Cuenta Ismael Villalobos, CEO y fundador de La Casa de Las Carcasas, que una de sus virtudes es tomarse las cosas con calma y que cuando ve que los mandos intermedios se inquietan por algún traspiés en la empresa les tiene que recordar que el sol sale todos los días. Atribuye esa tranquilidad a varias cosas. La primera es su corta edad. Acaba de cumplir 30 años y sin ataduras, “ni hipotecas, ni mujer, ni hijos’. La segunda es que, en el peor de los escenarios posibles, lo más que le puede suceder es volver a la casilla de partida e iniciar de nuevo un negocio con un capital de 3.000€, que así es como arrancó La Casa de las Carcasas en 2013.

Antes de finalizar los estudios en Ciencias Políticas, abandonó la carrera porque le llegó información de compañeros que habían terminado antes “y andaban cobrando 400 o 500 euros y a mí, eso, como que no me parecía que tuviese mucho futuro”. Así que se animó a montar algo por su cuenta. Una cosa sí tuvo clara desde el comienzo y es que quería vender algo que consumiese todo el mundo dentro de un mercado en crecimiento, propiedades que halló en la telefonía móvil. “Hice como pude una web bastante básica y, con el dinero que había ahorrado trabajando como socorrista y monitor deportivo, monté el ecommerce para vender carcasas y accesorios de telefonía móvil". El acierto, en aquellos años, fue empezar a vender a través de Amazon cuando todavía lo hacían muy pocos y la compañía de Bezos se encontraba inmersa en una campaña de publicidad brutal.

Esto le sirvió a Villalobos para cerciorarse de que el producto encajaba en el mercado e ir dando forma al negocio. En 2014 da el salto al offline y abre su primer kiosco, en el centro comercial Xanadú, en Madrid. Aquí se dio cuenta de que su ambición de llegar al público de masas se adecuaba mejor al entorno físico. “En aquellos años el cliente que compraba a través de internet era más especializado, más exigente con los productos”, declara, de manera que acabó decantándose por la vía tradicional extendiendo sus kioscos por todos los centros comerciales. Cuando tuvo pulmón económico suficiente, pasó del formato kiosco al de tienda propia y así hasta hoy, que cuenta con 136 tiendas, 2 en Portugal a las que que pronto se sumarán otras 3.

La media de apertura es de 3 tiendas al mes y todos son establecimientos propios. Prefiere hacerlo así que acogerse al sistema de franquicia para “no desvirtuar la identidad de la marca y seguir fidelizando gracias a la no pérdida de tiempo con productos de calidad a precios razonables”. El ticket medio lo tienen en torno a los 20€ vendiendo todo tipo de accesorios para dispositivos móviles, desde fundas hasta auriculares o palos selfies.

Hace año y medio retomaron de nuevo la venta online sirviéndose de la principales plataformas y ahora aprovechan otra vez ambos canales para vender a 2.5 millones de personas al año. Así consiguieron cerrar el año pasado con 30 millones facturados y este año confía en hacerlo con 42-43 millones de euros. Algo más despistado anda al hablar de beneficios pero cree que este año rondarán los 12 millones. En cuanto a la plantilla, actualmente la integran 900 personas.

Todo esto lo ha hecho Ismael Villalobos a fuerza de facturar, sin rondas de financiación, sin apoyo de business angels y con muy poca ayuda bancaria. Y así quiere continuar, creciendo a la par que las ventas, y seguir la hoja de ruta marcada y que ahora le conduce a implantarse con fuerza en Portugal y, ya en 2020, en Italia, hasta alcanzar las 330 tiendas en 2024.

Pese a gestionar este ‘mini imperio’, asegura Ismael Villalobos que duerme bien y que “casi estaba más estresado cuanto tenía solo cuatro tiendas y había que hacerlo todo que ahora, que el negocio está muy bien articulado y medido y que cuento con un gran equipo de profesionales”. Y es que saber delegar es otra de las virtudes que reúne este emprendedor y eso que cuando alguien le pregunta si algún día le gustaría tener un hijo el responde: “No, si yo ya tengo La Casa de las Carcasas”.

Vía: Emprendedores ES