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Esta vez os traigo mi vodka favorito. Reconozco que también es de los caros, pero merece la pena. Aun así ya os informo que hay una referencia de esta mítica destilería polaca, el Belvedere 10, que se va a unos 250 euros la botella, o sea que me podía haber puesto más excluyente.
Mucha gente piensa que el vodka es bueno cuando es muy neutro, algo así como agua con alcohol, y con que cualquier marca cumpla eso, pues ya le sirve. A mí ese estigma que tiene esta bebida me parece un error. Sin negar que para estar de cachondeo no hace falta volverse loco, esa circunstancia no puede hacer que restemos o simplifiquemos la complejidad que puede tener un vodka, ya que dicho sesgo nos llevaría de cabeza a los oscuros mares del cuñadeo.
Efectivamente estamos ante un líquido eminentemente neutro, pero eso no quiere decir simple o insípido, no. Los toques minerales, o vegetales, de uno bueno son fáciles de percibir, por no dejar de mencionar las texturas, más concentradas en productos de alta gama como Belvedere.
En los cocktails en los que es protagonista, Vodka Martini o Vodka & Tonic, esto puede ser diferencial. Y en los que es invadido, como el Moscow Mule (aquí tienes la receta para hacer uno bueno de verdad) o White Russian, potencia sin maquillar ni torcer los sabores.
Si queréis que queden realmente bien, ya sabéis: Belvedere.
