Si es difícil no perder pie cuando debutas en una serie juvenil unida a un fenómeno fan, más difícil todavía es sortear el precipicio de los juguetes rotos cuando ese proyecto tampoco termina de explotar mediáticamente. Por ese desfiladero escarpado ha caminado en los últimos meses Carlos Alcaide. Hace un par de años lo conocimos en un rocódromo, donde realizamos un reportaje (involuntariamente metafórico) con los jóvenes actores que iban a seguir la estela de Ana de Armas, Martiño Rivas y compañía en la nueva versión de El internado. Ya entonces nos demostró que era un chaval con la cabeza bien amueblada y una concepción del oficio muy sana… y esas cualidades, tras superar las primeras subidas y bajadas de su carrera, no han hecho más que reforzarse para confirmar que estamos ante un currante con una energía tan bonita como contagiosa.

Esta vez repetimos jugada en un plató más cómodo y con otros compañeros, Álvaro Mel e Iván Pellicer, con quienes comparte protagonismo en El club de los lectores criminales. Se trata de una peli de terror de Netflix, del subgénero slasher, en la que ha tenido la oportunidad de gozar de la parte más lúdica y desenfadada de su profesión. Ya llegará el momento de ponerse más intenso, que era la palabra que más repetía en aquella primera entrevista.

¿Cómo está tu nivel de intensidad ahora mismo?
Creo que se ha colocado un poco más. Tú me pillaste en un momento muy de inicio de carrera. Sigo siendo un rookie y también un intenso, pero en un lugar más colocado. Vas cogiendo bagaje y perspectiva de lo que es tu carrera. Cuando lo ves como de forma vertical, todo hacia arriba, es muy goloso, y hace que estés muy motivado e ilusionado; pero cuando ya has estado en más rodajes, y también en parones, coge una dimensión más real. Más a ras de tierra.

¿Significa eso que has sufrido cierto desencanto con la profesión?
No, yo sigo igual de encantado. Pero la mirada es más realista. No es desencanto, al revés, es que soy más consciente de que todo forma parte del proceso. Cuando hablamos la otra vez era el principio y pasé tres años maravillosos de bastante trabajo, de ir empalmando proyectos. Y este año ha sido cuando me he enterado de lo que es la profesión. Paradójicamente. ¿Hay un parón grande? Pues chico, aprovecha para formarte, para nutrirte de otras cosas…

"Este año he tenido un parón y he pasado momentos duros, de mirarme las entrañas"
carlos alcaide en la revista esquire
Pablo Sarabia / HEARST
Carlos lleva sobrecamisa de Guess, camiseta de Abanderado y pantalón de Dsquared2.

¿Ese parón te ha dado vértigo, o directamente miedo?
Sí. Si me pongo intenso y te digo que todo eso no me ha dado miedo porque soy un valiente, te mentiría. He pasado momentos bastante duros, de mirarme las entrañas. Es complicado.

Entiendo que es duro porque te juegas tus ingresos, pero también duro a nivel de ego, sobre todo cuando arrancas con una producción que ofrece altas expectativas de popularidad como lo fue El internado.
Sí, totalmente. Me las he visto con mi ego y he tenido que bregar conmigo mismo para colocarme, con mucho trabajo de poner toda la consciencia y mucho trabajo terapéutico también. No se trata de ir a terapia y resolver algo, sino que te estás conociendo. Y más trabajando en el mundo artístico: o te revisas o te estancas. Lo bueno es tener la sensación de que vas soltando lastres y no confundirte. A mí me va muy bien estar rodeado de los míos, de mi familia, y acordarme de mis orígenes. Fantasear no es malo, pero también hay que tener las cosas muy claras.

¿Te sientes bien con el lugar en el que te ha encajado la industria?
Esta es una pregunta que me da un poco de miedo. Porque es verdad que lo que a mí me gustaría sería explorar el mundo más académico, el cine, evidentemente. Mi ambición sana va por ahí. Pero sí que es cierto que todo lo que he hecho hasta ahora ha sido más mainstream. Cuando uno se revisa el ego a fondo, justamente en este conflicto interno que tengo sobre lo que me gustaría y lo que está siendo, también ves que al final es trabajo, es un personaje al que ponerle vida y meterle alma. Y te puedes ilusionar igual, puedes meterle tu toque y puede ser todo lo profesional y de autor que quieras. Hasta en la producción más mainstream pueden haber perlitas.

Sospecho que ahí va implícita tu reflexión sobre la fama.
Es que es algo muy etéreo. Puede ser muy gratificante a nivel de reconocimiento, incluso de picos de autoestima que si no están bien colocados, te pueden confundir muchísimo. Pero también pasa el mundo más académico y de los premios y el prestigio, hay una confusión terrible con eso y unos egos… Ojalá trabajar con Sorogoyen o con Almodóvar en un futuro, pero hay que darle crédito a todo tipo de trabajo.

"Mi personaje es una bombita de relojería maravillosa y lo disfruté muchísimo"
el club de los lectores criminales
FELIPE HERNÁNDEZ/NETFLIX

Amén. Hablemos de este trabajo en concreto, El club de los lectores criminales. ¿Es tu primera incursión en el género?
No lo había hecho antes, no. He tenido la oportunidad a posteriori. Fue muy interesante porque es algo muy divertido y fresco. Lo veo y parecemos personajes salidos de videojuegos, pero es maravilloso porque cada cual está en su sitio. En mi caso, mi Rai es una bombita de relojería maravillosa y lo disfruté muchísimo. Me permití darme rienda suelta. Como actor siempre partes de no juzgar al personaje, pero a veces es inevitable hacerlo; yo tenía bastante conflicto porque este tío roza varios ismos, ya me entiendes, pero el resultado lo veo bastante fresco, muy de cara, y eso lo hace divertido.

En este tipo de películas lo más divertido siempre es morir.
Exacto [risas]. Ver qué muerte te ha tocado. La mía es muy adrenalítica y desfasada, muy tarantinesca.

¿Qué tal el curro con Álvaro y con Iván?
Uf, fatal, son dos personas asquerosas…

"Álvaro tiene una mirada muy limpia pero es muy misterioso, e Iván tiene una cosa canallesca y pícara estupenda"
álvaro mel, iván pellicer y carlos alcaide en la revista esquire
Pablo Sarabia / HEARST
Álvaro lleva camiseta de Abanderado y peto de Carhartt. Carlos, con camiseta de Dsquared2 y pantalón de Tommy Jeans. Iván lleva peto de Levi’s y camiseta de Dsquared 2.

Sería tan cachondo que fuera verdad…
¿Te imaginas que llevo toda la mañana encubriéndolo? [Risas] No, ya nos has visto, son dos tíos supercercanos y profesionales. Mola además porque cada uno trabaja a su manera y vas cogiendo cositas de los demás. Álvaro por ejemplo es muy misterioso él en sí mismo, y eso se lo aporta a su personaje y juega muy a favor. No sé cómo explicarlo, Álvaro tiene una mirada muy limpia pero a la vez te deja como "a ver qué pasa aquí". Juega muy bien con eso. Lo admiro muchísimo, es un gran actor. E Iván tiene esta cosa canallesca y pícara estupenda. Con Nando, su personaje, lo ha llevado sin embargo a un lugar más neutro porque era lo que pedía la película. De hecho al principio nuestros personajes se empastaban un poco, así que el director me pedía a mí un poco más de nivel de adrenalina y a Iván un poco menos, para diferenciarlos bien.

Retomo el tema de los ismos. Lo más guay de juntaros a los tres hoy es que, hace cinco o diez años, este reportaje se habría podido interpretar como ‘los nuevos actores tíos buenos, los tres galanes guaperas’. Pero transmitís algo muy distinto a ese arquetipo.
Es un piropazo. Está muy bien ser joven, está muy bien ser guapo y está muy bien sacarte partido, porque al final, siendo honestos, hay una parte que juega a favor. Es evidente, ok. Pero si hacemos una lectura un poco más profunda, creo que tanto Álvaro como Iván y como yo en este caso tenemos la obligación, quizá moral, y no por ponerme títulos de nada, de romper estereotipos. Sobre todo a nivel generacional. Las tías de mi generación lo están haciendo y nosotros también tenemos ese deber. También creo que es lo orgánico. Yo quizá veo cosas de mis padres, actitudes que me chirrían, y desde el cariño y el amor se lo digo. Siempre hay que tener empatía, pero decirlo, porque no cuesta nada. Yo no busco confrontarme con los que estaban antes ni mucho menos, ni criticar. Simplemente se trata de que vayamos a un sitio más agradable, más amable.

"Está muy bien ser joven y guapo y sacarte partido, pero tenemos la obligación moral de romper estereotipos"
carlos alcaide en la revista esquire
Pablo Sarabia / HEARST

Lo de buscar la adoración desde la frialdad del tío duro ya pasó.
Exacto. O eso de soy el fuckboy, que se llama ahora. Hace poco vi Barbie y me encanta Ryan Gosling, me meo con esa parodia de la virilidad. Romper esos esquemas siento que está bien. Cada uno a su manera, con su proceso y su tempo. Pero es interesante. Desde el individuo podemos ir a un colectivo mucho más agradable y amable.

¿Qué deseas ahora mismo para tu carrera?
Deseo muchos proyectos bonitos, del tipo que sean como hablábamos antes. Personajes maravillosos que me nutran. Siento que tengo mucha hambre. Estoy renovado, he vivido un año que me ha servido de mucho, ha sido un gran aprendizaje, así que directores y directoras, aquí tenéis un actor con mucha hambre y muchas ganas.

Ayudante de fotografía: Sara Guillén · Edición de vídeo: Álvaro Verdú · Maquillaje y peluquería: Amaya Capote para Mery Makeup · Edición de fotografía y producción: Carolina Álvarez