AUSTIN BUTLER ESTÁ A PUNTO DE RECIBIR UNA PALIZA. Butler, rubio y delgado, de no más de nueve años y muy tímido, se acobarda. El matón de la clase está al otro lado de la puerta de su casa, en el césped, diciéndole que salga para machacarle la cara. Butler mira a su madre. “¿Qué hago?”. Su madre es la persona menos crítica y más de corazón abierto que jamás conocerá, pero también entiende cómo funciona el mundo, incluyendo a los matones. Así que mira fijamente a los ojos de su hijo menor y le dice: “Sal ahí fuera y dale una paliza”. Butler obedece. Los matones nunca son tan duros como aparentan y este no es diferente; una vez que Butler está fuera, el matón intenta pasar la paliza a un amigo más grande que ha ido con él. Pero Butler va armado con determinación: “Tú has venido. Te vas a enterar”. El matón ataca primero, intenta golpear a Butler con su monopatín, pero Butler lo esquiva, tumba a su oponente y lo inmoviliza en el suelo. Y luego comienza a golpearlo. El matón se rinde. Es el final de esa pelea, pero no la última de Butler.

Un niño tímido sin contactos labrará su camino hacia la fama en Disney Channel y Nickelodeon. De joven, superará un profundo dolor para encontrar nuevas metas en su oficio. Trabajará más duro y más tiempo que cualquiera para convencer al público de que su salto de actor infantil a estrella de Hollywood, quizás el salto más aterrador en el negocio del espectáculo, no solo es posible, sino inevitable. Y luego, como adulto, intentará convertirse en la primera estrella de cine desde que Leonardo DiCaprio se convirtió en la última estrella de cine. No subestimes sus posibilidades.

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Robbie Fimmano
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23 AÑOS DESPUÉS DE LA PELEA, estamos sentados muy juntos en una zona trasera del restaurante francés Margaux, dentro del Hotel Marlton en Greenwich Village. Son las tres de la tarde y es invierno en Nueva York.

Los últimos 18 meses han sido bastante surrealistas para Butler. Comenzó 2023 en una posición con la que todos los actores sueñan, pero pocos conocen de primera mano: nominado a mejor actor en cada entrega de premios importante. Fue su interpretación de Elvis Presley en Elvis, del director Baz Luhrmann, lo que lo llevó hasta allí, y la experiencia, desde un junket hasta una mesa redonda o un pódcast, una sesión de fotos o una alfombra roja, fue tan eufórica como agotadora. Cuando la película se estrenó en 2022 con espléndidas críticas y una gran taquilla, Butler se convirtió en una sensación de la noche a la mañana. Había estado trabajando durante gran parte de su vida para un papel como Elvis. Un papel en el que podría entregarse por completo, que lo catapultaría a la cima de la lista de todos los directores de casting.

Elvis le daría todas esas cosas, además de premios en los Globos de Oro y los Bafta, así como una nominación al Oscar. Pero Butler no es de los que permanecen inactivos. Mientras la película de Luhrmann estaba todavía en posproducción, el actor se sumergió de lleno en varios proyectos que ahora salen a la luz. Primero: Los amos del aire (Apple TV), una miniserie de la Segunda Guerra Mundial de Tom Hanks y Steven Spielberg (Hanks coprotagonizó Elvis con Butler, interpretando al infame mánager del cantante, el coronel Tom Parker, y lo reclutó durante el rodaje). Ahora triunfa en los cines junto a Timothée Chalamet la segunda entrega de la franquicia cyberpunk Dune, del director Denis Villeneuve. Y después llegará la película Bikeriders. La ley del asfalto, con Tom Hardy y Jodie Comer, que se estrena el 12 de julio en España. La promoción de estos proyectos está aumentando, pero Butler tiene previsto un descanso. Después de esta entrevista, volverá a la Costa Oeste y luego se irá de vacaciones.

El actor, de 32 años, pasa bastante tiempo en Nueva York. Se mudó al West Village en 2012 cuando, a los veinte años, consiguió un papel como el guapo del instituto en el spin-off de Sexo en Nueva York, Los diarios de Carrie. Fue un buen trabajo, incluso sin ser el tipo de papel que siempre había imaginado. “Sé que probablemente me sonrojaría si viera algunas cosas, pero esa fue mi educación. No estaría aquí sin todo aquello”, dice.

Butler ya había visto obras de teatro, pero su traslado a la Costa Este fue su verdadera introducción al mundo del teatro. Se obsesionó. En sus días libres podías encontrártelo entre el público de lo que fuera que estuviera en cartelera en Broadway. “Venía dos semanas y veía catorce obras”, recuerda. Se mudó a Nueva York de nuevo en 2018, esta vez a Brooklyn, mientras actuaba en la obra que cambiaría su carrera, The Iceman Cometh, junto a Denzel Washington. Butler es un romántico. La prueba: cómo habla del infame y abarrotado tren L, que nunca llegaba a tiempo, que iba desde Manhattan a Brooklyn, al cual se subía de regreso a su apartamento en Williamsburg después de cada actuación. “Hay algo tan hermoso en que, al final de la noche, hayas tenido una gran actuación o una horrible, te subes al metro y, sin importar cómo te sintieras, la humanidad te envuelve”.

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Butler creció en una pequeña casa en una calle tranquila en Anaheim (California), con sus padres, David y Lori, y su hermana Ashley, cinco años mayor que él. David era tasador de bienes raíces comerciales y Lori se quedaba en casa con los niños. Alto, dulce e increíblemente callado, Butler luchó por encajar con los demás niños de su edad. “No me sentía cerca de ellos”, dice sobre sus primeros compañeros de clase. Las cosas no mejoraron después de que sus padres se separaran cuando tenía siete años.

Cuando su madre se volvió a casar, ganó un hermanastro además de un padrastro. Y cuando su medio hermano fue descubierto en la feria del condado de Orange por un representante de casting de extras, Butler lo acompañó a la audición. Ya era un amante del cine –su padre tiene la culpa de su buen gusto–. “Tengo un recuerdo vívido de tener cinco años, viendo El bueno, el feo y el malo”, dice Butler. La ventana indiscreta, también. “Y luego Al este del Edén y Chinatown cuando tenía siete. Esas películas me formaron”. Nunca había pensado en cómo se hacían, pero pronto se dio cuenta de que había encontrado lo suyo: la actuación. A medida que Butler se acercaba al final de la educación obligatoria, se resistía a la idea de mudarse a un instituto para la secundaria. Sus padres decidieron sacarlo del sistema. De todas formas, Lori ya estaba educando en casa a Ashley. No es la solución más social, sugiero. “No”, dice Butler, riendo. “Nada social”. Sin embargo, mientras perseguía ser actor, encontró la primera comunidad de jóvenes con los que alguna vez se había relacionado. “Les gustaba tocar la guitarra y de repente tenía algo que me gustaba hacer”, recuerda. “Esa conexión abierta, más madura y profunda, era algo que nunca había tenido con otros niños”. Contrató un profesor de actuación y asistió a cada audición que pudo. Su madre lo llevaba a Los Ángeles y de vuelta a casa de nuevo. Poco después, comenzaron a llegar los papeles. Zoey 101, Hannah Montana, iCarly, Los magos de Waverly Place.

El segundo matrimonio de Lori duró cinco años y luego terminó de repente. Cuando ella, Butler y Ashley necesitaron un lugar donde quedarse urgentemente, se mudaron con David. Las cosas iban lo suficientemente bien como para decidir mantener ese acuerdo. Su padre incluso convirtió el garaje en un apartamento para él. Se quedarían así hasta que Butler cumplió 18 años y se independizó. Él dice que nunca sintió confusión sobre la relación de sus padres durante ese tiempo. “No estaban destinados a estar juntos”, dice.

Su círculo social giraba en torno a los trabajos que conseguía. Y aunque da la impresión de que el grupo de Butler siempre ha sido pequeño, a lo largo de los años ha hecho algunas conexiones valiosas y duraderas. Como con Ashley Tisdale, otra graduada del Disney Channel a quien Butler conoció cuando ambos fueron elegidos para el elenco de Aliens in the Attic en 2009. “Solíamos bromear diciendo que éramos gemelos nacidos con varios años de diferencia”, dice Tisdale entre risas. Filmaron juntos durante seis meses en Nueva Zelanda y han sido amigos desde entonces. Cuando Butler estuvo en Australia filmando Elvis durante meses, solía hacer videollamadas con Tisdale, que estaba en Los Ángeles y embarazada. En 2021, Tisdale dio a luz y Butler fue la primera persona con la que ella y su esposo hicieron una videollamada desde el hospital.

Sin escolarización tradicional, el tiempo extra que pasó con su madre fue especial. Estudiaba entre sus clases de actuación. Le recitaba a ella los guiones que soñaba conseguir algún día, como Pulp Fiction, en los viajes en coche de ida y vuelta desde Los Ángeles. Y, a medida que sus roles de actuación se hacían más grandes, también lo hacían sus aventuras. Para el rodaje de Aliens in the Attic, Lori se trasladó a Nueva Zelanda con Butler, que entonces tenía 15 años. Madre e hijo se convirtieron en amigos durante ese tiempo. “Mejores amigos”, aclara Butler, que no volvió a tener noticias de su expadrastro o hermanastro. Ni siquiera desde que su carrera despegó. No sabe dónde están.

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LA VIDA ESTÁ COMPUESTA DE PEQUEÑOS momentos que cambian tu vida de forma insignificante. Y luego, de vez en cuando, sucede algo tan grande y tan malo que oscurece hasta el sol. No es solo tu vida la que cambia, sino el mundo entero. Cuando Butler tenía 22 años, su madre fue diagnosticada de cáncer. Lori se mudó con su hijo y, a medida que las cosas empeoraban, él hizo de cuidador principal. “Sentí que tenía que ser una montaña”, dice sobre el peso de ese periodo. Lori murió un mes después del vigésimo tercer cumpleaños de Butler. Se derrumbó. Días después del funeral debía estar en el set de Las crónicas de Shannara, en Nueva Zelanda. Fue. Era un profesional. Montaba a caballo, decía sus líneas. Pero cada noche regresaba a su habitación de hotel y lloraba sobre su almohada. Cuando terminó el rodaje de la segunda y última temporada de la serie, Butler decidió tomarse un descanso. Decir “no”. Incluso pensó en abandonar la actuación por completo. “Tenía mucho jaleo en mi mente”, dice ahora. “Necesitaba tiempo para metabolizar algunas de esas emociones”. Pasó ocho meses haciendo justamente eso, pero con el tiempo comenzó a creer en su camino de nuevo. “Se dio cuenta de que su madre no querría que se detuviera”, dice Tisdale. “Querría que continuara. Creo que eso fue una fuerza impulsora”.

Después de recomprometerse con la actuación, Butler encontró que tenía un sentido mucho más claro sobre qué dirección tomar. Explica: “Simplemente me dije: ‘Tengo esta sensación de lo que necesito hacer, del único tipo de cosa que quiero hacer. Quiero explorar ciertas partes de mí mismo que no he tenido la oportunidad’”. The Iceman Cometh estaba preparando su casting y Butler ansiaba ese papel. Y lo consiguió. Se presentó a la primera lectura de guion habiendo memorizado no solo sus propias líneas, sino las de todo el elenco. Su coprotagonista, Denzel Washington, se quedó impresionado. Los críticos también. La línea de apertura de la reseña de The New Yorker lo expresó así: “Aunque hay muchos intérpretes en la puesta en escena de George C. Wolfe del fenomenal drama de cuatro actos y casi cuatro horas de Eugene O’Neill de 1946, The Iceman Cometh, solo hay un actor, y su nombre es Austin Butler”. Poco después obtuvo un papel con el director con el que había querido trabajar desde que era joven, Quentin Tarantino. Butler interpretó a Tex, el loco tipo Manson a quien Brad Pitt mata en Érase una vez… en Hollywood. Luego, Luhrmann buscaba a alguien para el papel principal en Elvis, y Butler sabía que tenía que conseguirlo. El director tenía en mente a otros actores más famosos: Miles Teller, Harry Styles o Ansel Elgort, pero Butler no se dejó disuadir. Se reunió con el director ocasionalmente durante cinco meses. Se tiñó el cabello de negro y contrató a un profesor de movimiento para aprender a moverse tal como lo hacía El Rey. Un profesor de dialecto también, para ayudarle a perfeccionar ese acento de Memphis de los años 60. Una noche, después de despertarse de un sueño sobre su madre, vibrando de emoción, se sentó al piano y se filmó interpretando Unchained Melody y lo envió al casting. El papel era suyo. La noticia de la elección de Butler fue una bomba. Las redes sociales querían a casi cualquier otra persona. Luhrmann incluso ha dicho que su feed se llenó de tres letras: WTF. Pero Butler sabía que era su oportunidad. Cuando comenzó el rodaje, a principios de la primavera de 2020, se había transformado por completo. Como él dice, “sentí que todo el significado de mi vida en ese momento era eso”.

TE ESTARÁS PREGUNTANDO SOBRE SU VOZ. Es densa, baja y sin prisa. Áspera en los bordes. Ronca. Las oraciones comienzan o terminan con “ummms” y “hmmms”. Todo lo que está entre medio es intencional. Considerado. Ese espacio entre palabras y frases, casi antinatural en su amplitud, insiste en que su audiencia se incline hacia delante, dispuesta a que la próxima palabra aterrice.

A Butler le han preguntado mucho sobre su voz desde Elvis. Después de todo, durante la promoción de la película, 18 meses después de que terminara el rodaje, seguía hablando como Elvis. Butler ha respondido siempre con gracia a este asunto. Explica cómo ciertos movimientos faciales y poses son adoptados subconscientemente y cómo una voz es solo la arquitectura de tu boca, que puede quedar atrapada en patrones que te hacen sonar como alguien que no eres. No es algo que puedas dejar de hacer sin más, solo porque las cámaras estén apagadas. “Había estado practicando una forma de usar los músculos de mi boca durante mucho tiempo, por lo que también fue un proceso tratar de desaprender todo aquello”.

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Fue en Los amos del aire. La épica recreación del 100.º Grupo de Bombarderos en la Segunda Guerra Mundial, sucesor espiritual de la aclamada serie Hermanos de sangre, comenzaba su preproducción en Londres en febrero de 2021, casi justo después de que terminara Elvis. “Había algo reconfortante en saber que podía entregarme a otra cosa”, dice. Pero su cuerpo tenía otros planes. Tres años de sumergirse cada vez más profundo en la psique de otra persona y abandonar completamente su propio sentido del yo le pasaron factura. La mañana siguiente a terminar la producción de Elvis, a las cuatro de la madrugada, se despertó con un dolor insoportable. ¿Quizás su apéndice? Butler ingresó en el hospital. Pero no era su apéndice, ni covid. “Mi cuerpo simplemente colapsó”.

Los médicos dieron de alta a Butler unos días después, pero estaba lejos de estar bien. Su vuelo a Reino Unido para empezar su trabajo en Los amos del aire era en menos de 72 horas. En cambio, pasó la siguiente semana boca arriba en una cama. Dormido. Un poco aturdido. Enfermo. Cuando finalmente llegó al set, los protocolos de cuarentena por covid todavía eran la norma. Pasó diez días, tal vez dos semanas, solo en una habitación de hotel, donde profundizó en la investigación sobre su personaje, el héroe de guerra de la vida real mayor Gale Buck Cleven, pero fue un desafío a su cuerpo. Incluso llegó a escupir sangre. “No me puedo imaginar pasar tanto tiempo con alguien tan icónico como Elvis y luego dar un latigazo en otro espectáculo”, dice su coprotagonista en Los amos del aire, Callum Turner. De hecho, la experiencia de Los amos del aire es borrosa para Butler. “Apenas recuerdo haber grabado la serie”, dice.

Hubo polémica en torno a la serie tras acabar el rodaje. Cary Joji Fukunaga fue contratado por Apple TV para dirigir los primeros cuatro episodios, en su primer encargo de dirección desde su exitosa película de James Bond, Sin tiempo para morir. Pero en 2022, según Rolling Stone, varias mujeres que habían trabajado con Fukunaga presentaron alegaciones de mala conducta. El artículo explicaba que dos fuentes anónimas de producción de la serie alegaron que se había comportado de manera inapropiada hacia mujeres más jóvenes en Londres. Fukunaga desmintió a Rolling Stone todas las alegaciones a través de su abogado. Cuando se le preguntó sobre su propia experiencia personal con Fukunaga, Butler dice: “La televisión es muy diferente al cine. En Los amos del aire pude trabajar con muchos directores, cada uno con su propio punto de vista creativo, lo que fue un gran cambio para mí, especialmente viniendo directamente de Elvis”. Entre esos directores estaban Anna Boden y Ryan Fleck (Half Nelson, Capitán Marvel). El dúo dirigió los dos episodios del medio, así como las regrabaciones de la serie.

EL ESPACIO ENTRE LO QUE QUIERES SABER sobre Austin Butler y lo que él quiere que tú sepas es un abismo. Una pregunta trivial como: “¿Vives en un apartamento o en una casa?” provoca una pausa. Una casa en Los Ángeles, responde al principio, y un apartamento en Nueva York. “¿Cuánto quiero contar sobre esto?”, se pregunta en voz alta después de admitirlo. No es que no quiera hablar. Butler es cálido y propenso a reír, por lo que eludir respuestas parece antinatural para él. Puede estar a punto de contarte algo, inclinándose hacia delante para compartirlo, y detenerse justo cuando la frase se acerca a sus labios. Mira hacia un lado. Se frota la barbilla. Reconsidera. “Hay ciertos aspectos de mi vida que, si no estuviéramos grabando, te contaría”, dice. El asunto es que Butler quiere ser un tipo particular de estrella. No solo una celebridad. No solo un actor. No quiere arruinarlo. Y lo hace no compartiendo demasiado. Quién es él, hasta cierto punto, está en desacuerdo con lo que quiere. Ese deseo de sondear y compartir es diametralmente opuesto, dice, “al tipo de carrera que quiero tener, que es poder entrar en todo tipo de personas diferentes. Pienso en Paul Newman; no sabíamos mucho sobre su vida personal”. Es así con muchas de las estrellas que admira: Leonardo DiCaprio, Christian Bale, Daniel Day-Lewis.

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“¿Hablamos de la cita de Lew Wasserman?”, me pregunta la segunda vez que nos encontramos, de nuevo en Margaux. “Cerca del final de la vida de Wasserman”, comienza Butler, refiriéndose al legendario agente de talentos y ex presidente de MCA y de Universal Pictures, “al hablar sobre un joven actor, Wasserman dijo: ‘Solo déjale verse en una habitación oscura’”. [Curiosamente, esa cita se publicó en estas mismas páginas, en el perfil de Tom Junod en 2013 de Leonardo DiCaprio. El mánager de DiCaprio, Rick Yorn, recordaba así un encuentro con Wasserman. “Lew ya era anciano y estaba cerca del final por aquel entonces”, dice Yorn. “Murió un año o dos después. Pero sabía que yo era el mánager de Leo, y quería darme un consejo. Dijo: ‘Solo déjale verse en una habitación oscura’. Tardé un minuto en entenderlo. Lo que quería decir era: déjale verse en el cine. Esa es la habitación oscura”.]

Butler está en Instagram, pero él no administra su cuenta. Ya no, al menos. La aplicación ni siquiera está en su teléfono. Aunque lo estuviera, sin embargo, no estoy seguro de cuánto la usaría. “A veces hasta olvido que tengo teléfono”, dice. Decido aceptar esto como cierto cuando, una hora más tarde, mientras discutimos nuestros restaurantes favoritos, Butler saca una pequeña libreta y un bolígrafo de su bolsillo para anotar mi respuesta. “¿Cómo se deletrea?”, pregunta. Es un hombre de hábitos creativos. Pintura, principalmente abstracta, pero pasa por fases. Se interesó también por la fotografía mientras filmaba Las crónicas de Shannara, y por la cerámica mientras estaba en Londres para Los amos del aire. “El regalo que me dio al final del rodaje”, dice Turner, “fue un cenicero que había hecho”. Butler también escribe. “Ideas, experiencias y recuerdos”, dice. ¿Un diario? Se ríe. “Algunas personas lo llamarían así”.

Butler no bebe. No le gusta sentirse fuera de control. No de esa forma, al menos. Le gusta mantener lejos de sí mismo lo que le pueda volver un poco obsesivo. Por ejemplo, el tabaco, que acaba de dejar. Hace ejercicio, aunque es irregular en su compromiso. Y le encanta cocinar. Es, en general, una persona tranquila. Es la primera palabra que se le viene a la mente a Timothée Chalamet cuando le pido que describa a su coprotagonista de Dune, de hecho.

“Comprendes la fascinación del público por ti, ¿verdad?”, le pregunto. Butler sonríe. “Sí, porque yo también quiero saber sobre otras personas. Quiero saber sobre la vida de Daniel Day-Lewis”. Lo que Austin Butler pide es tener cierta propiedad de su propia vida, de lo que el mundo sabe sobre su día a día. Pero no siempre le ha salido bien. El invierno pasado, mientras su campaña para mejor actor comenzaba a burbujear, le explotó en la cara. Cuando le preguntaron si siempre había querido interpretar a Elvis, Butler respondió que “una amiga” le había dicho una vez que encajaba para el papel. Excepto que esa amiga era la que fue su pareja durante nueve años, Vanessa Hudgens. Internet se le echó encima, acusándolo de menospreciar su papel en su vida. “Aprendí la lección”, dice hoy entre risas, pero razona su respuesta: “Pensé que estaba respetando su privacidad. De ninguna manera estaba tratando de borrar nada”.

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AUSTIN BUTLER TIENE UN HÁBITO CURIOSO. En lugar de llenar con palabras un momento natural de calma en una conversación, o el espacio entre preguntas, Butler los llena con –y no estoy bromeando– sonrisas. Las miradas se encuentran. Los labios se curvan. Es imposible no devolver la expresión. Así que al final somos solo dos personas sonriendo como tontos uno frente al otro. Fleck, de Los amos del aire, sabe de lo que estoy hablando. “Recuerdo haber tenido una conversación con él. Está escuchando y, de repente, tiene esta pequeña sonrisa sutil”, dice Fleck, claramente encantado por el recuerdo. “¡Y entonces me encuentro sonriendo también!”.

Es obvio lo que deleita a Austin Butler, como cuando habla de trabajar en Dune: parte dos. Poco después de que aparecieran los créditos finales en la primera película, en 2021, hubo grandes especulaciones sobre quién sería elegido como el gran villano, Feyd-Rautha. Elvis ni siquiera se había estrenado todavía, pero Villeneuve había visto ya material de Luhrmann. “Me dejó impresionado”, dice Villeneuve. “Austin estaba en lo alto de mi lista”.

Los dos hicieron clic de inmediato, y hablaron sobre lo que el director imaginaba para el aspecto de Feyd-Rautha: calvo sin cejas, dientes pintados de negro y unos 25 kilos de músculo añadidos al físico normal de Butler. También discutieron lo que Butler tenía en mente: un acento. Quería sonar como Stellan Skarsgård, quien interpreta a su tío, el barón Harkonnen. Butler disfrutó el proceso de ganar masa muscular más de lo que esperaba. “Cuando te sientes poderoso”, dice, “es una buena sensación”. Para aquellos que se preguntan si lo verán en un Speedo metálico con alas como el que Sting usó en la película de 1984 de David Lynch, esto no es el Dune de tu padre. “Es algo totalmente diferente”, dice Butler. Sí que hay un taparrabos (se puede vislumbrar, brevemente, en el tráiler de la película). No tardó mucho en que Chalamet descubriera que Butler opera en un nivel diferente. “Me di cuenta desde la primera lectura de guion”, recuerda. “Lo cuestiona todo. Está en una misión, en una búsqueda. Está constantemente perfeccionando”. Lo influenció, admite. En Villeneuve, Butler encontró a un líder feliz y dispuesto a colaborar. Y en Butler, Villeneuve encontró a un joven actor muy talentoso y sin intenciones de rendirse. “Insistió en quedarse conmigo, al lado de la cámara, durante muchos días, porque se divertía mucho”, dice el director. “No quería volver a su tráiler. No recuerdo haber visto a un actor divirtiéndose tanto”.

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EL PRÓXIMO BRAD PITT. EL PRÓXIMO LEONARDO DICAPRIO. ¿Cuántos jóvenes talentos han sido etiquetados con tales títulos? La realidad actual es que si habrá otro Brad o Leo no es una cuestión de talento, sino del sistema de estudios en sí. ¿Cuántas de las películas de ellos se estrenarían en los cines si se hicieran hoy? La playa, Diario de un rebelde, Thelma & Louise… En el mejor de los casos, en 2024 serían lanzamientos aclamados por la crítica en plataformas de streaming. Algunas se convertirían en series de televisión. Butler no está considerando volver a la televisión, al menos no de momento. “Me atraen más el cine y el teatro”, dice. Es imposible predecir el futuro de Hollywood. ¿Seguirán existiendo las estrellas de cine? Quién sabe. Lo que sí sé es que desde el primer segundo en que Austin Butler aparece como el joven Elvis, momentos antes de la primera actuación musical de la película; desde el primer minuto en que Buck Cleven se inclina, el deseo escrito en su cara, una sonrisa coqueteando con las comisuras de su boca, y susurra: “Es difícil encontrar a una chica digna de escribirle”, bueno… desde ese momento no puedes apartar tus ojos de él.

*Este artículo aparece publicado en el número de marzo de 2024 de la revista Esquire, a la venta desde el 23 de febrero

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