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El escritor francés George Perec dio en el clavo en su novelita experimental (más adelante reconvertida en obra de teatro) El arte de abordar a su jefe de servicio para pedirle un aumento con cómo nos sentimos la mayor parte de los seres humanos a la hora de pedir una subida de sueldo. Sé que es una elección, ejem, poco empresarial para empezar un artículo sobre cómo pedir un aumento de salario, pero confía en mí.

"Tras haber reflexionado seriamente, tras haber sacado fuerzas de flaqueza, usted se decide a ir al encuentro de su jefe de servicio para pedirle un aumento. Usted va, pues, al encuentro de su jefe de servicio digamos para simplificar, porque siempre hay que simplificar, que se llama señor Xavier, es decir, señor, o mejor, sr x. Así que usted va al encuentro del sr x y, ahí, una de dos: o bien el sr x está en su despacho o bien el sr x no está en su despacho. Si el sr x estuviera en su despacho aparentemente no habría problema, pero evidentemente el sr x no está en su despacho, así que usted tan solo tiene una cosa que hacer: aguardar en el pasillo su regreso o su llegada. Pero supongamos que no llegue. En ese caso acabaría por no haber más que una sola solución para usted: volver a su propio despacho y esperar hasta después del mediodía o hasta el día siguiente para reemprender su tentativa. O, cosa que se ve todos los días, que tarde en volver. En ese caso, lo mejor que usted puede hacer en vez de continuar yendo y viniendo por el pasillo es ir a ver a su colega la srta y…".

El texto (que hemos puntuado para una mayor claridad porque el original carece de signos de puntuación hasta el punto final con el que acaba la obra) sigue, pero te haces una idea. ¿Te has visto reflejado? Normal. Se resume en que no tenemos ni la más remota idea de cómo plantearlo y la mayor parte de las veces comienza con una determinación y levantándonos para ir al despacho de nuestro jefe directo para solicitar dicha subida, encontrándonos con que, al igual que el personaje de Perec, no está en su despacho.

Hay mucha teoría y muchos consejos, pero lo verdaderamente complicado para plantear una subida de sueldo es encontrar el momento apropiado. No un horario concreto o un espacio concreto, sino el momento empresarial adecuado. El personaje de Perec, luego vamos otra vez con él, puede haber acertado con el momento, pero no con el espacio, ni con el día, ni con la hora. Lo lógico es sacar el tema de la subida de sueldo en las revisiones anuales de desempeño, pero el problema es que la mayoría de las empresas no lo tienen, con lo que eliminan de un plumazo la forma más natural de hablar del salario. Es el mejor momento porque la empresa sabe que es uno de los puntos que hay que tratar y se prepara para ello, tanto para dejar claro que se puede plantear como para establecer desde un principio que no hay subidas que valgan ese año.

De esa manera, desde el principio, queda claro si en esa evaluación hay oportunidad de plantearlo o no. Las evaluaciones de desempeño, cuando se hacen bien, se celebran antes del cierre del presupuestos, con lo que si va a haber subidas, es posible negociar. Es ahí cuando hay que hablar del salario. Y al ser una cita anual, permite revisar el sueldo de forma natural cada año y si un año, por lo que sea, no es propicio, sabemos que en doce meses volveremos a hablar.

Pero, como decía, es una quimera en la empresa española. Eso nos deja solo dos opciones, una más frágil que la otra. La primera, la frágil, es después de completar un proyecto importante. La segunda, cuando tu jefe está visiblemente contento con tu desempeño. Esta última opción también juega a la inversa: pedir un aumento durante un período estresante o agitado para tu jefe garantizará que tenga poco tiempo y paciencia contigo. Todo esto es importante saberlo porque, al final, la conversación sobre tu subida de sueldo va a tener que salir exclusivamente de ti.

Hay otro problema que no te he comentado. Sí, ya. La cosa está así de mal, de partida. Cualquier manual sobre cómo pedir un aumento de sueldo te va a decir que te prepares la reunión con tu jefe para hablar de tu sueldo. Para ello debes armar un argumentario de logros (demostrar con datos lo que has conseguido con tu trabajo, ejemplificar como tu trabajo ha tenido un impacto en la evolución de la empresa, que no tiene que ser siempre un impacto económico directo) y conocer siempre el valor de tu puesto de trabajo.

Ese es el otro problema. La mayoría de las empresas, por tamaño o mala praxis empresarial, no tienen definidos los puestos, ni hay una uniformidad de salarios. Que fuera de tu empresa se pague un perfil profesional similar con una cantidad concreta no te sirve. Lo habitual, también, es que desconozcas el sueldo del resto de empleados de tu empresa y conozcas los saltos salariales que hay de una categoría profesional a otra. Es un ejemplo de manual de información asimétrica. Si un trabajador quiere discutir con su jefe sobre lo que se le paga en comparación con otros puestos similares, sencillamente no puede hacerlo.

Los seres humanos además tenemos un problema añadido: tendemos a sobrevalorar los salarios de nuestros compañeros de trabajo. Edward Lawler publicó hace casi una década un interesante estudio en el que planteaba que "los empleados que no conocen los sueldos de sus compañeros suelen sobrevalorar el salario de las personas que están por debajo de ellos en el organigrama, al tiempo que subestiman lo que ganan sus superiores". Esto, convendrás con nosotros, es una problema.

¿Cómo plantear un aumento de sueldo?

Tú tienes que tener preparadas primero una serie de preguntas: a las que te tienes que adelantar antes de que te las haga tu jefe y las que le quieres hacer a tu jefe. La más importante es esta: ¿el aumento que quieres pedir refleja realmente el valor que aportas a tu equipo de trabajo y a tu empresa? ¿Es realista el aumento? Son las preguntas que cualquier responsable se va a hacer cuando plantees un aumento.

Luego están las preguntas que tienes que saber que le tienes que hacer a tu jefe en esa conversación: ¿Cuáles son las nuevas responsabilidades que vendrán junto con este aumento si lo consigues? Si un aumento no es posible en este momento, ¿cuándo será posible? Tras este aumento, ¿qué se requerirá para avanzar aún más en mi carrera en esta empresa? Ya está. Todo se reduce a eso.

¿Cómo tienes que justificar tu aumento?

Al eliminar de la ecuación la posibilidad de saber la estructura de salarios en tu empresa y de la retribución de tus compañeros, la justificación de tu nuevo salario se limita a reunir tantos ejemplos específicos del trabajo bien hecho como te sea posible cuantificar. Prepara una lista con todos los logros recientes y específicos y el valor que ha aportado a la empresa, así como las razones por las que cada uno de esos logros merece el salario que está proponiendo. ¿Ha contribuido a que la empresa gane más dinero? ¿A que se incremente la productividad? ¿A que se preste de mejor manera el servicio o que se fabrique mejor el producto? No se trata de ideas vagas, sino de hechos y datos concretos. Si se puede cuantificar, mejor.

Esos son, en realidad, los mejores consejos, los más objetivos. Luego hay mucha literatura sobre cómo tienes que actuar. Hay autores que insisten en que el tono de voz que usas es tan importante como la información objetiva que presentas para solicitar la subida, así que aconsejan equilibrar la confianza, la amabilidad y el entusiasmo por el trabajo que haces. Otros aconsejan expresar gratitud por lo que tiene actualmente en la empresa y compartir el entusiasmo por las metas futuras de la empresa para demostrar que estás comprometido en hacer bien tu trabajo. Bueno, ahí están y ahí te los dejo.

Quizá es más interesante saber qué más quieres conseguir si no logras la subida. ¿Qué compensación te interesa si no es un aumento de sueldo? ¿Te interesa un ascenso formal? ¿Renegociar la jornada laboral? ¿Tener acceso a alguna fórmula de teletrabajo?

Y cuando ya tienes todo esto claro, ¿cómo se lo planteas a tu jefe en la práctica? Con dos sencillas frases (vamos, algo parecido a esto): "Estoy interesado/a en hablar sobre mi sueldo. ¿Es ahora un momento adecuado?". Y ahí, como diría Perec, pueden ocurrir varias cosas: que esté dispuesto a escucharte; que no esté dispuesto a escucharte; que esté dispuesto a escucharte, pero resulte que reciba una llamada teléfono que le saque del despacho a la velocidad del rayo; que esté dispuesto a escucharte, pero sea víctima de una intoxicación alimentaria. En cualquier caso, en Esquire te hemos preparado para esa conversación. Un consejo: llama al 112, pero no acompañes a tu jefe al hospital. A nadie le gusta un pelota.