Que detrás de muchos de los grandes ingenios de la Humanidad no hay nada más que un simple encadenamiento de casualidades es tan cierto como revelador. El ser humano, tan inteligente, tan importante, es también –en muchas ocasiones– un ser incapaz de desplegar sus capacidades sin la ayuda de una ‘fuerza’ invisible que planta la solución ante sus morros. Porque, de repente, pumba, ahí está. En forma de coincidencia, de lapsus o de error que sirve para aprender o para solucionar tanto el mayor como el más absurdo de los problemas. Y no digamos si esta situación se produce dentro de una empresa. A eso vamos.

Historia insólita. Así se llama la trilogía de libros en la que Gregorio Doval ha recopilado cientos de casualidades, coincidencias de serendipias, de errores, lapsus y gazapos y de fraudes, engaños y timos históricos que han dado pie a otras tantas anécdotas, muchas de ellas empresariales. Él es periodista y creador de programas de televisión. Pero sobre todo es curioso: durante 35 años ha leído y recopilado anécdotas para formular más de 96.000 preguntas para concursos televisivos.

Dice que “no hay nada tan inevitable como un error al que le ha llegado su momento”. Porque los errores pueden ser eso, meros borrones, o convertirse en grandes aciertos si se saben utilizar. O errores que, al menos, servirán para echar unas risas. Como algunos de estos. Aquí una recopilación de grandes lapsus, serendipias y fallos empresariales que han logrado saltar a los libros de texto en forma de lecciones impagables.


Elige bien el nombre de tu empresa

Sobre todo, si te vas a lanzar al mercado internacional. Los juegos del lenguaje y los idiomas son difíciles de controlar, y podrás caer en el mismo error que cometieron los directivos de Chevrolet-General Motors en los 70, cuando quisieron introducir en el mercado latinoamericano su nuevo modelo, el ‘Nova’. ¿Por qué jamás funcionaron las ventas? Porque el público vinculó el nombre al concepto de ‘no va’, no funciona, lo que obligó a la compañía a cambiarlo por el de ‘Caribe’.

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Peor fue el caso de la segunda agencia turística más grande de Japón, Kinki, que comenzó a recibir peticiones de presupuestos un tanto extrañas nada más desembarcar en el mercado anglosajón. Los japoneses no entendían nada hasta que alguien les explicó que, por lo visto, kinki’ se traduce por ‘pervertido sexual’.


Permanece atento a posibles sinergias

Porque nunca se sabe dónde se esconde el producto revolucionario. Si no, que se lo digan al heladero italiano que, en plena Exposición Universal de Saint Louis de 1904, quiso morir cuando se dio cuenta de que había agotado los recipientes para servir sus sorbetes. La mejor oportunidad para ofrecer su producto se iba al traste por un error de cálculo. Hasta que miró a izquierda y derecha y encontró a su lado a otro artesano, un sirio que vendía barquillos tostados. ‘Perdone, ¿me podría dejar algunas de sus galletas?’ El resto es historia: así nacieron los helados en cucurucho.

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Nunca menosprecies al público

O, dicho de otra manera: siempre habrá algún listo que todo lo sabe dispuesto a señalarte con el dedo. Situación: Nike rueda en Kenia un spot para lanzar una nueva línea de zapatillas, apoyados por miembros auténticos de la tribu samburu. Para dar pie al slogan, ‘Just do it’, la cámara filma un primer plano de uno de ellos hablando en su lengua local, y se pretende ‘engañar’ al espectador haciéndole creer que, en realidad, el figurante está pronunciando la frase promocional.

El anuncio se edita, se da por bueno y se emite. Pero al poco tiempo, sale el listo: un antropólogo de la Universidad de Cincinatti que apunta a que el ‘actor’, en realidad, está diciendo que estas zapatillas no le valen, que necesita “unas más grandes”. Respuesta de Nike: “Jamás pensamos que nadie en Estados Unidos se fuese a dar cuenta”.


Ama al que te odia (porque igual te da la clave del éxito)

Del mismo modo que siempre hay un listo, también hay siempre un tipo dispuesto a ponerse exquisito. Esta historia ocurrió en 1853 y en la localidad turística de Saratoga Springs, en el estado de Nueva York. El chef del restaurante Moon’s Lake Lodge, George Crum, recibe en la cocina la queja de un comensal: “Estas patatas están cortadas demasiado gruesas”. Crum, que no debía tener el día, decide coger la mandolina y filetear otra patata en láminas extremadamente finas, con idea de cerrar la boca al cliente. ¿Resultado? Las ‘Saratoga chips’ o las ya clásicas patatas fritas de bolsa.


Piensa bien tu estrategia publicitaria

Porque quizá hieras sensibilidades. Una compañía taiwanesa dedicada a la distribución de pequeños electrodomésticos llegó a utilizar una caricatura de Hitler para promocionar sus estufas de gas, bajo el slogan de ‘Declara la guerra al Frente Frío’. Sus propietarios aseguraron que únicamente querían resaltar que los aparatos estaban fabricados en Alemania y que entendían que nadie se sentiría incómodo ante la imagen de un sonriente Adolf.

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Permanece siempre atento los golpes de suerte

Es el mejor consejo. El que sacará de cualquier tipo de apuro, desde los financieros hasta los más conceptuales, como la elección del nombre de tu empresa. Y si no, atento:

Año 1901. El empresario austrohúngaro Emil Jellinek encarga a la empresa Deimler que fabrique un coche capaz de superar la velocidad de 40 kilómetros por hora. El modelo pronto comienza a ser popular entre las élites Europa y, en una fiesta de la alta sociedad, uno de los invitados pregunta a Jellinek cuál ha sido el nombre elegido para el nuevo bólido. El empresario cae en la cuenta de que no ha pensado tal cosa y, para ganar tiempo y desviar la conversación, llama a gritos a su hija pequeña, Mercedes. Los invitados dan por buena la respuesta, creen que ‘Mercedes’ es el nombre de coche y Jellinek se calla como un maldito. Tiempo después, en 1926, laMercedes' se fusionaría con Benz & Cíe, dando origen a la actual Mercedes-Benz. Y Jellinek también añadiría a su apellido ese sobrenombre, comentando que “esta es, probablemente, la primera vez que un padre toma el nombre de su hija”.

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¿Sesudos planes de negocio, estrategias transversales y dosieres plagados de conceptos en inglés? Sí, también. Todo suma para organizar un negocio solvente. Pero no habrá que cerrarse a las casualidades ni pasar por alto los golpes de suerte. Y mucho menos hacerse el loco cuando se comete algún fallo. Después de todo, y como dice Gregorio Doval, “quizás los únicos errores que hay que evitar son aquellos que eliminan la posibilidad de volverlo a intentar”.