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En estas fechas toca afrontar un trance complejo, angustioso y necesario: realizar la declaración de la renta. Para unos son buenas noticias ya que les sale a devolver, pero para todos aquellos a los que se les viene un rejón, en primer lugar, recordad que es bueno pagar impuestos, no ya porque financien la educación o sanidad pública, que también, sino porque es síntoma de que estáis ganando dinero.
Aprended de Llados, esa especie de héroe griego desnortado, cuando dice que aforar al fisco es síntoma de riqueza y que evadirlos, incluyendo irse a vivir a paraísos fiscales, es de mentalidad pobre, aún peor que tener panza o estar despierto más allá de las 22 horas.
Así es que, como el esquirer es de naturaleza triunfadora, vengo con una selección de vinos ricos, perfectos para el descorche inmediato, totalmente respetuosos con vuestros bolsillos después del palo que os va a dar la fiscalidad vigente.
Vamos que vengo con vinos para tiesos y encima, en un ejercicio de dificultad adicional voluntaria, sin repetir región. Hoy me apellido diversidad. Los hay de todo estilo, color y condición, pero accesibles.
Venga, levantemos el ánimo.
Artuke, 2023, DOCa Rioja. 7,40 euros.
Empiezo con una botella de menos de 8 euros en un Rioja de maceración carbónica de una bodega de culto. De esas que hagan lo que hagan andan instaladas en la excelencia.
Este tipo de tintos, los bien hechos, son marcadamente frutales, esto es como un zumo de fresa con alcohol. Lo mejor de dos mundos.
Bodegas Ponce, Depaula, 2022, DO Manchuela. 7,60 euros.
Otro de menos de ocho euros, pero es que lo de esta bodega es inexplicable al ser asombrosamente asequible para el nivel de los vinos que ofrece.
Todas las referencias de esta gente deberían costar entre el doble y el triple de su actual PVP. Este, en concreto, sabe a vino de los buenos de alrededor de 20 euros, también, como el anterior, es muy frutal, pero aquí hay un toque más cálido y especiado, no creo que haya un vino de menos de 10 euros más complejo que este.
Id a comprobarlo, hacedme el favor.
Vinos Valtuille, Pago de Valdoneje, 2023, DO Bierzo. 7,80 euros.
Si la DO Bierzo anda bien pertrechada de vinos de clase mundial, no va tampoco nada mal en cuanto a tintos de entrada de gama.
De entre todos ellos mi favorito es esta Mencía de Pago de Valdoneje, la cual presenta una textura que lo hace de lo más fluido y bebible.
No es fresqueo, pero sí adictivo.
Viña Zorzal, Graciano, 2021, DO Navarra. 7,85 euros.
Un clásico ya de Esquire, no puede faltar en una selección así la que es, junto a la portuguesa Quinta das Bágeiras, la mejor bodega del mundo relación calidad-precio.
Aquí tenemos su básico de Graciano, uva trendy, que deja tintos ácidos, frutales y especiados con fondo amargo.
Una maravilla en la que da gusto reincidir.
Barco del Corneta, Cucú, 2022, VT Castilla y León. 9,70 euros.
La bodega que mejor Verdejo hace del planeta, tampoco es que eso sea muy difícil, aunque hay que reconocer que el nivel de esta variedad, gracias a gente con cada vez más ambición, no deja de elevarse.
Para aquellos escépticos, descreídos e infelices que no me crean, no duden en comprar una botella de Cucú. La verdejo que no verdejea (eso es bueno).
Ese mundo existe y está aquí.
Thymiopoulos, Xinomavro, Jeunes Vignes, 2021, Naoussa, Grecia. 12,45 euros.
También hay otros países que se manejan bien a precios competitivos, Francia incluida, con esta Xinomavro tiramos para Naoussa, región que se conoce como el Piamonte griego.
No deja de ser una descripción, quizá, demasiado optimista, pero que yo utilizo dado que sirve para que entendáis por donde van los tiros con esta variedad.
Sus 13º de alcohol ya denotan que estamos ante un Mediterráneo amable, esto sumado a su buena acidez y tanino de punto rústico, pero noble, nos deja un tinto más mineral que frutal.
Y lo más importante: no te cansas de darle al vaso.
Albamar, Albariño, 2022, DO Rías Baixas. 15,20 euros.
Otra bodega clásica en mis alineaciones cuando Rías Baixas, ya sea tinto o blanco, está involucrada.
En este básico nos encontramos un arquetipo de lo que es la Albariño en puridad, no es el vino más complejo de la bodega, pero sí sirve para vislumbrar todo el potencial tanto de la uva como del elaborador.
Alerta spoiler: su límite es el cielo.
Guímaro, Camiño Real, 2022, DO Ribeira Sacra. 15,30 euros.
Seguimos en Galicia, aunque en una región más especializada en tintos: la espectacular Ribeira Sacra.
Con este Camiño Real nos vamos a topar con un ensamblaje de tintas autóctonas, con predominio de la Mencía, lo que nos depara un tinto floral con fondo de pedernal y final, nuevamente, amargo.
Es que, aunque cueste verlo al principio, lo amargo entra mejor que lo dulzón. A los iniciados no nos gusta empalagarnos, que abrimos muchas botellas.
4 Kilos, Motor Callet, 2022, VT Mallorca. 17,40 euros.
Otra de mis bodegas fetiche en su versión roja más radical en el sentido de que estamos ante un vino natural.
De punto turbio, nos ponemos ante una Callet que fermenta y reposa 3 meses en cubs, que no es el equipo de baseball de Chicago (o no solo eso), aquí es un depósito tradicional mallorquín de cemento y ladrillo.
Además solo tiene 11º, por lo que se recomienda manejar con cuidado o la botella no os durará ni 25 minutos.
Dido, La Solución Rosa, 2021, DO Montsant. 19,85 euros.
Pues sí, como podéis deducir por su nombre, la botella más cara de este texto es un rosado. Pero no uno cualquiera, está elaborado por Sara Pérez, viticultora cósmica de la que tenéis una interesante entrevista en Esquire, a base de mezclar variedades blancas y tintas de la región.
No es un rosadito de beber fresquito y estar a otra cosa, no. Frívolos. Es un rosado con estimable estructura gracias a su crianza, de nada menos que 16 meses, en roble francés usado. Es un vino tremendamente versátil que va perfecto casi con cualquier comida.
De estos que se llaman gastronómicos, pero ahora de verdad.
