‘¿Y no prefieres un Scalextric?’.

‘No, quiero la Play’.

‘Bueno, pues ya veremos’.

Y Scalextric al canto. Porque el niño no sabe ni lo que quiere. Porque ya vale de videojuegos que no hacen más que atontarle. Porque tanta tele no puede ser buena. Y porque ya no sabes qué inventarte para hacerte con uno. Casi todos hemos soñado con invadir el salón de casa con un circuito de carreras lleno de curvas y de velocidad; un sueño compartido con miles de niños a lo largo de los 55 años de vida del Scalextric. Más de cinco décadas después, este juego legendario sigue trasladando a cualquier lugar la adrenalina de la competición y de los deportes de motor. Pero, claro, el Scalextric moderno casi nada tiene que ver con su antepasado de los años 60. Esta es la historia de uno de los juguetes más famosos del mundo.

Fred Francis. A él se debe el ingenio. En 1952, este ingeniero británico idea un sistema que permite mover coches en miniatura de forma remota. Lo llama Scalex, y usa como prototipo un coche inglés emblemático: el Jaguar XK 120. Aunque tendrán que pasar todavía cinco años más para que el mundo conozca al circuito actual. Francis le da una vuelta a su idea e incorpora, en 1957, un sistema de pistas por los que los coches a escala circulan a toda velocidad alumbrando, ahora sí, el Scalextric, una contracción de las palabras ‘scalex’ y ‘electric’. Había nacido la leyenda.

Y el público respondió. Los primeros circuitos, con forma de cero, son un éxito de ventas y permiten a Francis seguir innovando. En 1960, las carrocerías de plástico sustituyen a las metálicas, ganando así ligereza y, sobre todo, abriendo una puerta a un nivel de detalle mucho mayor. Así, al Maserati 250 F Grand Prix, el primer coche del Scalextric, se suman otros como el Lotus 16, todos con un nivel de realismo que alucinaba a los niños y adultos de los 60.

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Niños y adultos, hasta el momento, extranjeros. Porque el Scalextric no llega a España hasta 1962. La firma Exin se encargará de introducirlo y fabricarlo, apostando por otros tres modelos de coches icónicos: el Lotus 21, el Cooper F1 y el Ferrari 156. Y aquí también es un éxito, a pesar de costar la friolera de 1.200 pesetazas, una auténtica pasta para la época. Pero el juguete lo vale: a los coches y las pistas empiezan a incorporarse otros detalles: vallas de protección, puentes y accesorios como mandos más sofisticados.


El sello español

Con el juguete ya consolidado, Exin se atreve con un modelo local. Es 1966 y la Seat produce en Martorell el mítico 600. Así que está claro: la miniatura española para el Scalextric debe ser, sin duda, un 600, el concreto el TC. Aunque España no se conforma con eso; la producción de coches de Exin tarda poco en superar en calidad y detalle a los modelos ingleses. El Mercedes 250 SL, El Jaguar E, el Chaparral GT u otro Seat, en 850 TC, se convertirán en las miniaturas más sofisticadas de la marca. Y con sello español.

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Y la evolución continúa

Ya en los 80, el inicio de la era de la informática, el Scalextric comienza a tecnificarse de verdad. Sistemas de alumbrado en las pistas, coches equipados con luces, motores más rápidos y potentes y nuevos vehículos, esta vez también 4x4. Y más: a finales de los 90 se incorpora la fibra óptica al sistema de iluminación de coches además nuevos complementos electrónicos, como el que permite jugar contra un coche manejado por un ordenador, y se sigue apostando por nuevos modelos y por circuitos más sofisticados.

Todo pensando en un divertimento más completo y, sobre todo, más vinculado a la tecnología. Porque los pasos para modernizar el Scalextric no se han detenido nunca. De hecho, desde hace tan sólo dos años, el juguete ha dado un gran paso creando el modelo WOS. ‘Wireless Overtaking System, es decir, adelantamiento sin cables, que supone que hasta seis coches puedan competir de forma simultánea en un mismo circuito cambiando de carril para poder hacer adelantamientos graduando la aceleración con el mando inalámbrico. Y todo conectado a una app que controla las clasificaciones, los tiempos, los repostajes y las vueltas, estableciendo tres modos de competición. Vamos, que sólo falta ponerse el caso.


Qué tendrá el Scalextric…

… que a todo el mundo conquista. Porque sabido es, por ejemplo, que los Beatles se divertían y se relajaban echando unas carreras antes de los conciertos y en cualquier momento de sus giras.

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Y pocas veces un juguete se ha colado en el mundo de la moda. Armad Basi lanzó la línea Scalextric by Basi en 2009, inspirándose en los circuitos y en el automovilismo para crear diseños de camisetas y ropa interior.

Nadie puede negar que este juguete, que ahora está de aniversario, ha conseguido lo que ningún otro logró jamás: hacer soñar a niños y adultos de varias generaciones y contagiarles, sin salir de la sala de estar, de la adrenalina que segregan los pilotos profesionales. Así que si el niño quiere la Play, que se aguante. Educar también es enseñarle a vivir con la frustración de no tener siempre lo que se quiere. Y, en este caso, te viene de perlas si quieres comprarte el Scalextric. Por fin.