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Hace no mucho os hablábamos sobre la lujosa caravana de Leonardo DiCaprio. Si eres una estrella de Hollywood, uno de tus problemas no es mirar el precio de las cosas. Y así lo demuestra Jennifer Lopez, que acaba de casarse con Ben Affleck, otra de las grandes estrellas del cine mundial.
Lopez es la orgullosa propietaria de una caravana de 115 metros cuadrados, es decir, a no ser que seas uno de esos afortunados que no tienen estrecheces en su casa, bastante más grande que nuestro hogar. La caravana está valorada en dos millones de dólares y es una creación de Anderson Mobile Estates, uno de los constructores de vehículos recreativos más prestigiosos de Estados Unidos.
Por si fuera poco, el vehículo tiene nombre: Baby Girl. Desde luego, a tenor de las imágenes, no es un vehículo cualquiera, ya que ofrece dos plantas repletas de lujo para que Jennifer esté cómoda allá donde vaya. Como os podéis imaginar, no le falta detalle. De hecho, su lujo es tal que ofrece comodidades que no puedes encontrar en mucho hoteles por todo el mundo.
Aquí tenéis un vídeo para disfrutar de la casa rodante de la actriz y cantante:
Todo está medido al detalle. Dentro de la caravana encontramos sofás de cuero, la último tecnología de imagen y sonido, un circuito cerrado de televisión, y nada más y nada menos que mármol italiano. Sin duda, la estrella estará cómoda durante los rodajes, ya que además puede invitar a más de 20 personas para que disfruten de sus lujos, ya que cuenta además con dos puertas correderas que amplían el tamaño del habitáculo para que todos estén cómodos.
Lo cierto es que tiene de todo. La caravana de Lopez cuenta con una cocina completamente equipada con lo último de lo último en términos de electrodomésticos. También dispone una una zona de oficina, un sofá enorme que se convierte en una cama de tamaño Queen, un bar, la posibilidad de convertir el salón en un pequeño cine, y un cuarto de baño con cabina de ducha de vidrio y un tocador de mármol. Para los invitados, hay otro cuarto de baño más pequeño.
Lo dicho, mejor que nuestras casas, ¿verdad?
