Me han pedido que dedique este texto a los cazatesoros, a contar alguna de esas historias que nos tocó investigar mientras preparábamos el rodaje de La Fortuna. El maravilloso cómic de Paco Roca y Guillermo Corral fue la fuente principal. En él se muestra el gran esfuerzo colectivo de esas personas anónimas que se dedican a defender nuestro patrimonio cultural, un patrimonio que no es tan solo un montón de monedas. Como dice uno de los personajes de la serie, es mucho más que un tesoro material: es nuestra historia, nuestra alma. Los cazatesoros de los que me gustaría hablar, sin embargo, son otros, y también muy reales.

En una de las escenas de la serie, los protagonistas deben vaciar una sala acorazada llena de cubos con más de medio millón de monedas de oro y plata. Escribir la acción fue fácil, pero cuando llegó el momento de filmar el set desde diferentes ángulos y en diferentes fases nos dimos cuenta de que alguien tenía que retirar cientos de cubos, volverlos a colocar, retirarlos de nuevo... El equipo de producción no daba abasto, y entonces alguien de otro departamento decidió ayudarles. Detrás vino otra persona y otra y otra... En cuestión de minutos, todo el equipo (intérpretes, maquilladoras, figurinistas, extras...) nos movíamos como hormigas cargando con la mercancía. Nunca he vivido algo tan emocionante en un rodaje: la sensación de que todo el equipo, sin distinción de rango, se lanzaba a echar una mano. Las mujeres y hombres de La Fortuna no llevaban sables ni parches de pirata, tan solo mascarillas y toda la ilusión del mundo. Y así se mantuvieron al pie del cañón durante los más de cinco meses que duró el rodaje de la serie, que además de ser un proyecto largamente anhelado por mí, es mi mayor intento de apelar a lo bueno que hay en todos nosotros, una reivindicación sincera de la buena gente.

Por eso, para mí, ellos pasaron a ser el tesoro mismo, la gente con la que deseabas reencontrarte cada día en medio de esa pesadilla llamada covid-19; un ejemplo de convivencia, responsabilidad y entrega. Solo espero que el resultado final esté a la altura de su esfuerzo. Soy un director que busca al público, intento conectar con él y entretener. Me encantaría que La Fortuna lo cumpliera como ningún otro de mis trabajos previos, que sea un soplo de aire fresco, que reparta diversión y alegría allí donde se vea, que falta hace.

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La Fortuna: puro entretenimiento ilustrado,
por Ana Trasobares

La Carta Arqueológica Subacuática de Andalucía tiene documentados unos dos mil naufragios históricos, la gran mayoría localizados en el golfo de Cádiz. Aquí se hundieron muchos navíos que llegaban de América cargados de oro, plata, especias… Es normal que haya sido un punto caliente para empresas de cazatesoros como Odissey. Ahora, toda esa batalla legal que se libró en los tribunales de EEUU con final feliz para España es el argumento de la primera serie de Alejandro Amenábar, La Fortuna. Con ella baja a las profundidades del expolio del tesoro submarino más importante de nuestra historia, el de la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes, hundida por los británicos en 1804 y que provocó la famosa batalla de Trafalgar. Ni los hechos ni los nombres que veremos en estos seis capítulos de pura aventura son reales, pero el cineasta se ha documentado [como ya hizo en Ágora y en Mientras dure la guerra] como si se examinara mañana.

Situados ya en espacio y tiempo, brujuleemos por esta ficción original de Movistar+ que es una auténtica odisea épica. Rodada por tierra, mar y aire en Madrid, Cádiz, Zaragoza, Galicia, País Vasco y Norteamérica, nada tiene que envidiar a las mejores aventuras de Tintín o de Corto Maltés. De hecho, está inspirada muy libremente en otro gran cómic, El tesoro del Cisne Negro, de Paco Roca. Por lo tanto, es puro entretenimiento, pero de un calado histórico y antropológico que le sirve al cineasta para estudiar dos culturas, la anglosajona y la latina, con un reparto nacional e internacional: Álvaro Mel, Ana Polvorosa, Stanley Tucci, Clarke Peters, T’Nia Miller, Karra Elejalde, Manolo Solo...

Si todo esto te suena serio y profundo, prepárate también para echarte unas risas. La trama anglosajona retrata un mundo frío y racional, pero la española tiene su enjundia. Aquí Amenábar saca por primera vez su sentido del humor con escenas que no tienen precio, como esa reunión ministerial protagonizada por Karra Elejalde. El vasco, como ministro de Cultura con un aire a lo Javier Solana, personifica con mucha gracia el espíritu de improvisación y de andar por casa que todos imaginamos de la política española. Álvaro Mel es otro acierto en el papel protagonista de diplomático novato. Y junto a él, una Polvorosa cada día más grande. Conclusión: puro entretenimiento ilustrado.