Para sorpresa de todos, 2023 fue el año más cálido jamás registrado. Y eso no es más que otro paso en una tendencia ya preocupante que desencadenó la creación del Acuerdo del Clima de París en 2015. Solo hay un problema: el mundo se está quedando atrás en sus compromisos de reducción de emisiones.

    Actualmente, el mundo va camino de alcanzar un calentamiento de 4,8 grados centígrados a finales de siglo, muy por encima del objetivo de 2,7 grados centígrados. Para alcanzar ese objetivo menos apocalíptico, el mundo necesita reducir el 28% de las emisiones de gases de efecto invernadero que actualmente está en vías de producir, según NPR. Es innegable que el tiempo apremia, así que algunos científicos están buscando un plan B: la geoingeniería solar. Si tiene éxito, podría dar tiempo a la humanidad para abandonar por completo nuestra adicción a los combustibles fósiles y abrazar la revolución de la energía verde.

    Ahora, un nuevo estudio realizado por científicos de la Universidad de Birmingham (en colaboración con otras universidades estadounidenses y europeas) ha descubierto que una de estas técnicas de geoingeniería -una tecnología conocida como aclaramiento de nubes marinas (MCB, por sus siglas en inglés)- podría ser un "analgésico" para el cambio climático más eficaz de lo que se pensaba. Los investigadores crearon un "experimento natural" analizando detenidamente el comportamiento de las nubes en relación con las erupciones periódicas del volcán Kilauea, en Hawái.

    Estas inyecciones naturales de aerosoles en la atmósfera imitan el objetivo general del aclaramiento de nubes marinas, que (en términos sencillos) también inyecta aerosoles -en el caso del MCB, partículas hiperfinas de sal marina- en las nubes para aumentar su brillo y reflectividad. Sin embargo, el equipo descubrió que, en realidad, el MCB obtiene la mayor parte de su efecto refrigerante de la creación de nubes. Los resultados se publicaron el jueves en la revista Nature Geoscience.

    Ying Chen, de la Universidad de Birmingham y autora principal del estudio, afirma en un comunicado de prensa: "Nuestras conclusiones demuestran que el abrillantamiento de las nubes marinas podría ser más eficaz como intervención climática de lo que habían sugerido anteriormente los modelos climáticos ". "Debemos seguir mejorando la comprensión fundamental de los efectos de los aerosoles en las nubes, investigar más a fondo los efectos y riesgos globales del MCB y buscar formas de descarbonizar las actividades humanas".

    Utilizando el aprendizaje automático para analizar datos históricos de satélites y meteorología, el equipo creó un predictor que mostraba el comportamiento de las nubes durante los periodos de volcanes inactivos. A continuación, los investigadores pudieron identificar fácilmente el impacto directo del volcán en las nubes. Resultó que los aerosoles naturales aumentaban la nubosidad en un 50 por ciento durante la actividad volcánica, con un efecto de enfriamiento de -10 vatios por metro cuadrado (lo negativo es bueno).

    "Nuestros hallazgos sugieren que el MCB puede ser bastante eficaz para aliviar el calentamiento climático, aunque probablemente se manifestaría como un aumento de la cubierta de nubes en lugar de la opacidad de las nubes, como implica la terminología MCB", se lee en el documento. "Esta práctica sería especialmente eficaz en los océanos tropicales, donde la radiación solar entrante es intensa y el ambiente de fondo es limpio (es decir, las nubes son más 'prístinas')".

    Aunque el MCB existe desde la década de 1990, la idea ha acaparado más titulares a medida que el mundo sigue calentándose. El New York Times informaba la semana pasada de que la Universidad de Washington había realizado su primer experimento de MCB frente a las costas de Alameda (California).

    Sin embargo, cualquier tipo de herramienta climática bajo el paraguas tecnológico de la "geoingeniería" despertará ciertas sospechas. Los científicos, por ejemplo, no están seguros de cómo la MCB podría afectar a los patrones de circulación oceánica, o si podría aumentar las precipitaciones en algunos lugares y reducirlas en otros. Pero sus defensores insisten en que el mundo ya está sometido a una geoingeniería provocada por los gases de efecto invernadero de origen humano, y que los efectos secundarios del MCB podrían ser preferibles a los devastadores costes del cambio climático.

    Hay un punto de acuerdo entre ambos bandos: el MCB no es una solución al cambio climático, pero cada vez hay más pruebas de que podría ser una forma de bajar la fiebre sintomática del planeta mientras intentamos tratar la enfermedad inducida por el carbono.

    Vía: Popular Mechanics
    Headshot of Darren Orf
    Darren Orf

    Darren lives in Portland, has a cat, and writes/edits about sci-fi and how our world works. You can find his previous stuff at Gizmodo and Paste if you look hard enough.