“Doctor, ¿usted sabe lo que es sentir entre sus piernas el martillo de Thor?”. Esta frase fue pronunciada por Damián, un empresario de éxito de cuarenta y seis años en la consulta de su médico, el experto en antienvejecimiento Antonio Hernández, quien relata su caso en su libro Testosterona. La hormona de la vida (Alienta). La historia de Damián es la de un hombre de mediana edad más, que un buen día decide mejorar su forma física y se apunta a un gimnasio. Hasta ahí todo bien. Lo malo viene cuando, al ver que su cuerpo progresa lentamente, hace caso al “listillo del gimnasio” y empieza a tomar testosterona y derivados anabólicos para “llevar el cuerpo a otro nivel”. Este chute hace sus efectos y se viene arriba en todos los sentidos: sale por las noches de fiesta, necesita sentirse adulado y acaba por poner fin a su matrimonio entrando en una espiral de fiesta, sexo y desenfreno, que le afectan en todas y cada una de las facetas de su vida. “Esta es la consecuencia de haber usado la testosterona como un recurso para tapar inseguridades e intentar mostrar habilidades sexuales que están fuera de cualquier normalidad”, asegura Hernández en el libro a modo de conclusión. Pero esta, la faceta sexual, es sólo una de las muchas a las que afecta el que tengamos mas o menos altos los niveles de testosterona (y otras hormonas). Pero ¿cómo controlarlas y domarlas para vivir más y mejor?

Testosterona: la hormona Guadiana

En primer lugar, es importante saber que la testosterona está presente en el hombre desde su gestación (en la mujer aparece más tarde, en la adolescencia, segregada por cápsula suprarrenal y los ovarios). “Es la que va a dar lugar al crecimiento del pene, la formación del escroto y necesitamos estar expuestos a ella para dar lugar a ciertas características metabolizantes”, cuenta Hernández, que continua: “Después, desde los tres meses hasta los ocho años, más o menos, sus niveles son indetectables. Hasta que partir de los 10 o 11 años, los varones van liberando cada vez dosis mayores que se disparan entre los 13 y los 14 años. Después se vuelven a estabilizar hasta los 35 o 40 años, que es cuando poco a poco vuelven a bajar”. Esto es lo que sucede de forma natural y en condiciones óptimas, pero lo ideal sería sin duda poder “domar” esta hormona, para conseguir mantener sus niveles óptimos en cada etapa de nuestra vida.

“Esto es lo que deberíamos hacer los seres humanos a lo largo de nuestra vida y no solo con la testosterona, sino con el resto de las hormonas, como las tiroideas o las suprarrenales. Intentar nivelar y conseguir unas concentraciones adecuadas y compatibles con la edad”, afirma Hernández.

busto desnudo testosterona
Mondadori Portfolio

Normalmente, durante la adolescencia y la juventud cuando el nivel hormonal suele estar por las nubes, nadie se preocupa demasiado. Los problemas vienen pasados los 35 y sobre todo a partir de los 50 cuando caen de manera abrupta y empezamos a notar las consecuencias. Pero si durante los años de bonanza aprendemos a estabilizar los niveles de testosterona para disfrutar de sus beneficios, seguramente gozaremos de una “envejecimiento” mucho más dulce. En esta línea, Hernández asegura que hay dos variables, que son las que ejercen mayor impacto positivo en el control de esta hormona, y que son las que debemos mantener a raya: la obesidad y el estrés.

Cuanto más peso, menos testosterona

La primera variable fundamental es el control del sobrepeso. “El aumento de grasa corporal, sobre todo abdominal, se encuentra claramente relacionada con el descenso de testosterona y menor uso de la testosterona por parte del organismo, tanto en hombres como mujeres”, asegura Hernández. Entonces ¿qué tipo de alimentación es la más recomendable para tener los mejores niveles de esta hormona?

"Hay dos variables que ejercen mayor impacto en el control de esta hormona: sobrepeso y estrés"

“Lejos de dogmatismos, cualquier tipo de dieta, me da igual que sea vegana, omnívora, ayuno intermitente etc… que nos permita mantener un porcentaje de grasa entre un 10 y un 14%, en el caso de los hombres, y entre un 19 y un 24% en el caso de las mujeres. Una dieta equilibrada, sin excesos de harinas refinadas, ni de hidratos de carbono refinados que generen síndromes metabólicos (como los arroces blancos, la pasta blanca y el pan blanco)… No hay alimentos mágicos, simplemente no debemos perder la coherencia del equilibrio, ni perder de vista la necesidad de que haya proteína, que es la que nos va a permitir que la masa muscular sea solvente y que no exista un exceso de cortisol y una bajada de testosterona, que es lo que ocurre cuando alguien se despista en cuanto a las cantidades de proteína que tiene que ingerir. Pueden perder peso, pero a expensas de pérdida de masa muscular, lo que deriva en desastres tantos médicos como hormonales. Y todo siempre, acompañado de la práctica de ejercicio muscular.” explica Hernández.

arnold schwarzenegger y sally field músculo
Bettmann

Nuestra idea de hombre con altos niveles de testosterona suele ir acompañada, precisamente, con la imagen de un hombre musculoso al más puro estilo Schwarzenegger o La Roca, según la generación a la que pertenezcamos. Pero ¿qué ejercicio es el más adecuado en este caso? “En realidad, cualquier tipo de ejercicio, solo por el hecho de bajar el porcentaje de grasa unido a una alimentación acorde, va a mejorar los niveles de testosterona. Pero cierto es que el ejercicio dirigido a mejorar la fuerza y el índice de masa corporal es el que más favorece las rutas fisiológicas por parte de la testosterona”, apunta Hernández.

Así que la primera enseñanza importante es borrar de nuestra mente la idea de que el cachas tipo, que se mata en el gimnasio y come sólo proteína, va a producir testosterona a raudales. De hecho, en su libro, el doctor Hernández explica algunos casos de pacientes, con un aparente buen peso corporal y que practican mucho deporte, con niveles de testosterona bajos . “Cada vez constato más en mi trabajo diario como en un mundo en el cada vez somos más esclavos de saber cómo comer, la distribución de macronutrientes que debemos ingerir, también somos esclavos en muchos casos del deporte y de mostrar esas herramientas al mundo, porque nos glorifican de puertas afuera. Y nos encontramos en realidad con gente con trastornos de conducta alimenticia, con vigorexia, trastornos de ansiedad a la hora de practicar deporte… Y todo esto con consecuencias negativas en la salud, entre ellas, precisamente los desequilibrios hormonales y niveles bajos de testosterona. Son personas que a priori lo están haciendo todo bien, pero por llevarlo al extremo, sufren desequilibrios importantes”, termina.

"La testosterona es indispensable para que nuestros huesos sean más fuertes"

De hecho, el tener bajos niveles de testosterona puede ser contraproducente para estos adictos al gimnasio que no se cuidan de manera integral, ya que está comprobado que esta hormona es fundamental para el fortalecimiento de los huesos y su escasez, puede debilitarlos: “Hay que tener en cuenta que es importante tener los correctos niveles tanto de testosterona como de estradiol (la hormona femenina). Porque el estrógeno es el que se encarga de evitar la reabsorción, la pérdida de los minerales y la testosterona es crucial para favorecer el depósito de minerales y favorecer la correcta densidad ósea. Así que la testosterona es indispensable para que nuestros huesos sean más fuertes”, explica Hernández.

Menos estrés, más testosterona

Otro punto fundamental a tener en cuenta para tener los niveles óptimos de testosterona es el control del estrés; ya sea físico o emocional, porque este prolongado en el tiempo, tiene un impacto muy negativo en los niveles y los efectos de la testosterona en nuestro organismo. “El funcionamiento de las hormonas tiene que ser entendido como una orquesta que tiene que estar equilibrada y en armonía. Es decir, al igual que el cortisol y otras moléculas del organismo son liberadas para intentar contrarrestar momentos de ansiedad, estrés físico o emocional y necesitamos el cortisol para sobrevivir, su presencia prolongada supone un precio a pagar por nuestro organismo: Inmunosupresión, pérdida de masa muscular, alteraciones cognitivas, pérdida de cabello, de colágeno en la piel… Por eso el cortisol tiene que estar siempre contrarrestado con niveles altos de testosterona, puesto que esta es anabólica y nos permite que en esos momentos de estrés en los que tenemos que emitir cortisol para adaptarnos, estemos compensados con testosterona. Esta es la razón por la que, a partir de los 40 años toleramos peor el estrés, porque no tenemos las concentraciones adecuadas de testosterona que nos permiten compensar el cortisol”, explica Hernández.

"El funcionamiento de las hormonas tiene que ser entendido como una orquesta en armonía"

Y, por último, otro factor que impacta y mucho en la producción hormonal es el descanso. Dormir las horas que necesitemos, con calidad, hacen que nuestro cuerpo funciones como un reloj. Pero ¿cuáles son las adecuadas? “En este caso tampoco podemos ser reduccionistas. El descanso tiene que ir acorde al nivel de estrés y de la inflamación que tiene la persona. Un deportista profesional puede requerir 10 o 11 horas de sueño para recuperarse y otra persona, que no tienen prácticamente gasto calórico ni inflamación, puede ir bien con muchas menos horas. También dependerá de la calidad del sueño, la profundidad… Pero más allá de mensajes absolutistas hay que dejar claro que el descanso es crucial. Con sólo dos o tres noches en las que la persona no haya dormido de forma profunda, ya se produce una elevación de cortisol y una disminución de los niveles de testosterona e inflamación. Y si eso lo alargamos en el tiempo, como ocurre en las personas que prolongan esta situación semanas o meses porque trabajan a turnos y tienen que recurrir a pastillas para dormir… Pues evidentemente los problemas de sus hormonas sexuales se irán incrementando”.

¿Fácil no? Así que, si conseguimos llegar a la madurez comiendo bien, haciendo el ejercicio físico adecuado, descansando y controlando el estrés, conseguiremos tener una mejor calidad de vida. “Al menos nos aseguraremos de que podremos evitar patologías que surgen en esa época de la vida, como la osteoporosis o las fracturas de fémur, que pueden postrar en la cama durante meses o años a muchas personas y a partir de las cuales se desequilibran por completo. Básicamente porque las cantidades necesarias de testosterona hacen que la persona sea más competente, que pueda hacer más ejercicio físico, que pueda crear más masa muscular y que indirectamente esto impacte mucho en la autoestima y la calidad de pensamiento. Si la gente se ve capaz de hacer cosas también tiene una inercia para cuidarse más, cuidar su alimentación, incrementar el contacto social… Y todo eso va a impactar muy positivamente tanto en la supervivencia como en la calidad de vida”, termina Hernández.

adolescentes ejercicio testosterona
H. Armstrong Roberts/ClassicStock
El ejercicio físico ayuda a regular el nivel de testosterona, tanto en hombres como en mujeres.

Testosterona en pastillas

De todas formas, si aún así no conseguimos tener los niveles adecuados, cada vez hay más profesionales (endocrinos, urólogos y ginecólogos) que recetan una terapia de reposición de testosterona, en caso de que sea necesaria. Pero ¿son realmente seguras? El doctor Hernández cuenta en su libro, que la literatura científica al respecto aún es un poco pobre, así que hay que hacerlo con precaución.

"En 20 o 30 años vamos a dar un salto importante en terapias de reposición de testosterona"

“Vamos 30 o 40 años por detrás de las investigaciones que se han hecho con estrógenos. Uno de los problemas de trabajar con hormonas es que a largo plazo pueden aparecer determinadas patologías dependientes de las hormonas, que echen por tierra el trabajo anterior. Esto ya ocurrió con los estrógenos y la progesterona, cuyos primeros estudios dieron lugar a trombos y a tumores hormono-sensibles de útero y mama en las mujeres. Así que el estudio se abandonó durante 20 o 30 años por miedo. Hasta que se retomó con cambios de dosis, de formato y ahora cada vez son más los especialistas que tratan de curar a mujeres con estrógenos y progesterona. Pues en el caso del hombre sucede lo mismo: llevamos pocos años investigando y haciéndolo con muestras pequeñas, precisamente por miedo a que pueda producir cáncer de próstata dependiente de testosterona. La prudencia manda así que, igual que en otro tipo de estudios, en cuatro o cinco años puede que haya resultados más robustos, la investigación con testosterona exige invertir más tiempo. Pero igual que después de 30 años tenemos tratamientos fiables con estrógenos y progesterona, estoy seguro de que en los próximos 20 o 30 años, vamos a dar un salto importante en cuanto a las terapias de reposición con testosterona”, termina.

Lo que está claro es que va a hacer falta, porque la evidencia científica señala que los niveles de testosterona son mucho menores ahora que hace 25 o 30 años ¿la razón? “El estilo de vida que tenemos en nuestra sociedad. Desde la alta exposición a fármacos (antiinflamatorios, antivirales, antibióticos…), que influye negativamente en la producción de testosterona, hasta la exposición a otros tóxicos como el alcohol, las drogas, etc. También tenemos una población más sedentaria, con mayores índices de obesidad y menor gasto calórico, porque no nos movemos tanto, etc… Y si a todo eso sumamos que cada vez ingerimos más disruptores hormonales, que se encuentran en los plásticos como el bisfenol, que también impactan negativamente en la formación y en la actividad de los niveles de testosterona…”, explica Hernández.

marlon brando testosterona
Bettmann

Y al fin llegamos al punto del que partimos (sí, no se me ha olvidado): ¿Cuál es la verdadera relación entre la testosterona y la actividad sexual? “En mi libro intento dar una mirada crítica y objetiva respecto a los dogmatismos que hay al respecto, porque hay mucho mito. Es cierto que se requiere tener cierto nivel de testosterona para tener un correcto impulso sexual y una correcta calidad de orgasmo. Tanto en hombres como mujeres, se usan técnicas de reposición de testosterona cuando se sufre anorgasmia, la incapacidad para llegar al clímax sexual. Son muchos los casos en los que nos encontramos con personas con adecuados niveles de testosterona, incluso elevados, que están en un momento dulce y lo aprovechan para entrenar, para trabajar y no sólo con fines sexuales. Pero también nos encontramos con hombres, la mayoría en su tercera edad y con los niveles de testosterona muy disminuidos, que están cabreados y frustrados porque ya no son los de antes y no logran tener una erección. A partir de ahí, su cabreo se focaliza en la sexualidad y aparecen parafilias, etc. La sexualidad es tan sumamente amplia que no se puede simplificar todo y decir que a más testosterona mejor sexualidad, mejor calidad de orgasmos y apetito sexual. Se necesita tener cierta madurez y quien en algún momento de su vida tenga que seguir una terapia de reposición de testosterona, debe saber que un mal uso puede derivar en parafilias y problemas para controlar su libido, que acaben traduciéndose en una hiperactividad sexual, que genere ansiedad y muchos problemas a quien lo sufra”.

Pero no hay que irse a los más mayores, entre los jóvenes también hay problemas derivados de su inmadurez que pueden traer cola… Hernández confiesa: “Son cada vez más los pacientes jóvenes, menores de 20 años, que tengo en consulta preocupados por sus niveles de testosterona, por el tamaño de su pene, por la calidad de sus erecciones, por la cantidad de orgasmos que pueden ofrecerle a su pareja en su día a día… ¿Porqué? Porque tienen unas comparaciones con películas y relatos que están fuera de toda norma, pero están a la orden del día en internet, películas, páginas web… Así que una persona que no es consciente de cual es la fisiología normal con 22 años, puede pensar que tiene un problema que no veas y caer en la tentación de someterse a un chute de testosterona creyendo que eso le va a mejorar el rendimiento sexual, cuando es normal ya”, asegura. En definitiva, es importante ser conscientes de que tener unos niveles hormonales adecuados, en este caso de testosterona, nos permitirá tener una buena salud global a todos los niveles y también respecto a nuestra vida sexual. Pero cuidado con pasarse de la raya, porque puede que el martillo de Thor acabe golpeándoos sí, pero en la cabeza.

Testosterona: la hormona de la vida (Alienta)

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