina que está muy bien y se aleja del estereotipo de comedia romántica del tío que tiene dinero, que siempre está por encima… Aquí el protagonista ni es agresivo ni es supermasculino. David es un chico bastante femenino, no tiene masculinidad frágil. Y además se nivelan las situaciones entre los dos: ella está por encima en muchas situaciones, él está por encima en otras… Y por eso es algo feminista, porque está equilibrado. Él hace chistes sobre ella y ella sobre él, cada uno está incómodo en momentos diferentes… Creo que ese balance, además de positivo, es agradable de ver.

¿Hablaste mucho sobre masculinidad con Chloé o con Anna?
No especialmente. Obviamente sí hablamos mucho del personaje al principio y está claro que tiene una masculinidad muy poco frágil, que es lo contrario a ser superhetero o agresivo con la masculinidad, sino que simplemente tiene una masculinidad deconstruida. Y en eso creo que él y yo nos parecemos. Yo en ningún momento dudo de mi masculinidad ni de nada, pero creo que estoy deconstruido y soy una persona que se asemeja a David en ese sentido.

Álvaro mel, iván pellicer y carlos alcaide en la revista esquire
Pablo Sarabia / HEARST
Álvaro lleva camiseta de Abanderado y peto de Carhartt. Carlos, con camiseta de Dsquared2 y pantalón de Tommy Jeans. Iván lleva peto de Levi’s y camiseta de Dsquared 2.

En Esquire nos hace especial ilusión que los tres protagonistas de esta producción de fotos soy tres actores que, de alguna manera, ocupáis el espacio en el que antes estaban los ‘galanes’, los ‘rompecorazones’, pero lo hacéis desde un punto muy distinto. Y lo transmitís de forma muy natural. ¿Tú debates mucho contigo mismo sobre ese tipo de percepciones?
Cómo se me percibe no me importa tanto. Creo que es una seguridad que tengo yo de ser así, como soy. He trabajado, sigo trabajando y me queda mucho por trabajar en cuanto a deconstruirme, a romper construcciones sociales de todo lo que ha sido el machismo. Pero no me machaco. Sí que, sobre todo cuando estás en grupos de amigos con muchos chicos, a veces se nos olvida y de repente alguien se pasa “de confianza” y hace comentarios que no están bien. Pues hay que decirlo. No es que haya que hacer una cosa solo, son muchísimas: contigo mismo, de ti hacia los demás y de los demás hacia ti. Si trabajas en esas tres líneas para quitar toda la mierda que hay, acabas siendo mejor persona y, en ese sentido, con una mejor masculinidad.

Pasamos de este personaje tan encantador y carismático al de El club de los lectores criminales. Sin entrar en spoilers, entiendo que lo más interesante para ti es que supone un cambio de registro alejado del ‘buen chico’ que tienes más trillado.
Es un personaje que actúa. Y eso me ha gustado, porque es un doble papel ya que el personaje hace de otro personaje. Es lo que más me atrajo. Tiene esos matices de niño bueno pero no he buscado cosas que salgan de mí, sino del propio personaje. Digamos que yo, como Álvaro, solo he actuado al final de la película. El resto, como decía, es un personaje actuando. Esa parte final me ha permitido ampliar mi registro y he acabado muy contento.

"La peli tiene todos los ingredientes del slasher, también sus situaciones inverosímiles que son parte del género"
el club de los lectores criminales
FELIPE HERNÁNDEZ/NETFLIX

¿Eres fan del género slasher?
He visto mucho terror slasher porque mi compañero de piso, Gerard Estadella, es un friki del terror. Me pone un montón de películas de estas y me encanta. Mi favorita es It Follows. Y relacionada con El club de los lectores criminales, diría Scream y, sobre todo, Sé lo que hicisteis el último verano. La peli tiene todos los ingredientes del slasher, también sus situaciones inverosímiles que son parte del género.

¿Qué tal ha ido el rodaje con Iván Pellicer y con Carlos Alcaide?
¡Muy bien! Una de las cosas por las que hice este curro es porque estaba Iván… y descubrir a Carlos fue un acierto completo. Son dos chicos geniales, igual que Hamza [Zaidi], que es el que falta.

El final da pie a pensar en una segunda parte…
Creo que podría haberla. El guionista nos contó que se estaba escribiendo la segunda novela. No sé cómo cuadraría, porque al ser un slasher se supone que todos los personajes mueren… Pero habría que verlo.

¿Sientes que este verano de éxitos te ha colado en otro lugar?
En realidad esta peli la grabé hace año y medio y la serie, hace medio año, que se haya estrenado todo este verano es una coincidencia. Pero sí que es verdad que te van tomando más en serio. A la gente le ha encantado Un cuento perfecto y me están cayendo, a parte de muchos castings, muchos comentarios felicitándome sinceramente: directores de casting, productores… En realidad no me importa tanto si me llaman para más castings; yo estaba muy seguro del trabajo que hecho como actor, pero que de repente te llegue gente y te diga que le ha gustado me hace sentir muy bien, porque al final trabajas para transmitir. Si soy capaz de hacerlo, me pone muy contento. Porque no me han dicho “oye qué guapo estás” o “qué bonito todo”, sino “qué bien estáis, qué buena química, qué bien contado”. De repente te posiciona en un sitio, sí, porque es una prueba más de que puedes trabajar bien. Y eso es lo que ha pasado.

"Todavía hay mucha gente que piensa que por haber sido influencer o por ser 'guapo' no puedo ser actor"
álvaro mel en la revista esquire
Pablo Sarabia / HEARST

Con ese número uno mundial en Netflix, ¿ha crecido tu ambición de posicionarte como actor en el escaparate internacional?
Yo de primeras no tenía aspiraciones como actor, pero desde que empecé a afianzarme en la profesión, y lo digo desde el respeto que tengo a este oficio, sí que me ha gustado la idea de trabajar fuera. Luego vino La fortuna y sentí que sí podría hacer algo en inglés. Pero está el doble filo de comprobar que estoy currando en España y lo que hago se está viendo en cientos de países. En cualquier caso, irme a currar fuera estaría guay. ¿Dónde? Estados Unidos me gustaría mucho, de repente Francia, que sé francés aunque tendría que trabajarlo bien… Con los idiomas tengo bastante oído. El sueño de hacer cosas fuera está ahí, pero siempre sabiendo que la industria que tenemos aquí es maravillosa.

La anterior vez que charlé contigo antes del estreno de La fortuna, todavía estaba muy presente tu otra faceta como influencer. Unos años después, parece que esa balanza se ha inclinado claramente por la actuación. ¿Puede ser que la burbuja de los influencers se esté pinchando?
Yo no tomé la decisión de renegar de ser influencer, pero sí es verdad que intenté, y creo que lo he conseguido, centrarme mucho más en la interpretación. Pero porque creo que tengo algo más que aportar, y lo digo con todo el respeto del mundo a los influencers. Hay gente que se lo toma como su trabajo, lo hace muy bien y lo respeto al cien por cien. Pero a mí me gusta el mundo de la actuación porque puedo transmitir más, creo que es un trabajo más elaborado y estoy más contento con los resultados. Me hace sentirme mucho más realizado. Sí que me he quitado esa etiqueta de influencer pero todavía hay mucha gente, incluido algún periodista, que por el simple de hecho de haber sido influencer considera que no puedo ser actor. O que por ser “guapo” no puedo ser actor. Yo lo he intentado, he trabajado y lo he conseguido. Nunca me han dado papeles por ser influencer, he sido un actor como otro cualquiera que se lo ha currado en los castings, que ha pasado las pruebas con productoras, cadenas… En este lado de la línea me siento mucho más realizado, que al final es lo que buscamos todos en la vida.

No puedo acabar la entrevista sin preguntarte por la historia del "tatuaje censurado" en Un cuento perfecto, que ha dado pie a decenas de titulares…
¡Bueno, que ha salido en mil sitios! Lo primero, he de decir que esto pasa conmigo pero a Anna le han tapado muchísimos tatuajes y eso no sale [risas]. David podía tener tatoos, le pega porque es un alma superlibre, así que no había problema con que se vieran los míos. Pero tengo dos que podrían dar problemas por derechos de autor: uno que es el logo de OWSLA, la discográfica de Skrillex, y otro que es el Kaonashi de Chihiro. Entonces decidieron taparlos. El de OWSLA lo taparon completamente, de ese nadie ha dicho nada, así que ahora que lo sabes podemos decir que es un easter egg. Y el del Kaonashi, al ser una mancha tan grande, propuse tapar solo la cara. Al equipo de maquillaje le propuse que pintaran una cara triste o una cara contenta en función de cómo fuera la escena, pero no pudo ser [risas]. Es verdad que si la hubieran pintado de negro se habría notado menos.

anna castillo y álvaro mel en un cuento perfecto
FELIPE HERNÁNDEZ/NETFLIX

Ayudante de fotografía: Sara Guillén · Edición de vídeo: Álvaro Verdú · Maquillaje y peluquería: Amaya Capote para Mery Makeup · Edición de fotografía y producción: Carolina Álvarez