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Primer blanco de esta sección de recomendaciones semanales, debuto con uno histórico además de ser uno de mis vinos fetiche. Si la semana pasada comentaba que el registro de la marca Viña Ardanza data de 1942, la de Monopole corresponde a 1915, siendo la marca registrada, para un vino blanco, más antigua de España.
CVNE Monopole es famoso, entre los iniciados, por ser un vino al que hasta principios de los 80 se le adicionaba en su elaboración un “chorrito” de Manzanilla Hidalgo-La Gitana. Esto hacía que un vino de Rioja contuviera vino de otra DO, evidentemente con la autorización del Consejo Regulador riojano, pero no dejaba de ser toda una singularidad.
Las tendencias de consumo llevaron a CVNE a abandonar este tipo de vinificación, por tanto, llevamos más de 40 años sin que Monopole tenga toque sanluqueño. Pero la nostalgia, junto a un mercado nacional e internacional más dispuesto a valorar como se debe a los vinos blancos complejos, llevó a CVNE a rescatar su antigua praxis, pero no en esta referencia si no en otra denominada Monopole “Clásico”.
Esto lleva a una paradoja espacio-tiempo, ríete tú de las de “Regreso al Futuro”, que hace que el Monopole “a secas”, el que vengo a recomendar hoy, sea realmente el “clásico”, pero no es el elaborado bajo la marca “clásico” porque no contiene el picorcito sanluqueño.
Resumiendo: el que lleva en la etiqueta el adjetivo “clásico” es el que se hace de forma “clásica”, pero es el moderno ya que se recupera en 2014, ahí es donde se abrió el multiverso monopolesco.
Con esto Christopher Nolan te hace una trilogía.
Por cierto, estamos ante otro vino que de poder guardarlo unos 5 años se vuelve atómico. De hecho, mi consejo es que, dado su precio, compréis 12 botellas, y las guardéis de cinco a diez años, y así todos los años. Yo, por ejemplo, en 2023 estoy bebiendo Monopoles de 2015/2016 y son una auténtica locura.
Por menos de 6 euros.
De nada.
