Es tan fácil gastarse 239 euros en 2 minutos. Taaaaan fácil.

Va Lego y anuncia que va a sacar dentro de su colección de Harry Potter el castillo de Hogwarts de 6.020 piezas. Barato no es porque cuesta nada más y nada menos que 429,99 euros. Lo malo es que no está a la venta hasta el 1 de septiembre. Como no lo podemos comprar, nos metemos en Amazon a ver qué Lego hay de Harry Potter que no tengamos. Y, tachán, encontramos El autobús noctámbulo. ¡El autobús noctámbulo! ¡Cómo puede ser que no lo hubiéramos visto hasta ahora! Y viene, ¡oh, sí!, la figurita de Ernie Prang. El gran Ernie Prang, ese conductor cegato que nos recuerda al abuelo de nuestro mejor amigo. Zas, pinchamos. Comprar ya. El daño está hecho. Menos de dos minutos. 239 euros menos en nuestra cuenta corriente. De momento no nos sentimos culpables. Cuando lleguemos a casa, tampoco. Cuando lo montemos, menos todavía. Dos semanas después, sin embargo: ¿¡por qué tenemos 239 euros menos!? ¡¿Cómo puede ser que no seamos capaces de ahorrar?!

¡Maldito Amazon que me lo pones tan fácil para comprar!, agitando airados el puño en el aire. ¡Es culpa tuya!, decimos con la voz temblorosa y con las gafas en la punta de la nariz porque han resbalado por nuestra agitación y están ahora en el acantilado.

Así que ahí estamos nosotros, echándole la culpa a Amazon, cuando, en realidad, la culpa la tiene nuestro loco cerebro de homo sapiens. Y la verdad es que le podíamos haber echado también la culpa a Netflix, Movistar +, HBO o a la cafetería donde adquirimos nuestro suministro de café diario y que nos ayudaría a ahorrar 40 euros al mes. Porque ¿por qué al ser humano se le da tan bien gastar dinero, pero sin embargo le cuesta tanto ahorrar dinero? Cualquier búsqueda en Google sobre cómo ahorrar dinero te va a ofrecer páginas y páginas con miles de consejos. Pocas de ellas ahondan en el por qué no somos capaces de ahorrar. Así que el departamento de Berenjenales Científicos de Esquire.es se ha puesto a investigar. Y cuál ha sido su sorpresa cuando se ha encontrado con que un grupo de investigadores de la Universidad de Cornell acaba de publicar un estudio en el que tratan de dar una explicación científica a por qué le cuesta tanto a nuestro cerebro dar al botón de ahorrar en lugar de a la tecla de gastar.

Según la agencia de rating Moody's, el crédito al consumo en España continúa creciendo, con una tasa de ahorro de los hogares del 5,7% de la renta disponible, en niveles ya inferiores a los anteriores a la crisis... así que este artículo va contigo.

Un nuevo estudio elaborado por neurocientíficos de la Universidad de Cornell sugiere que, hasta cierto punto, podemos culpar de nuestra debilidad a la hora de ahorrar a nuestros cerebros. Según el estudio, los seres humanos tenemos un sesgo cognitivo hacia la ganancia, lo que nos hace gastar inconscientemente más energía de nuestro cerebro en ganar dinero que en ahorrar. El sesgo cognitivo es tan poderoso que incluso puede deformar nuestro sentido del tiempo.

"Fundamentalmente todo se reduce a esto: el ahorro es menos valioso para nuestro cerebro, que le dedica menos recursos de atención", según el coautor del estudio Adam Anderson, un profesor asociado de Desarrollo Humano. "Es más que un problema financiero para llegar a fin de mes. Nuestros cerebros consideran que es más difícil atender el ahorro". Traducido al román paladín: Que sí, que nos preocupamos por ganar el dinerito fresco, pero luego no nos fijamos en lo fácil que se va, se va, se va.

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Columbia Pictures

¿Cómo han llegado los científicos a esta peculiar conclusión? Sigue leyendo.

Los investigadores diseñaron un experimento para determinar cuánta atención le prestaban al ahorro y cuánta a ganar dinero. Primero vinculando oportunidades de ganar dinero y de ahorrar pasta a secuencias de cartulinas de colores fueron analizando el peso que las ratas de laboratorio le daban a las decisiones, la rapidez con las que las tomaban y la percepción que tenían del tiempo durante todo el proceso. Si elegían unas determinadas cartulinas de colores obtenían una determinada ganancia, si discriminaban otras, otro resultado diferente y si optaban por una secuencia concreta conseguían ahorrar dinero. Ahí se encontraron con que el 87,5 por ciento de los participantes ganaron más de lo que ahorraron.

Se encontraron también con que el 75 por ciento "desarrolló percepciones temporales deformadas de los colores". ¿El qué? Tranquilo, escucha. Los investigadores también jugaron con las percepciones de los participantes. Después de hacerles elegir secuencias de colores para obtener ganancias o ahorros probaron a ver cómo percibían los colores. Hicieron aparecer en unas pantallas todos los colores del experimento y luego les preguntaron qué cólores habían salido antes: si los que estaban vinculados a ganar dinero o los que estaban vinculados al ahorro. Un 75% dijo que los colores de ganancia aparecían primero en la pantalla. Meeec. Error. Salían primero los de ahorro, pero los participantes sólo tenían ojirris para la ganancia.

"Incluso sin facturas que pagar, nuestros cerebros hacen trampa sobre la balanza, lo que nos facilita ganar dinero antes que ahorrar", dico Anderson. "El ahorro está tan devaluado y desatendido que percibimos que los eventos asociados con el ahorro ocurren más adelante en el tiempo", añade su compañera de investigación Eve De Rosa.

"Como mínimo, es una indicación de cuán fuerte es este sesgo, que incluso puede deformar nuestra percepción del tiempo", dijo. "Imagina lo que podría hacer con nuestras cuentas bancarias...", sigue.

Cómo ahorrar dinero diariamente

Y ahora sí: Cómo ahorrar dinero. Porque la ciencia entretiene, al tiempo que ilustra.

Los investigadores señalan que aquellos que quieran ahorrar más podrían comenzar probando la recapacitación atencional, es decir, practicar prestar atención al ahorro. "El beneficio no está tanto en el valor diario en efectivo de lo que uno ahorra; se trata de desarrollar la capacidad del cerebro para prestar atención al ahorro, que, como el dinero en el banco, aumentará con el tiempo", apunta Anderson.

"Es la práctica de la atención y la intención de ahorrar, para fortalecer el valor de su cerebro. No es la cantidad de dinero lo que importa", concluye.

¿Un buen lugar para empezar? Borra tu tarjeta de crédito de tu cuenta de Amazon (y quien dice Amazon, dice Uniqlo...), de tal manera que cada vez que quieras comprar tengas que meter los dígitos y te ayude a reflexionar.

¿Otro consejo? Deja de tomar café todas las mañanas fuera de casa. Tómatelo en casa.

Con este artículo te acabamos de ahorrar 279 euros.

De nada.