En el corazón de la Cordillera Cantábrica, entre las provincias de Burgos y Cantabria, se esconde Ojo Guareña, un mundo natural mágico y enigmático. Este complejo kárstico, uno de los más espectaculares del planeta, se extiende a lo largo de más de 100 kilómetros de cavernas, formadas durante millones de años por la acción del agua sobre la roca caliza.

La Merindad de Sotoscueva, en la comarca de Las Merindades, alberga este tesoro subterráneo. Aquí, el ser humano ha dejado su huella desde hace más de 15.000 años, convirtiendo estas cuevas en lugares de refugio, veneración y misterio. Pero hay un rincón especial que despierta la imaginación: la ermita de San Bernabé, tallada directamente en la piedra. Sigue leyendo, porque al final te hablaremos de ella.

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Ojo Guareña.

La carretera BU-526 transcurre a través de las faldas del macizo, donde el clima atlántico y el mediterráneo se encuentran. La meseta se despliega como una llanura ondulada, salpicada de robles, hayas y encinas. Pero bajo esta pradera idílica, se ocultan 110 kilómetros de galerías subterráneas y 400 cuevas, conformando el segundo complejo kárstico más grande de la Península Ibérica.

En el pueblo de Cueva se encuentra el sumidero donde el río Guareña deposita su caudal, desapareciendo en las profundidades de Ojo Guareña. Si te gusta la espeleología, aquí comienza tu aventura, ya que te puedes poner el casco puesto y el frontal para adentrarte en la oscuridad de las galerías y las cuevas, donde el silencio solo se rompe por el eco de tus pasos. Podrás observar formaciones rocosas esculpidas de forma caprichosas, además de ver pinturas rupestres que te hablarán de un pasado remoto.

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Ermita de San Bernabé.

La ermita de San Bernabé, tallada en la propia roca, es un verdadero prodigio creado por el ser humano. Aquí, los fieles han venido a rezar durante siglos, y es inevitable hacerse algunas preguntas: ¿Fue un lugar sagrado desde tiempos prehistóricos? ¿O un refugio para los primeros cristianos? Cuando estés aquí, comprobarás que las piedras guardan las respuestas...

Se desconoce la fecha de su construcción. Algunos la sitúan en los siglos VIII-IX y otros en el siglo XIII. Lo que sí podemos datar es que en 1970, este conjunto arquitectónico fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional.

Esta ermita rupestre guarda en su interior un altar principal con la talla de San Tirso del siglo XIII. La bóveda natural está decorada con pinturas de 1705, que relatan los suplicios sufridos por San Tirso. Además, una cenefa lateral ilustra once milagros atribuidos a San Tirso, datados en los siglos XVII y XVIII. En las galerías adyacentes, encontramos la llamada pila del Santo, cuyo agua se cree que tiene propiedades curativas.