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Si Crepúsculo permanece en la memoria del cine dentro de unas décadas será por haber reunido en su reparto a dos actores que, en tan desastrosa saga, parecían dos caras de mármol sin ningún carisma, pero con el tiempo se convirtieron en dos de las estrellas más interesantes de su generación. Robert Pattinson y Kristen Stewart han trabajado mucho para darle la vuelta a su carrera. Puede que, para el gran público, Pattinson lo lograse con The Batman y Stewart con su Lady Di en Spencer, o incluso con Sangre en los labios, la película que estrena esta semana en cines. Sin embargo, el camino fue mucho más largo, underground y atrevido.
Pattinson dio un giro suicida con Cosmopolis y repitió con Cronenberg en una película tan arriesgada en Hollywood como Maps to the Stars. Y no, tampoco olvidamos Z, la ciudad perdida, Good Time, El faro o la francesa High Life. Puro cine de autor, la mayoría de planteamientos muy atrevidos, de esos que cualquier agente de estrella juvenil en potencia desaconsejaría. Ni rastro de Marvel, DC o Star Wars hasta que llegó un Batman oscuro, adulto y lejos de la espectacularidad vacía.
Lo de Stewart fue todavía más difícil porque las estrellas femeninas siempre lo tienen más complicado y más cuando ejecutan este cambio con un escándalo de adulterio de por medio y un cambio de orientación sexual que derivó también en una fuerte evolución estética. Adventureland y The Runaways comenzaron a construir una Kristen Stewart alternativa que siguió formándose con En la carretera, Siempre Alice, Camp X-Ray, American Ultra o la extraordinaria Certain Women: Vidas de mujer. Sin embargo, a pesar de que no abandonó Hollywood del todo con papeles en Café Society, de Woody Allen, o Billy Lynn, de Ang Lee, el verdadero giro en la carrera de Stewart vendría desde Francia. Y no, no nos referimos solamente a su elección como icono para toda una nueva generación de Chanel, que dirigió indudablemente su nueva imagen. Hablamos del cine de Oliver Assayas.
La primera visita a Francia de Stewart fue bajo la sombra de la gran Juliette Binoche en Viaje a Sils Maria (2016). Una película que le ganó el apoyo y la atención de ese tipo de gente que atiende y sigue el Festival de Cannes. Sin embargo, fue solo una muestra de lo que nos regalarían el dúo director-actriz en Personal Shopper. Hemos de reconocer que ha sido este tuit del gran Guillermo del Toro el que nos ha dado la idea y las ganas de reivindicar esta película tan especial, demasiado olvidada para el gran público bajo la etiqueta de "cine de autor", y que continúa siendo la mejor muestra del potencial de Kristen Stewart como actriz.
"Una de las tres mejores películas de fantasmas" de la historia del cine es lo que viene a decir el bueno del cineasta mexicano sobre esta cinta francesa de 2016 que podemos ver en Amazon Prime Video y Filmin. Pero no os queremos llevar a equívoco: Personal Shopper trata sobre fantasmas pero no tiene nada que ver con el terror. La película está protagonizada por Stewart, una joven estudiante americana en París que se gana su sustento haciendo de personal shopper de ausentes y distantes celebridades. Todo mientras lidia con la reciente muerte de su mellizo, una presencia que sigue notando cerca y que incluso parece empezar a manifestarse ante ella.
Pero si decimos que es el mejor papel de Kristen Stewart es también por cómo saca provecho de su particular presencia escénica, de su belleza lánguida, de su compleja expresión ausente. Lo que en una película como Crepúsculo la hacía ver como una actriz limitada y poco expresiva se convierte aquí en misterio, en el sostén de una película arriesgada y única, esquiva y fría pero extrañamente sensual y acogedora. El cine es un misterio, actrices como Kristen Stewart y películas como Personal Shopper no hacen más que demostrarlo.
