Recuérdale. Este ex abogado dará que hablar. Ya lo hace, desde que reubicó su propuesta marbellera y dio rienda suelta, en nueva ubicación, a su creatividad y pasión por la cocina. Porque Kava es eso, amor por los fogones, por el buen producto diario, por elaboraciones cargadas de matices aun sin excesivas complicaciones técnicas. Por el sur, por España y por el mundo. Es sorpresa.

Aquí no hay carta. Literal. Fernando propone diez platos diarios que cambian según disponibilidad y según cómo se le encienda la bombilla cada mañana. Así que no podemos decirte que pidas esto o que elijas lo otro. Estás en su manos, pero tranquilo, son las mejores manos.

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Su tierra y sus viajes por el mundo, que han sido y son muchos, inspiran su recetario y, también, su bodega. La apuesta es original y hasta cierto punto atrevida estando donde está, y es que Kava no es el típico restaurante rimbombante en un pueblo en el que el bombo resuena fuerte. Las opciones son personalísimas, de marcado carácter, sin atender a un estilo o a una mayoría particular. Son diversas, dinámicas y redondas, que no complejas, y juegan con aliños, texturas y composiciones chispeantes.

Hay mucho de Asia. También mucho de aquí, en combinaciones explosivas con guiños más globales. Una anguila y un huevo frito, una gamba blanca con un gazpacho taiwanés, una dorada con curry madrás. Puedes pedir suelto o a través de un menú de cuatro pases y postre. Lo hagas como lo hagas, deja hueco para su tarta de queso, esta sí, sin trampa ni cartón, porque es un espectáculo.

Restaurante Kava, Marbellapinterest
D.R.

Carta de vinos y bar acompañan también con pinceladas patrias y cosmopolitas. Más de cien etiquetas dibujan un buen mapa internacional al que se suma la coctelería que aúna, por ejemplo, Jerez y Osaka en el vaso. El espacio, sencillo, está concebido para no perder detalle de la cocina vista ni atención de los platos, aquí verdaderos protagonistas.

Restaurante Kava, Marbellapinterest
D.R.

Lo que no debes dejar de pedir según Esquire: Todo lo que te digamos puede tener poco que ver con lo que haya cuando decidas visitar a Fernando. Nosotros flipamos con su ajoblanco con tofu y huevas o con el pato asado con pak choi y cereza. ¡Ah! Y la tarta de queso, again.

Lo que no debes dejar de pedir según Fernando Alcalá: "El único plato que no ha cambiado, la col con sofrito XO; las quisquillas con gazpachuelo taiwanés, el ajoblanco con ciruela encurtida, mandarina y apio en salmuera, el tartar de vaca gallega con especias chinas y oloroso o las vieiras con bergamota, rábano picante y manzana asada".

Es perfecto para: Reconciliarte con Marbella cuando te salgan la playa, los espetos y el "brilli brilli" por las orejas.

Así lo definimos nosotros: Un pequeño "hub" gastronómico con la sencillez como bandera y el talento como remo. Un inesperado y grato descubrimiento en Marbella.

Así lo define Fernando: "Un restaurante de autor que vive del producto diario y de la creatividad espontánea, tomando como referencia la oferta culinaria que se desarrolla en Estados Unidos y capitales del norte de Europa".

Precio medio: 40 euros.

Ambiente: Entre lo casual y lo "gourmand", como su propuesta.

Dónde está: En la Avenida Antonio Belón, 4. Puedes reservar en el 952 82 41 08 o en www.kavamarbella.com

Para Fernando, Kava suena a: Banana Pancakes, de Jack Johnson. "Es la primera canción que me pongo por la mañana en la cocina, para empezar de buen rollo imaginándome el olor a tortitas recién hechas":