¿Sigues buscando desesperadamente un destino para pasarlo genial en Semana Santa y desconectar del mundanal ruido? ¿Quieres darte un homenaje de esos que se recuerdan de por vida por rezumar epicureísmo? Pues has venido al lugar correcto a leer, estimado y nunca bien ponderado lector de Esquire.

    Hoy te quiero hablar de la Ruta del vino del Mosela, que se desarrolla en una de las regiones vinícolas más antiguas y bellas de Europa. El río Mosela, que nace en Francia y desemboca en el Rin en Alemania, es el protagonista de una de las rutas más sorprendentes y hermosas de Europa. A lo largo de sus 545 kilómetros de longitud, el Mosela atraviesa un valle de viñedos en terrazas, pueblos y castillos que parecen sacados de una leyenda medieval. Es un destino ideal para una escapada de Semana Santa diferente, donde podrás disfrutar de los mejores vinos blancos de nuestro continente, conocer la historia y la cultura de la zona y relajarte en la naturaleza y la tranquilidad.

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    El río Mosela a su paso por el pueblo alemán de Bremm.

    Esta ruta, que se puede hacer en coche, en bicicleta o incluso en barco, sigue el curso del río desde la ciudad francesa de Metz hasta la alemana de Coblenza, pasando por Luxemburgo. En este pequeño país, el Mosela hace de frontera natural con Alemania y ofrece un paisaje espectacular de colinas soleadas y viñedos. La uva que más se cultiva en esta zona de Europa es la Riesling, con la que se elaboran los famosos vinos del Mosela, desde el seco hasta el dulce, pasando por el espumoso.

    En Luxemburgo, la Ruta del vino del Mosela se extiende desde Schengen hasta Wasserbillig, unos 45 kilómetros que se pueden hacer en dos o cuatro horas, según las paradas que se hagan. Schengen es una localidad de unos 500 habitantes, conocida por el tratado que suprimió los controles de personas en las fronteras interiores de la Unión Europea. El tratado se firmó a bordo de un barco sobre el Mosela, en el punto donde se encuentran Alemania, Luxemburgo y Francia. De hecho, en la orilla del río hay un monumento para recordar este hecho histórico.

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    Wellenstein.

    Siguiendo la carretera, encontrarás pequeños pueblos encantadores, como Remerschen, Schwebsange, Bech-Kleinmacher o Wellenstein, donde se pueden visitar las bodegas y las viñas, aprender sobre el proceso de elaboración del vino y catar los diferentes tipos de vino de Mosela.

    Por su parte, Remich es una de las ciudades más destacadas del valle, donde se produce el vino achampañado. Desde aquí puedes tomar un barco para hacer un paseo por el río y admirar el paisaje desde otra perspectiva. El río está muy animado cuando hace buen tiempo, con gente navegando, haciendo esquí acuático o practicando el piragüismo. Del lado alemán, abundan los campings junto al agua, bien cuidados y tranquilos, por si eres fan de este tipo de alojamientos.

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    Wasserbillig.

    La ruta termina en Wasserbillig, población que se encuentra en la confluencia de los ríos Sûre y Mosela. Es un punto de salida perfecto para una excursión en uno de los barcos que circulan por sus aguas.

    Así que ya sabes, aquí tienes una experiencia única para los sentidos para ser disfrutada en Semana Santa, que te permitirá descubrir el último secreto vinícola de Europa, una región con más de 2.000 años de tradición vitivinícola y con un encanto especial que está especialmente bonita en primavera.