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El problema de los 3 cuerpos ha adaptado de manera bastante heterodoxa en Netflix la novela homónima de Liu Cixin. A lo largo de ocho episodios hemos ido comprendiendo lo que ocurría. Los que jugaban con la ciencia y el universo humano eran los San-Ti, una civilización muy avanzada que vive en medio de un continuo ciclo de catástrofes al encontrarse afectados por el problema de los 3 cuerpos en su sistema solar. Harta de la humanidad, Ye Wenjie los contacta pese a sus advertencias: "Venid, ya no podemos cuidar de nosotros mismos".
Junto con el millonario Evans, planea durante décadas una sociedad capaz de recibir a los San-Ti, a los que tratan como seres superiores. El problema es que los San-Ti no comprenden el poder para mentir de los humanos. Concluyen que somos peligrosos teniendo esa capacidad, que nunca se podrán fiar de nosotros y que la única solución es eliminarnos. Tienen, eso sí, un problema. Tardarán 400 años en llegar y, a este ritmo, les habremos superado tecnológicamente para entonces.
Es por eso que utilizan los sofones, dos super ordenadores de un tamaño microscópico capaz de controlar los aparatos de todo el planeta. Su objetivo es bloquear nuestros avances tecnológicos y espiarnos para que no podamos avanzar y así vencernos al llegar. Su mensaje: "Sois insectos" deja muy claro que su intención no es precisamente pacífica. Pero más allá de dejar la guerra para dentro de unos siglos, la serie nos deja con un concepto que será la clave de la temporada 2 como lo es del segundo libro, El bosque oscuro.
NOVA El bosque oscuro (Trilogía de los Tres Cuerpos 2) (Nova)
La clave del final de la temporada 1 de 'El problema de los 3 cuerpos' son los vallados
Durante la primera temporada de la serie conocemos a un florido grupo de científicos protagonistas. Auggie Salazar renuncia a luchar para el futuro y decide hacer el bien directamente en vida con sus nanofibras. Jin Cheng, sin embargo, queda como cabeza pensante de la defensa activa, aunque la dejamos totalmente derrotada tras fallar el envío de la sonda que llevaba la cabeza de Will. Incluso Da Shi logra motivar a Jin y Saul tras el fracaso porque, si los humanos sin bichos para los San-Ti, tenemos todas las de ganar... Al fin y al cabo, nosotros nunca hemos conseguido eliminar a los insectos.
Sin embargo, hay un personaje que parece estar a la sombra toda la serie. Hablamos de Saul Durand. Se refugia en sus porros y en sus líos de una noche y desperdicia el amor de Auggie a la vez que su propio intelecto. No tiene ninguna postura moral más que la de pasar el rato, no tener hijos, y no ocuparse de ningún problema futuro. Pero, de repente, en el último capítulo, los San-Ti comienzan a intentar matarlo y, sin su consentimiento, lo eligen como uno de los tres vallados. Héroes elegidos para crear en su mente y sin decírselo a nadie una forma de resistencia y lucha contra los invasores. Con su vida para siempre en peligro, Saul se queda sin opción alguna de vivir como quería antes.
Lo cierto es que, como el personaje de Luo Ji en la novela, Saul Durand será la clave de la continuación de la historia. Aunque todavía no lo sepa, está claro que los San-Ti le quieren muerto a él y solo a él de los vallados ¿Por qué? Bueno, la clave está en pensar por qué y a partir de cuando deciden matarlo. Igual que a Auggie le dejan libre una vez ya no quieren proteger a Evans porque sabían que sus nanopartículas le matarían, hay algo que hace que quieran matar a Saul.
La clave está en el capítulo 7, en la conversación con una Ye Wenjie que le cuenta una enrevesada anécdota al alumno de su hija antes de que, como suponía, los San-Ti la maten (por medio de Tatiana):
Einstein se muere. Aparece en el cielo y tiene su violín. Adora su violín más que la física, que las mujeres. Está deseando ver lo bien que puede tocar en el cielo. Pero los ángeles le dicen ¿qué haces?: Me preparo para tocar, les dice. No lo hagas, a Dios no le gustará, es saxofonista, le responden. Einstein para y no toca, aunque le cuesta porque le encanta y no tiene mucho más que hacer. No tarda en oír un saxofón desde arriba tocando 'The The A train'. Einsten se la sabe y dice "voy a hacerlo, voy a tocar con él y sonaremos genial". Entonces empieza a tocar y el saxofón para. Aparece Dios y golpea a Einstein en los huevos. Después rompe el violín de Einsten. La eternidad sin música se había convertido en el infierno para Einstein mientras se retuerce en el suelo, agarrándose los huevos doloridos. Un ángel se hacerle y le dice: "te lo advertimos, no juegues nunca con Dios".
Hay que puntualizar que en la versión original esa frase final es "Never play with God". "Play" puede significar "jugar" pero también "tocar", y aquí es dónde el doble sentido queda algo más claro. De hecho, en los subtítulos al castellano no lo traducen como "juegues" sino como "nunca le toques los bemoles a Dios". Matices importantes que se pierden con la traducción...
Decir que logrará extraer Saul de ese recuerdo, de esa moraleja, sería destripar la temporada 2. Pero ahí está la clave del final de la temporada 1 de El problema de los 3 cuerpos. Una dónde los insectos Saul, Jin y Da Shi, se deciden a sobrevivir.
