En una nueva investigación, los científicos intentaron llegar al fondo de una de las cuestiones más acuciantes de la vida: ¿cómo se convierten los bebés de olor dulce y agradable en adolescentes malolientes e intratables? Por desgracia, los rasgos de la personalidad siguen siendo un misterio, pero ahora tenemos algunas pistas sobre los cambios en el olfato. La investigación del equipo sobre el tema se ha publicado recientemente en la revista Nature Communications Chemistry.

Los investigadores de la Friedrich-Alexander-Universität Erlangen-Nürnberg (Alemania) decidieron hacer este estudio por una sencilla razón. "Hasta ahora", escriben, "sólo unos pocos investigadores han estudiado la composición del moco de los niños". Los principios de la formación de mal olor axilar en adultos son bien conocidos. Sin embargo, hasta ahora nadie ha comparado directamente la composición química de los mocos de lactantes y niños pospúberes".

Parece que esta investigación sobre el olor aún está en pañales.

Para identificar las sustancias químicas presentes en los olores corporales de ambos grupos, los investigadores forraron sus "regiones axilares" -las axilas- con almohadillas de algodón cosidas a camisetas normales. A continuación, empaparon las almohadillas con disolventes para liberar los componentes químicos que se analizarían. Esas sustancias químicas se sometieron a cromatografía de gases olfativos (GC-O), lo que permitió a los científicos cruzar esos componentes químicos con las firmas de olor producidas. A continuación, se analizaron algunos compuestos mediante cromatografía de gases combinada con espectrometría de masas (GC-MS).

Estas son algunas de las palabras que describen los olores químicos más intensos -o incluso exclusivos- de los adolescentes: afrutado, ceroso, terroso, a queso, a humedad, a cabra, a sudor, a orina y a almizcle. Los científicos también señalaron un "olor desconocido". Y aquí están los dos únicos que eran mensurablemente más altos en los bebés: floral y jabonoso.

Aquí entra en juego un mecanismo clave que los científicos utilizan para explicar el olor postpuberal. Cuando entramos en la pubertad, se disparan dos esteroides que tienen un efecto espectacular sobre el olfato: la 5α-androst-16-en-3-ona y el 5α-androst-16-en-3α-ol. Hasta ahora, a los investigadores les ha resultado difícil medir y aislar estos esteroides. Los investigadores explican que la misma volatilidad que hace que se desprendan rápidamente de la piel en forma de olor puede hacer que se eliminen durante el proceso de muestreo y extracción con un disolvente.

Estos ácidos carboxílicos destacan para el equipo de investigación como una parte importante del olor postpuberal. Esto se debe a que utilizan nuestro sebo -la capa aceitosa que ayuda a proteger nuestra piel- como sistema de transmisión.

"Se puede suponer que cuanto más sebo se segrega", afirman los autores, "mayor es la abundancia no sólo de ácidos carboxílicos de cadena larga, sino también de cadena corta y media. Además, no sólo la cantidad de ácidos grasos secretados inicialmente, sino también la duración de la exposición de estos lípidos cutáneos al aire ambiente puede ser un factor influyente que conduzca a una mayor cantidad de ácidos carboxílicos".

En otras palabras, cuanto más tiempo permanezca la capa aceitosa sobre la piel, más intenso será ese olor a medida que continúe expuesta al aire. Y todo esto se ve magnificado por el microbioma del cuerpo, ya que las bacterias y otros microorganismos también son responsables de muchos de los cambios químicos que crean resultados olorosos. Entre la oxidación y la dieta bacteriana, todos estamos emanando un montón de resultados químicos apestosos.

Puede que estés pensando que todo esto encaja con lo que ya sabemos: los niños llegan a la pubertad, empiezan a sudar mucho más y segregan mucha más grasa. Pero el resumen de la investigación existente en este artículo muestra que faltan algunas comparaciones directas en el corpus de trabajo.

Hacer una comparación específica de los olores infantiles con los olores adolescentes también cuantifica e informa sobre las pruebas que apoyan nuestras nociones actuales del olor corporal. A medida que la tecnología siga avanzando, los científicos tendrán aún más formas de oler químicamente nuestros apestosos cuerpos humanos. ¡Qué suerte tienen!

Vía: Popular Mechanics
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Caroline Delbert

Caroline Delbert is a writer, avid reader, and contributing editor at Pop Mech. She's also an enthusiast of just about everything. Her favorite topics include nuclear energy, cosmology, math of everyday things, and the philosophy of it all.