Augusto, como primer emperador romano, pudo elegir casi cualquier ciudad a lo largo y ancho del Mediterráneo para vivir. Así que, si eligió Tarragona (por aquel entonces Tarraco) para asentarse un par de años, por algo sería. Nosotros acabamos de estar y, aunque no se nos escapa que ha debido cambiar bastante desde el año 27 a.C, le damos toda la razón. Tarragona es, a día de hoy, un lugar perfecto para una escapada de fin de semana.

Una ciudad pequeña y manejable, cargada de historia, de amaneceres sobre el Mediterráneo, de grandes vinos, excelentes vermuts y de una gastronomía que es un auténtico lujo para los triperos más disfrutones: cocas, arroces, guisos como el xarro o el pataco, pescados, cremas catalanas… y sí, si vas en esta época, ¡también calçots!

una calle del centro histórico de tarragona
Peter Unger//Getty Images

Tarragona: cómo llegar

Como te comentábamos antes, una de los atractivos de la ciudad que la hacen perfecta para un viajecito de un par o tres de días es su tamaño. En dos jornadas, verás tranquilamente casi todo lo importante que tienes que ver, y lo harás paseando sin ninguna prisa. Aquí te puedes olvidar del coche. Por eso, nuestra opción favorita para llegar es, sin duda, el tren.

Por comodidad, pero también por economía. Viajando desde Madrid con OUIGO, tienes billetes de ida (el viernes) y vuelta (el domingo) desde menos de 90 euros. Y por el camino, disfruta de OUIFUN, una plataforma de entretenimiento en la que puedes elegir series, películas, podcast, juegos… Vamos, que las dos horas y cuatro que tardas en llegar hasta se te van a hacer cortas.

Para que te hagas una idea, en coche tardarías unas seis horas, y te gastarías bastante más en gasolina. Por no hablar de que en el tren puedes ir calentando motores con un vinito o una cervecita en el bar. Tú mismo.

Tarragona: qué ver

anfiteatro romano de tarragona
Peter Unger//Getty Images

Se trata de una de las ciudades con más historia de España, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco debido a su pasado: fue una importante ciudad del Imperio Romano (la más antigua de España) y capital de la provincia Hispania Citerior. Aquí vivió durante un par de años el primer emperador, Augusto, y Tarragona puede presumir de haber tenido en su pasado anfiteatro, circo y un acueducto (y por supuesto muralla y foro) y de todo ello quedan interesantes vestigios. Podríamos hacerte mil spoilers, y contarte que la ciudad está llena de curiosísimas inscripciones en latín conservadas en piedra, que aquí hubo auténticos clubs de fans de dos conductores de cuádrigas (los famosos aurigas) que eran los Messi y los Cristiano Ronaldo de la época, o que el anfiteatro está pegado a la playa porque las bestias que traían para luchar contra los gladiadores llegaban por mar.

tarragona
Pablo Cuevas

Tarragona es un cuento en sí mismo, por eso harías bien en aceptarnos el consejo: lo mejor que puedes hacer es contratar una visita guiada. Nadie como un experto va a hacer que comprendas mejor cómo era la vida en el Imperio Romano, las cosas increíbles que sucedían en las calles que vas a pisar y cómo la ciudad ha ido evolucionando hasta lo que es hoy. Casi cualquier piedra esconde una historia, y casi cualquiera de esas historias es mejor que la trama de la mejor serie de Netflix.

Tarragona: qué comer y qué beber

Cuidado que se viene tópico de cuñado… en cualquier rincón de España se come de maravilla. Una vez dicho esto, te aclararemos que este rincón es especialmente atractivo al paladar, y sobre todo en esta época. Porque estamos en temporada de calçots y, aunque puedes comerlos en cualquier lugar de España (cosas de la globalización), en Cataluña te van a saber mejor que en ningún sitio. Como los percebes en Galicia. Cada cosa en su lugar.

calçots
Pablo Cuevas

En muchos de los restaurantes de la ciudad los vas a encontrar y, a parte de estar buenísimos, la liturgia que los acompaña tiene mucho rollo, con su babero, su porrón, su salsa romesco, tus yemas de los dedos requemadas… Lo vas a gozar (lo de las yemas quizá menos). Puedes hacerlo muy cerquita del anfiteatro romano, en el restaurante Mas Rosello o un poco más a las afueras (8 minutos en taxi) y casi en la misma playa tienes el restaurante El Trull, ubicado en un antiguo y precioso molino rehabilitado.

Pero no solo de calçots se alimenta Tarragona. Si te gusta el pescado, tu lugar es el barrio del Serrallo. Se trata de un antiguo barrio de pescadores, a orillas del mar, donde se sigue manteniendo la mejor esencia marinera desde hace varias generaciones. Encontrarás muchos restaurantes donde deleitarte con gambas rojas autóctonas de Tarragona, pescados blancos, pulpitos, calamares, sardinas… Un disfrute.

Y, si eres más de arroces, nosotros nos los hemos zampado en El Llagut, en el centro de la ciudad, y tú deberías hacer lo mismo. Están especializados en recetas de la zona, ten por seguro que aquí no fallas. La foto no miente:

fideua del restaurante el llagut
Pablo Cuevas
El Llagut

Y sí, también es un lugar significativo para los amantes del bebercio. El vermut aquí es tradición, acércate a cualquiera de los bares que rodean la Plaça del Fòrum y siéntate en una terraza a la hora del aperitivo. En cuanto al vino, encontrarás muchos de la cercana zona del Priorat, donde se elaboran algunas de las etiquetas más caras de España. Pero no sufras, también los encontrarás baratos y excelentes. Por cierto, que si vas con tiempo, una excursión a conocer las bodegas de la zona siempre merecerá la pena, es una región montañosa muy bonita y repleta de historias de la Guerra Civil. Lo mismo que la cercana ciudad de Reus, donde no deberías dejar de acercarte si tu escapada es en un puente y tienes una tarde libre. Es una ciudad preciosa de pasear y con grandes atractivos, como el Gaudí Center donde conocerás de manera interactiva la vida de uno de los arquitectos más famosos de nuestras historia, o la Casa Navás, un ejemplo de modernismo que mantiene todo su mobiliario original e intacto.

Buen viaje.