Japón es un lugar entre dos orillas, las del pasado y las del presente. Cuenta con una tradición incombustible y, a la vez, una vocación por el progreso. Preserva el afecto por los detalles y el cuidado, junto a la gravedad elegante que describió a la perfección el escritor Yasunar Kawabata: «Ninguna palabra dice tanto como el silencio».

La idiosincrasia de su estética se basa en los juegos de las luces, en la sencillez y en el respeto por la naturaleza y la exaltación de la vida armónica. En el corazón japonés se halla una cultura inconfundible. Este gusto hacia el entorno se refleja en muchos aspectos de la vida nipona. Se contemplan los lazos comunes desde Sapporo hasta Fukuoka. No en vano, este arraigo por la cultura y su legado ha marcado a diseñadores de todo tipo.

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Mazda

En el gusto por la belleza y la sencillez encontramos a Mazda, una firma histórica de automóviles que ha adoptado la filosofía japonesa como parte de su camino. Para seguir mirando al futuro en la marca se dieron cuenta de que debían volver también los ojos hacia atrás; así surgió la unión entre la historia y el diseño automovilístico.

Cultura revitalizada

Para los japoneses, la estética no es meramente una cuestión de apariencia, sino una forma enraizada de entender el mundo; es, en verdad, una cosmovisión completa que apunta al sosiego y al equilibrio dentro de un mosaico de tradiciones, como el Kintsugi —la reparación con oro de la cerámica rota—.

a red car parked in front of a white tower
Mazda

Desde Mazda quisieron separarse de visiones estereotipadas y de reduccionismos; por eso acudieron al lado más espiritual de su herencia cultural. A la elegancia que ofrecen los espacios vacíos y los silencios. En contraste con la visión occidental, la japonesa atiende a las relaciones sutiles que hay entre los objetos. Algo que se podría definir como «vacío transformador».

Filosofía de la sencillez

a sports car parked on the side of a road
Mazda

Estos conceptos tradicionales, que difuminan las fronteras de lo presente y ausente, han encontrado su camino en innumerables sectores (arquitectura y urbanismo, escultura, literatura...). De este modo, la filosofía de Mazda se basa en la belleza de sustracción, que posee gran protagonismo en sus diseños. Este juego de lo que está y de lo que no está se ha convertido en un elemento fundamental en la creación de los coches de la firma.

Las cualidades atemporales del diseño japonés ofrecen ricas oportunidades para reflexionar y conectar con nuestro entorno, descubriendo cosas nuevas en el proceso. Ya sea al contemplar un antiguo jardín de piedra o al sentarse al volante de uno de los últimos modelos de Mazda, como el Mazda3, experimentamos la belleza que se encuentra en la sutileza y la armonía, en el equilibrio entre lo que está y lo que no está. Ésta es la esencia de la estética japonesa, una puerta hacia la contemplación y la conexión con nuestro entorno en un mundo en constante cambio.