Si ya has devorado la primera temporada de Antidisturbios, tranquilo, respira, que sabemos cómo te sientes. Si no, cuidadito, que vienen spoilers. La primera serie de Rodrigo Sorogoyen para Movistar+ es como un puñetazo en el estómago, otro en la mandíbula, una patada ahí mismo… y un chupito para pasar la sangre que te ha quedado en la boca. La tensión agarra al espectador desde la primera escena (¿ganas de tirar tu Trivial por la ventana?) hasta ese capitulazo final con un plano secuencia memorable y un desenlace con ecos de Star Wars, con la agente Laia (grande Vicky Luengo) probando ese elixir del lado oscuro que destila el Palpatine-Villarejo de turno.

Antidisturbios es claramente una serie de autor, como Patria, como Veneno, que se han alineado para convertir a 2020 en el mejor año de la historia de la ficción española. Mira, algo bueno que rascar en el año de la mierda. Lo habitual es que las series concebidas de esta manera tiendan a constar de una sola temporada por varias razones: los creadores de verdad saben cuándo empieza y cuándo acaba una historia y se niegan a alargarlas sin sentido, ellos mismos y los equipos que reúnen tienen las agendas tan llenas que es muy difícil retomar la acción con los mismos nombres… Pero hay excepciones. Y queremos aportar algunas ideas que tienen sentido de cara a esa hipotética segunda temporada.

vicky luengo, delante de rodrigo sorogoyen y raúl arévalo en el rodaje de la serie antidisturbios
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Vicky Luengo, delante de Rodrigo Sorogoyen y Raúl Arévalo.

Desde el punto de vista narrativo, la primera temporada de Antidisturbios cierra un arco completo: más allá de las tramas policiales y personales, en los seis capítulos se cuenta la historia de cómo el idealismo se convierte en corrupción cuando llegamos a la conclusión de que el fin justifica los medios. Ahora bien, y volvemos al manido ejemplo de Star Wars, esta también podría ser una historia de orígenes: acabamos de ver cómo la protagonista se ha probado el lado oscuro, por lo que estaría plenamente justificado que la historia siguiera con el nudo y el desenlace de ese proceso. Es decir, con la materialización de ese cambio y con una decisión final, que puede ir del arrepentimiento a la corrupción total con toda la gama de grises que quedan entre ambos extremos.

Entonces, ¿qué puede pasar en la temporada 2 de 'Antidisturbios'?

Si nos ajustamos a esa estructura clásica, la segunda temporada de Antidisturbios podría versar sobre el ascenso de Laia Urquijo como policía superdotada que ha tejido redes con las cloacas del Estado. Y ahí las posibilidades son infinitas: una trama al estilo El Padrino en la que vaya eliminando rivales hasta convertirse ella en el capo, una historia en la que intente volver atrás al darse cuenta de en qué se ha metido pero ya le resulte imposible… Lo que está claro es que el personaje está tan bien construido que da juego en todas las direcciones, y quizá ese es el factor que más puede pesar a la hora de que Sorogoyen (o un showrunner que herede el proyecto) tiren hacia adelante con nuevos capítulos.

los actores de la serie antidisturbios en la escena del restaurante del último capítulo
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¿Qué pasa entonces con el equipo de Antidisturbios que da título a la serie? En realidad el protagonismo que todos les atribuimos al conocer el proyecto ha resultado ser un maravilloso trampantojo. Todos y cada uno de ellos son víctimas/verdugos colaterales de una historia que les pasa por encima, pero no son ellos los que llevan las riendas. Desde nuestro punto de vista, tendría más sentido centrarse en Laia, la única protagonista real, y que la segunda temporada reflejara su evolución a través de un caso completamente nuevo en el que ellos no fueran más que un recuerdo… Pero tampoco cabe duda de que el trabajo de los actores –y de guion, dirección, arte…– ha sido tan radicalmente bueno que los espectadores nos hemos quedado con ganas de más.

A nivel argumental parece una idea peligrosa el retomar la historia tal cual, porque centrar la segunda temporada en el mismo caso exigiría retorcer unos giros que ya están muy apretados sin saltarse ese criterio de realidad que funciona tan bien en la primera entrega. Por eso quizá tendría más cabida si reaparecieran algunos de los miembros del equipo con intenciones nuevas. Por ahí queda una tensión sexual (resuelta, aunque quizá no del todo) entre Urquijo y Parra (Álex García), también la conversión de Diego (Raúl Arévalo) en guardia de seguridad con una carga de frustración que podría explotar por cualquier lado… Por no hablar de esas dos bombas de relojería andantes que son Elías (Raúl Prieto) y Rubén (Patrick Criado). Cualquiera de ellos (ojalá que todos, también Hovik Keuchkerian y Roberto Álamo) podría contar con un papel destacado en esos posibles nuevos episodios.

Lo que late en el fondo de este análisis es que Antidisturbios, por ahora, ha sido dos series a la vez. Una apasionante y con mucho futuro, que es la protagonizada por Lara, y otra implacable y con un cierre redondo, que es la del grupo de policías. En cualquier caso, a la vista de la excepcional acogida que ha tenido, está claro que Movistar+ barajará la posibilidad de continuar con una segunda temporada. Si le dan luz verde, estaremos muy atentos; si no… ya os llamaremos para quedar por el Bernabéu y protestar como es debido.