Lo que le ha pasado a Nicolas Cage en los últimos 10 años se define con una palabra: dinero. 2009 es el año clave, aquel en el que Hacienda le notifica una multa multimillonaria por impuestos impagados, él demanda a su contable y éste revela cómo durante años le ha estado instando a tener cuidado con su estilo de vida exagerado. Se habla de 15 casas en propiedad por todo Estados Unidos, incluida la "casa más embrujada del país" en Nueva Orleans, una flota de yates, una colección de Rolls Royce y joyas de todas las formas y tamaños. En 2009, Cage era uno de los actores mejor pagados de Hollywood (no estaba entre los 10 primeros, sino justo detrás), y era capaz de dilapidar una fortuna en gastos como comprar un cráneo de dinosaurio en una subasta (arrebatado a Leonardo di Caprio por 276.000 dólares).

    Las repercusiones para su trabajo fueron evidentes, y ahora asistimos a la llegada a las salas de Yo, Dios y Bin Laden, la película que sublima al segundo Nicolas Cage, es decir, la versión extrema de este actor que hemos visto madurar en 10 años de películas de serie B interpretadas apresuradamente sin demasiado compromiso, centrándose en imitarse a sí mismo, ya que estas películas querían al Nicolas Cage exagerado. La cuestión, sin embargo, era saldar las deudas.

    nicholas cage
    Koch

    Desde la demanda por impuestos impagados, de hecho, todo se le vino abajo, sus numerosas hipotecas multimillonarias empezaron a pasarle factura y tuvo que vender muchas cosas, incluido su Action Comics nº 1, el cómic más caro del mundo, la primera de las aventuras de Superman, es decir, el amanecer del superheroísmo moderno. Sobre todo, y aquí estamos ahora, tuvo que empezar a aceptar, literalmente, todo. Cage ha subido su media de películas por año y ha bajado drásticamente su calidad: desde 2011 trabaja a un ritmo elevado para alguien que había alcanzado su fama y credibilidad (actuó para Spike Jonze, Oliver Stone, David Lynch y Brian De Palma).

    A partir de Furia ciega (los que no la hayan visto pónganse al día, es un disparatado pistoletazo de salida a esta segunda carrera, un jugueteo autodespreciativo estrenado el mismo año que Drive, de Nicolas Refn) el que era un actor conocido por ser especialmente exagerado y ya poco exigente con el cine se ha convertido en el prostituto de Hollywood y (lo que es peor) de sus suburbios. Sus películas ahora suelen llegarnos con retraso, como ocurrió con la infame Hombres de valor de 2016 y, efectivamente, Yo, Dios y Bin Laden (pero también la mediocre 211 - El Gran Asalto (¡ojo! Entre estas dos películas hay otras seis que aún no han llegado). Yo, Dios y Bin Laden en particular es exactamente el tipo de película que se puede hacer si Nicolas Cage existe y si necesita el dinero.

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    Koch

    Basada en una historia real, es una película que aspira a ser como War Dogs o Yo, Tonya, un drama contado en clave de cómic que escenifica la realidad de forma paradójica, con el objetivo de subrayar cómo lo que realmente ocurre es mucho más alucinante de lo que el cine suele inventar. Trata de un hombre inestable que mientras se somete a diálisis ve a Jesús. Y Jesús le dice que vaya a capturar a Bin Laden. Estamos en los años de la guerra contra el terrorismo y Gary se lanza en picado a Afganistán, a cazar al enemigo número 1, con un planeador destartalado y una katana. La película reconstruye una vida dulce en casa y el extraño aburrimiento de la parte en Afganistán, en la que obviamente no pasa gran cosa y desde luego no llega a cazar a Bin Laden, salvo en sueños.

    Es fácil ver cómo a estas alturas Nicolas Cage en el papel de Nicolas Cage es lo que puede mantener alto el umbral de atención. Da la impresión de que, como su mitología ya ha dado la vuelta, pasando de la broma a algo premeditado, al actor se le ha dicho que puede exagerar hasta la saciedad, sin límites, hasta el punto de que el personaje es absurdo de por sí. Así, sus ojos muy abiertos y la proverbial labia alcanzan cotas sin precedentes. Incluso en un acto de meta-Cage, Gary Faulkner, el personaje principal de la película, dice que si hacen una película sobre su vida debería ser Nicolas Cage quien lo interpretara porque en realidad se parece mucho a él. Al final veremos fotos del verdadero Gary: no se parece en nada.

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    El clímax de esta aceptación de la parodia ha llegado sin embargo con Dream Scenario, donde utiliza todo eso que le ha hecho convertirse en un actor de extraño culto para dar vida a uno de los personajes más estimulantes de las películas de 2024.

    Vía: Esquire IT