El mundo de la gastronomía sufre una revolución tras otra. Cada vez hay más planes, más propuestas, más experiencias. Es un mundo efervescente y uno no da abasto ni a seguir lo que ocurre solamente en Madrid. Y sí, decimos lo que ocurre y no lo que te comes porque hay muchos más elementos en juego. Ya no solo se trata de tener un buen restaurante, dar una buena comida y quedar en el recuerdo. Y no, no nos referimos a tener un local o una comida instagrameable para presumir en redes. Cada vez cobran más relevancia los momentos únicos, la experiencia.

Por ejemplo, uno puede ser muy fan de la comida mexicana de Roberto Ruiz en Barracuda Mx y de la comida japonesa de Yong Wu Nagahira en Ikigai Velázquez y Flor Baja, pero perderse la cena a cuatro manos conjunta que el 20 de marzo celebraron en Barrucada MX y este 10 de abril (ya con todo reservado) en Ikigai Velázquez. Y es que hay que estar atento. Pero lo cierto es que la capital ha dado un paso más con esto de sorprendernos con planes gastronómicos únicos e imperdibles con Menú Titanic.

La Lonja del mar, conocido restaurante especializado en pescado y marisco del que ya os hablamos en relación a su sorprendente menú a base de ostras, nos ha sorprendido a todos con una romántica lección de historia. Habrá más de uno, dada la popularidad de película ganadora de 11 Oscar, una de esas pocas cintas que todo el mundo ha visto una vez aunque sea de pasada, que ni siquiera haya reparado en que se trata de una historia real. Sí, el Titanic existió y sí, se hundió (aunque hay quién lo niega). Pero lo importante aquí es que entonces también se comió.

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Disney

¿Qué se comía en el barco más lujoso y ambicioso jamás imaginado?¿Qué manjares se echaron a la boca los afortunados pasajeros de primera clase la noche del 14 de abril de 1912 antes de toparse con un glacial? Pues ese es el trabajo de investigación que han realizado desde La Lonja del Mar para crear el Menú Titanic. De la mano de su chef, Fernando Negri, el menú exacto que se sirvió aquel día en el barco a los pasajeros de primera clase revivirá en Madrid la noche del 13 de abril en La Lonja del mar.

A partir de las 20:30 y como menú cerrado de 110€, La Lonja del mar solo se ha permitido un cambio fundamental para respetar la esencia del menú, pero también la suya. El apartado de buffet del barco se ha condensado aquí en dos pases de cinco bocados cada uno, el primero centrado en el mar y el segundo en carnes, que transforman el buffet del gigantesco barco en una serie de bocados deliciosos que nos han servido para comprobar que las propuestas gourmet de hace 112 años siguen siendo delicias contemporáneas.

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Brandelicious
El primer apartado de buffet, centrado en el mar.

El primer pase de buffet, el marítimo, cuenta con salmón con mahonesa, gamba en conserva, anchoas, arenques y sardina ahumada. El segundo, el carnívoro, presenta platos como la ternera asada con especias, el pastel de jamón y ternera, el jamón cocido de Virginia, la gelatina de pollo y la lengua de buey. Todos reelaborados con sencillez y frescura, pero manteniendo el producto y la dinámica de sabor de aquellos años.

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El rodaballo hace honor al nombre del restaurante.

Y eso es solo, por así decirlo, el aperitivo. Luego viene el verdadero menú. Uno que comienza ligero, abriendo estómago con un consomé de puerros y unos huevos a l’argenteuil y sigue con un rodaballo que luce la especialidad de la casa, el mar. Sin embargo, la mayor sorpresa, estando donde estamos, es que la cosa no flaquea cuando llegan las carnes a través de un imaginativo pollo al estilo Meryland y una chuletita de cordero con patata asada que es pura calidad de producto bien llevada. La cosa acaba por todo lo alto con el hojaldre con fresas y merengue de manzana que une los dos postres del Titanic en uno (el menú es copioso) pero que se permite la mayor extravagancia de la noche al usar las célebres (y carísimas) fresas blancas para su elaboración.

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Las particulares fresas blancas...

Y podríamos decir que la experiencia se acompaña de un espumoso Trenel Cremant de la casa M. Chapoutier o del tinto Enemio Mío, de una Jumilla que merece mayor reconocimiento vinícola. Pero quizás la puntilla maestra de este viaje en el tiempo gastronómico sea que la experiencia se acompañada con música en directo, un doble duo de piano y violonchelo que toca los temas que formaban parte del repertorio musical del barco y que también sirvieron como base a la película y a ese legendario acompañamiento musical.

Vamos, que la única pega que le podemos poner es que, durante la cena, en lugar de ver el mar estamos viendo el atardecer sobre el Palacio Real... Pega tampoco es, la verdad, y más teniendo en cuenta que de aquí también sales bastante menos mojado y con tablas de sobra en la que cabemos todos, incluido Jack. La experiencia, a punto de agotarse, se puede reservar en su web lalonjadelmar.com y, aunque nos costó creerlo, va a ser una experiencia única, coincidiendo con el aniversario de la noche del hundimiento. Esperamos, eso sí, que el próximo año por estas fechas vuelva a realizarse.

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Brandelicious
Una buena chuletita de cabrito nunca sobra.