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Si pensabas que Historia de un matrimonio había alcanzado niveles imposibles de superar dentro del género 'peleas de pareja a todo volumen', espera a ver la nueva película de Netflix, Malcolm & Marie. Rodada en pleno confinamiento, reúne a Sam Levinson (creador de la serie Euphoria) con Zendaya en uno de esos retratos verborreicos de la descomposición lenta y dolorosa de una relación. Se les une John David Washington, el hijo de Denzel, que es la otra cara de una moneda llena de reproches, dependencia y abuso verbal.

Todo empieza cuando una pareja vuelve a casa y la tensión puede cortarse con un cuchillo. Marie (Zendaya) está que echa humo mientras pone agua en un cazo para preparar unos macaroni and cheese de sobre. Malcolm (Washington) está pletórico porque acaba de vivir la premiere de su película más prometedora hasta la fecha como director. Pero en su discurso se le olvidó un detalle: entre las decenas de personas a las que agradeció su apoyo, amor y devoción, se olvidó de su novia. Ese detalle (que no es pequeñ0) encadena toda una discusión que se extenderá durante toda la película y que nos deja claro que algo anda mal en su relación. Al fin y al cabo, ese olvido que enciende la mecha solo es un síntoma de males mayores, y el por qué se revela mucho más complejo.

Mientras veía a Malcolm y Marie lanzándose puñales verbales durante una hora y media, no dejaba de preguntarme cuánto desprecio, propio y ajeno, hay que acumular durante años para que, al vomitarlo en una discusión, lo que salga sean las palabras más crueles y dañinas posibles. Esta es una de esas películas donde los protagonistas son tan mezquinos entre ellos que te hace cuestionar si alguna vez se amaron de verdad. Y, sobre todo, me hizo reflexionar sobre cómo evitar que una relación llegue a parecerse tanto a un combate de boxeo donde solo uno puede quedar en pie. ¿Tú también? Pues escucha.

malcolm  marie
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Lenguaje abusivo, no gracias

Demasiado a menudo confundimos la sinceridad con la crueldad. No, una relación honesta no implica decir todo lo que se te pasa por la cabeza, como hacen Malcolm y Marie durante la película. Cosas que sabes que duelen y que no son necesarias. Cosas que piensas, pero que igual ni son ciertas. Cosas que alimentan las inseguridades y pueden hundir a una persona. Como cuando Malcolm le suelta que es "una persona inestable", que "está loca" y que se imagina cosas. Si esto es lo que le dice cada mañana al despertarse, estamos ante una relación de abuso lo mires por donde lo mires.

Muchas veces, el lenguaje abusivo no viene de un machista de tomo y lomo, o de alguien que abusa también físicamente a su pareja. A veces, el lenguaje abusivo aparece sin que el responsable se dé cuenta del mal que está haciendo. Quizás se dice a sí mismo que lo dice de broma, que no iba en serio, que solo es cuando bebe un poco, que es que estaba muy estresado en ese momento, que no era para tanto, que pero por qué te va a sentar mal eso, que las verdades duelen pero siguen siendo verdades... Quizás no se da cuenta de las consecuencias que tienen sus palabras una vez han salido de su boca. Pero cada una de ellas crean una jaula de la que es muy difícil escapar. Hay muchos niveles, claro, desde el que lo hace ocasionalmente hasta que tiene una conversación sincera con su pareja, que le pide que deje de ser un imbécil, hasta el que lo utiliza, consciente o inconscientemente, para crear una situación de inferioridad y dependencia.

No es necesario, no hace falta. Todos hemos dicho alguna vez algo de lo que nos hemos arrepentido inmediatamente. Somos humanos y somos imperfectos. Y tal cual lo decíamos, una voz en nuestra cabeza nos decía: Mierda, no, esto no es lo que siento ni lo que quiero decir. Pero, ¿es eso solo una excusa? Moraleja: piensa antes de hablar.

    Hazte una pregunta: ¿Cómo puedes ser mejor?

    En un momento de Malcolm & Marie, Zendaya le reprocha a John David Washington que nunca se pregunte cómo puede ser mejor en su relación. Vaya, que no se para de vez en cuando a pensar: ¿estoy siendo un buen novio? Parece una tontería, pero es la base de una relación sana: cuando dejas de preguntarte cómo puedes ser mejor en la relación, de preguntarte si hay algo de ti mismo que puedas cambiar para que todo funcione mejor, es el momento en el que la relación corre el peligro de morir asfixiada.

    Hacerse esa pregunta significa pensar en la otra persona y en su bienestar, y no solo en el nuestro. Bueno, el ego descomunal de Malcolm le pone en un extremo muy concreto, pero la lección que emana de este punto es totalmente universal. Independientemente de quiénes seamos y cómo actuemos, siempre podemos preguntarnos eso. La palabra clave: empatía. Sin ella, ¿cómo demonios esperas que las cosas funcionen con tu pareja? ¿Cómo esperas entender los problemas o necesidades que van más allá de tu ombligo? Muy importante. Que el tamaño de tu ego no te impida ver lo que los demás necesitan.

    zendaya y john david washington en malcolm  marie
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    No idealices tus ex frente a tu pareja

    Está claro que una relación sana tiene que ser un espacio de confianza. Tanta como para poder hablar del pasado sin que se cree controversia en el salón de casa, y eso incluye a las antiguas parejas. Pero con ese tema hay que tener cuidado. Piensa. Cuando hablas de tus ex, deberías vigilar el tono y también lo que cuentas. Aunque la sinceridad es súper importante en una relación, ¿de qué sirve poner en la cabeza del otro imágenes que se les quedarán grabadas para siempre?

    Al menos eso es lo que le reprocha Marie a Malcolm en cierto momento de la película. Y es que él no había tenido piedad: mientras ella se estaba dando un baño, él se agacha junto a ella y empieza a detallarle todas las influencias detrás del personaje que ha creado en la ficción de su película. Le cuenta, y recreándose en el relato, cómo tal momento le recuerda a una increíble noche con no-sé-quién, esa manera de andar corresponde a la-otra-de-más-allá... Vaya, que no se deja detalle. ¿Y qué necesidad había? Lo sabemos: ponerla en "su lugar". Quitarle la idea de la cabeza de que el personaje estaba basado en ella. Bajarle los humos, arrastrarla por el fango, alimentar las inseguridades que ya se la están comiendo por dentro. Y él lo sabe.

    No hagas como Malcolm: piensa en cómo ciertos recuerdos pueden afectar a tu pareja y, si acaso, elige el momento indicado para revelarlos. No es cuestión de mentir, solo de manejar con cuidado información potencialmente conflictiva. Y, desde luego, ¡no lo digas en plan vengativo durante una discusión! ¡Ten un poco de dignidad!

    Si no eres feliz, ¡huye!

    En contra de lo que suelen decirnos las películas románticas, y algunas religiones y gurús a los que deberías dar un unfollow ya mismo, el amor no debería ser sufrimiento. Sacrificios, quizás alguno de vez en cuando si se dan las circunstancias. Discusiones, claro, son inevitables. Pero, ¿pasarte los días siendo desgraciado? No, gracias. No le cojas el vicio a sufrir por amor: vete y pega la vuelta. Jamás te pude comprender...

    Viendo Malcolm & Marie, no dejo de preguntarme si estas dos personas se quieren o no. Parece que su pasado juntos les sigue arrastrando a una relación de gente obtusa, cruel y desequilibrada. Está claro que huir de una relación no es tan fácil como está sonando ahora: hay lazos de dependencia que son difíciles de romper dependiendo del caso, y quizás el de la película de Netflix es un buen ejemplo de ello. Y seguro que ahora mismo te viene más de una a la cabeza. Estas personas que siguen juntos, que son visiblemente infelices y aun así no se ven capaces de dar el paso. Hay miedo, ya sea a la reacción del otro o simplemente a estar solo, a enfrentarse de nuevo al mercado de los ligues habiendo perdido todas las ganas y la práctica. No, no es tan fácil como decir 'me voy' y se acabó, aunque, en algún momento, y en el fondo lo sabes, tiene que ocurrir.

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    Y da las gracias, joder

      Al final, todo el lío de Malcolm & Marie empieza porque Malcolm no menciona a Marie en su discurso de presentación de su película. Eso es lo que desencadena la discusión, y esconde una reflexión detrás que genera multitud de teorías. ¿Por qué se olvidó de darle las gracias en público? ¿Igual porque estaría admitiendo que su gran gesta como director ha sido compartida con las aportaciones de su pareja y su ego es demasiado débil para aceptarlo? ¿O porque no la valora lo suficiente como para recordarla entre los agradecimientos a su equipo, a su familia, a Spike Lee, a Barry Jenkins, al de Deliveroo que le trajo la pizza la otra noche...? Lo que está claro es que es un síntoma de algo que no funciona bien.

      La lección está clara: es de bien nacido ser agradecido. Y no se trata de dar las gracias cada cinco minutos para dejar claro que valoras hasta el aire que respira, sino de demostrarlo con acciones y reconocimiento. Demasiado a menudo damos a nuestras parejas (o nuestra familia, o nuestros amigos) por sentado. Pensamos que siempre estarán ahí sin importar lo que hagas o digas. Pensamos que siempre nos tenderán la mano, pero las relaciones, amorosas o de cualquier tipo, tienen que trabajarse. Solo hay que estar dispuesto a aprender cada día.

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