Cuando se anunció, algunos pensábamos que era una más de las muchas engañifas que han proliferado en Twitter desde que Elon Musk, el nuevo dueño de la plataforma, sacara a la venta los emblemas de las cuentas verificadas: el pasado jueves, el Studio Ghibli publicaba un breve vídeo donde anunciaba una colaboración con Lucasfilm. Por supuesto, saltaron todas las alarmas en cosa de segundos, tanto entre los forofos del legendario estudio de anime como entre los seguidores de la miríada de productos que componen el universo de Star Wars. El producto de esa improbable unión ha resultado ser un cortometraje animado al estilo japonés con Grogu, el Baby Yoda de The Mandalorian, como protagonista, que se ha lanzado en Disney+ casi por sorpresa.

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    Zen - Grogu y los Hollines —así se titula el corto— es casi más un videoclip conceptual que un cortometraje con una trama propiamente dicha. Vistiendo una estética de boceto, las imágenes de la pieza muestran a Grogu, el protegido del mandaloriano en la serie de Pedro Pascal, jugueteando con los Hollines, esos graciosos personajillos con la forma de grandes motas de polvo con ojos y patitas que se asoman de vez en cuando en las películas de Studio Ghibli. Los bichillos salieron primero en Mi vecino Totoro, de 1988, y repitieron aparición en la secuencia de la caldera de El viaje de Chihiro. Por ponernos pejigueros, el principal punto flaco que se le puede afear al cortometraje, especialmente para quien esperara de la unión de fuerzas entre el imperio de George Lucas y el batallón de Hayao Miyazaki algo más que un precioso wallpaper en movimiento, es su limitada duración: la interacción entre Grogu y los Hollines dura apenas tres minutos.

    De todas formas, el corto no solo fusiona el patrimonio visual de la franquicia de los jedi con el de la casa responsable de La princesa Mononoke, pues algunos nombres relevantes de las dos marcas se han dado la mano también para sacar adelante este insólito proyecto conjunto. Por un lado, está Ludwig Göransson, el compositor habitual de The Mandalorian, que pone música a la divertida danza que comparten Grogu y los Hollines. Ghibli, por su parte, aporta al director del corto, Katsuya Kondô, una figura recurrente en los proyectos del estudio desde El castillo ambulante, el largometraje de 1986 que dio el pistoletazo de salida a una concatenación de obras maestras que ya es historia de la animación, del cine japonés y, en general, de la cultura mundial. Kondô fue también uno de los integrantes del equipo de Puedo escuchar el mar, el telefilme de 1993 con el que los grandes nombres de Ghibli —Miyazaki y Takahata— se echaron a un lado para dejar paso a los novatos del estudio en su primer gran proyecto.

    A pesar de su corta duración, quien viva aguardando el regreso de The Mandalorian, disfrutara Boba Fett (incluso a pesar de su principal problema) y ya ande preguntándose cuándo llegará la temporada 2 de Andor sabrá encontrarle el placer a este pequeño capricho de la marca Star Wars. Y lo mismo para los espectadores que lleguen a Disney+ desde la cantera del anime: si ya te has visto las 10 mejores películas de Studio Ghibli y luego, como buen fanático, has arrasado con la guía completa para ver toda la filmografía de la compañía que te hemos dejado más arriba, quizá te apetezca rematar esa racha encomiable con la agradable demostración de savoir faire que es el escarceo con la biblioteca de personajes de la franquicia galáctica. Aunque ha sabido a poco, el resultado de la colaboración entre Lucasfilm y Studio Ghibli triunfa, sobre todo, como una promesa de lo que estas dos marcas podrían llegar a ofrecer a sus respectivos seguidores si se propusieran unir fuerzas para un proyecto serio en el futuro.