Ha llegado sin darnos cuenta. Pagamos con tarjetas sin contacto, pagamos con el teléfono móvil, pagamos hasta con el reloj y hacemos transferencias por Bizum. Contactless, smartphone, smartwatch, Bizum… Cuando algo tiene su nombre en inglés es que es lo más, y que ha llegado para quedarse. Hablamos de la desmaterialización del dinero, su digitalización. Y si a algo responde la Unión Europea con rapidez es al término "digital" (y al euro). Los fondos de recuperación NextGenerationEU tienen como meta aprovechar la reconstrucción tras la pandemia del Coronavirus para hacer una Unión Europea más ecológica, más resiliente y más digital y la Agenda 2030 ha marcado como objetivo la digitalización completa en diez años. Entre los proyectos para hacerlo posible: la creación de un euro digital.

¿Es una nueva moneda? ¿Es un bitcoin? ¿Es un avión? No, es el euro: ahora más rápido, más poderoso, más invulnerable. ¡Es un euro digital! A lo mejor te estás preguntando si no es ya un euro digital lo que usas al hacer un Bizum, pero has de tener en cuenta de que debajo de ese click que vacía tu cuenta corriente hay unas sofisticadas operaciones electrónicas que podrían ser más fáciles y más seguras. Lo más. Así que, empecemos:

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¿Qué es el euro digital? ¿Sustituirá al efectivo? ¿Es una criptomoneda?

Lo primero en que insiste el Banco Central Europeo, que es el órgano responsable del proyecto y guardián de la moneda europea, es en que “el euro digital seguirá siendo un euro”. Una forma electrónica de dinero al alcance de todos los ciudadanos y empresas, que será emitido por el Eurosistema (el BCE y los bancos centrales nacionales como el Banco de España). Igual que los billetes y las monedas.

E insisten, no, no va a sustituir al dinero en efectivo. El dinero contante y sonante seguirá en nuestras abultadas (o no tanto) carteras. Se trata de un complemento. Una opción más, pero más accesible y de mayor inclusión financiera. El único cambio que muchos notaremos en la práctica es que ya no haremos maratones a un cajero lejano.

Son igual de claros en otro aspecto central. El euro digital no tiene nada que ver con las criptomonedas. ¿Por qué? Porque un criptoactivo no viene avalado por la autoridad de un banco central. Su valor es volátil, porque ni es intrínseco (¿cuánto vale un bit?) ni están respaldados por instituciones autorizadas. Los bitcoins y sus hermanas se valoran en base a un algoritmo con tecnología blockchain. Nada que ver. En cuanto a su valor, no hay ninguna diferencia entre un euro digital o en billetes.

¿Por qué, entonces, un euro digital?

Porque aunque un usuario que haya dejado atrás el efectivo pueda no darse cuenta, el euro digital es más rápido, sencillo y efectivo. Según explica el BCN,

Un euro digital garantizaría que los ciudadanos de la zona del euro puedan seguir teniendo acceso, sin coste alguno, a un medio de pago sencillo, universalmente aceptado, fiable y sin riesgo… Respaldaría la digitalización de la economía europea y fomentaría activamente la innovación en los pagos minoristas… Combinaría la eficiencia de un instrumento de pago digital con la seguridad del dinero de banco central.

Además permite que el público deje de pagar en efectivo sin tener que depender de los medios de pago digitales emitidos y controlados por empresas privadas, externas. Este es un punto fundamental, pues fortalece la estabilidad financiera y la soberanía monetaria. Y aumenta la protección de la privacidad. Todo sin dejar de ofertar los más variados medios de paga.

¿Cómo va a ser?

Los expertos del BCE junto a los bancos centrales de la Eurozona han marcado los requisitos básicos que deberá tener el euro digital. Son “la facilidad de acceso, la solidez, la seguridad, la eficiencia, la confidencialidad y el cumplimiento de la legislación”. Su diseño debe ser interoperable con las soluciones de pago privadas actualmente existentes y facilitar la oferta de productos paneuropeos. Así, todas las opciones de pago actuales, todo el hardware y todo el software ya desarrollado, podrá adaptarse al nuevo formato.

Y todo esto, ¿para cuándo?

Según calcula El País, el nuevo método de pago no estará operativo antes de 2026. El proyecto se ha puesto en marcha ahora, en julio de este año, después de realizar los estudios básicos; pero esto sólo significa que inicia un lento desarrollo para una posible emisión. Para todo ello el BCE estará en contacto con el Parlamento Europeo y el resto de los organismos europeos, a lo que deberán informar del resultado de las investigaciones. Además, en el proceso participarán ciudadanos, comercios y el sector de pagos.

De momento ya se ha realizado una consulta en que han participado libremente ciudadanos de toda la Unión Europea, con la participación de un 47% en Alemania, 15% en Italia, 11% en Francia y entre el 1% y el 5% en el resto de países como España. Los participantes han contestado a dieciocho preguntas sobre los beneficios y retos de emitir un euro digital, y sus respuestas serán la base de lo que siga.

También se han realizado pruebas respecto al registro del euro digital, la privacidad y la prevención del blanqueo de capitales, los límites a la circulación del euro digital, el acceso a él fuera de internet y el fomento de la inclusión con dispositivos adecuados. En todas ellas no se ha encontrado ningún obstáculo importante.

Según el calendario actual, el diseño del euro digital no comenzará a desarrollarse en detalle hasta octubre de este año, y puede prolongarse durante aproximadamente dos años. También está pendiente de estudiar cómo va a distribuirse entre los ciudadanos y las empresas, cómo puede impactar en el mercado y los cambios que requerirá la legislación europea, y además su implantación en cada Estado. De hecho, hasta que no se realicen todas estas investigaciones no sabremos con seguridad si va a implementarse o no. Pero las palabras de Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, son optimistas al respecto:

Un euro digital sería un símbolo digital del progreso y la integración de Europa.